Ensayo de Obed González: escritor e investigador mexicano

Obed González Moreno es el presidente interino e investigador de la Asociación de Escritores de México A.C. Crédito de la fotografía: Dayana Martínez.

El siguiente ensayo se publica como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

La Asociación de Escritores de México A.C., desea cerrar este 2021 a través del pensamiento del mexicano —Premio Nobel de literatura— Octavio Paz, como una forma de concluir una etapa que, como todo ciclo, se reflexiona en relación a lo que se es y lo que se cree que se es, para discernir y llegar a la crisis hacia a alcanzar una respuesta ligada con uno mismo y así obtener la contemplación de ser con el mundo, acontecimiento tan complejo y doloroso que muchos prefieren no recorrer. En general, criticamos de manera negativa lo que somos ocultándonos en espejos donde creemos que no nos reflejamos como si fuésemos espectros, oscuros entes con apariencia de luz. A través de la crítica perjudicial deseamos no tanto encontrar una respuesta y una conclusión razonada sino destruir a aquel que piensa distinto a nosotros. Criticamos los defectos y errores del país donde estos vicios y desperfectos son pertenecientes a esos otros a los que —según nosotros— también pertenecemos y de los cuales nos sentimos separados, los propios mexicanos. Una negación que también soy yo. Criticar es separar, es fragmentarse para posteriormente unificarse, es llegar a la consciencia y para llegar a esa consciencia primero tengo que criticarme a mí mismo, desprenderme de la sombra que muestro al exterior, esa oscuridad que me invade hasta desaparecer al que soy. Extraña simbiosis donde el verdadero yo se extingue como un gemido de llanto que se queja de las injusticias, aquellas de las cuales también participa, verdugo que en alaridos se apropia de la posición de víctima y así obtener el poder de excluir. La exclusión es un arma disfrazada con el antifaz de la pureza. La pureza es una arcaica construcción estructurada desde las primeras culturas que transformaron en imperios. El ser puro —según ellos— los colocaba en la cima de la pirámide del poder para decidir el destino de sus gobernados, naciones conquistadas y subyugadas a sus caprichos sólo por no provenir de su misma estirpe. Lo mismo acontece con los individuos, en aquellos que presumen ser puros de alma y cuerpo por pertenecer a alguna religión o alguna institución, asimismo acontece con algunos que se ufanan al decir que ellos son de raza pura como sí ello los colocara en un estrato divino, sucede lo mismo con personas que por ser heterosexuales, homosexuales, bisexuales, asexuales y demás exigen un trato distinto sólo por tener una preferencia o identidad sexual específica porque en ellos germina el pensamiento de la posesión de la verdad absoluta y eso los faculta y hasta les demanda excluir a otros. Aquellos que se creen puros se perciben diferentes, se apartan de los demás para no infectarse con el virus de lo espurio, de lo adulterado y degenerado que sólo existe en su mente.  Y para ellos, citando a Jean Paul Sartre, esos otros transforman en el infierno. Y es comprensible, todos somos humanos, almas aprisionadas en un cuerpo sujetas a lo que es materia.

Las palabras contienen un poder titánico y abrumador que nos llevan a cometer actos y a especular que se unifica separando. Nos alejamos de nosotros por ideologías que sólo son eso, ideas más no verdades absolutas: realidades creadas por otros de los cuales no conocemos sus intereses más profundos. Hablar de lo que somos es complejo y aún más porque tememos a reconocernos en esos otros que también somos nosotros. Octavio Paz en Crítica de la pirámide habla de quienes somos como nación y su nuestra resistencia a ser por causa del discurso arquetípico, aquel que sigue fraguando el destino de quienes habitamos este país y que nos sigue guiando hacia la pira donde las cenizas nunca dejan de arder.


UNA PIRA CONTRAPUESTA A LA LUZ

“La crítica de México comienza por la crítica de la pirámide”.

Octavio Paz

Criticar es ser capaz de separar, de discernir. Ante la crisis penetramos en la reflexión y en el análisis para descifrar, obtenemos la capacidad de diferenciar por medio del raciocinio y la contemplación interior, alcanzamos la consciencia.

La política actual y el caudillo revolucionario terminan siendo el eco del antiguo tlatoani: el que diserta con más habilidad: El discurso mismo. Perorata que metaforiza y revive a la pirámide como elemento de incineración no de renacimiento sino como figura arquetípica de poder. No como símbolo de otredad sino de dominio como pasión humana y que es regionalizado para transformarse en universal. Es el poder desde el discurso: misterioso mecanismo repleto de sentidos, intenciones, voces y palabras, este que no cambia nunca y que es perene e inmortal.

Paz, en Crítica de la pirámide al hablar del tlatoani describe a aquel que posee el poder en la palabra y que se concretiza como el discurso mismo. Una alocución arquetípica practicada desde los antiguos monarcas de Sumeria y Babilonia y más adelante por los faraones en Tebas y Karnak. Los hombres transforman en polvo, el discurso se mantiene vivo y en movimiento. Pirámide proviene de pira que es una hoguera y en la crítica de la pirámide todo gira en relación a lo que no cambia y aun así arde. A la soflama, encendida palabra que es el mismo fondo semántico que se mueve desde lo profundo de todos los tiempos del hombre: El deseo y el poder.

Octavio Paz describe a la pirámide como el lugar donde los hombres se convierten en ceniza a través de la arenga del rito, de la fuerza de las palabras concebida por unos y que en teoría transfiere un bien para otros, pero al final sólo es para quien posee señorío. Es la piedra calcinada donde las sombras del fuego se mantienen cinceladas.

Imaginemos una pira en la completa oscuridad que extensa desde su base se expande y en un grito cubierto de llamas intenta cerrase en el cielo dejando escapar silenciosos fantasmas repletos de baladros reprimidos que vagan por el aire, por las aguas, por las montañas sin llegar a cerrar en su cúspide. Visualicemos en el centro de esta ardiente pirámide voces, rostros y actos entramándose con el pasado, el presente y el futuro, en el mismo instante y dentro de este instante el movimiento de un México volcándose hacia adentro expulsando mitos, estallando en ritos, sangrando de deseo postergado y danzando desde su centro melancólicas alegorías hartas de rientes máscaras que revientan hacia afuera y vuelven hacia lo más recóndito de su drama, la soledad. Ahora intentemos mirar hacia adentro de este drama, de concebir el movimiento de esta dinámica cultural con la intención de describirlo, de escriturar el movimiento de esta entropía y desear que otros lo observen, entonces estaríamos hablando de cine, pero sí además lográramos incluirle reflexión y armonía y llevarlo a la luz contrapuesta de la hoguera donde la poesía como la danza transforma en la marcha y que es la prosa entonces estaríamos hablando de Octavio Paz y su crítica.

El cine es la descripción del movimiento, del drama donde las aguas se revuelven para después dividirse: Enfrentamiento con nuestras pesadillas y sueños desiderativos. El cine mexicano es el descriptor del movimiento nacional como la Crítica de la pirámide que es la crítica de nosotros mismos a través de quienes nos representan: agudos escalones que nos guían al sacrificio de nuestra sombra en un fulgurante estallido de actos y palabras que rasgan el cielo con fuegos de artificio.

En Crítica de la pirámide Octavio Paz realiza un análisis por medio de lo que observa que somos. Una descripción del movimiento político y cultural en el país, semejante al que ejecuta el cine nacional en ciertas películas sólo que el poeta nos la ofrece con palabras: pasado, presente y futuro, conjugados en los cuatro puntos cardinales para construir un ahumado espejo en el cielo que transmuta en un torbellino de metáforas y oxímoros que transforman de la poesía a la prosa para crear el circular escrito inacabable que es México. En “Claridad errante”, Paz escribió:

Muchas veces se me ha hecho esta pregunta: ¿por qué, para qué y para quiénes escribió El laberinto de la soledad? Hay muchas respuestas, la más simple y directa está en mi infancia. Tres momentos de mi niñez me marcaron para siempre y todo lo que he escrito acerca de mi país no ha sido, quizá, sino la respuesta a esas experiencias de infantil desamparo.1

Más adelante, en el mismo párrafo, expresa sobre su antigua casa lo siguiente: “Hace poco la visité y apenas si pude reconocerla: las monjas han convertido en celdas las estancias y el jardín; en capilla, la terraza. No importa: queda la imagen y quedan las sensaciones de extrañeza y desamparo”. Extrañeza al igual que el cine nacional que con imágenes nos provee sensaciones de inconclusión y abandono.

En el México interno que describe el poeta la espina mítica y religiosa rasga y repercute en el México de afuera que sangra glorificando el pasado sin tener un presente y desde la cima de la pirámide en llamas la historia en cenizas es una sombra sobre el rostro del atemporal tlatoani y es a través del ojo crótalo del cine que renace para decirnos que debemos de trasformar desde adentro para tener un presente, pulverizar la pirámide interna y llegar a un nuevo polvo donde se creará algo nuevo e ignorado pero esperanzador.

Paz, al criticar a la pirámide, también expresa que todas las historias de todos los pueblos son simbólicas, nos metaforiza que la historia, sus acontecimientos y protagonistas aluden a otra historia oculta porque en el fondo son la manifestación invisible de una realidad escondida. Me recuerda cierta ocasión, un Día de muertos en el Estado de México, en que observé sobre una extensa explanada dentro de una secundaria a un grupo escolar ejecutar la danza de los “Indios brutos o bárbaros”, danza originaria del Estado de Guanajuato, en el momento en que a la orilla de la ofrenda mortuoria, desde la oscuridad, como en un neobarroco cuadro emergió un tzompantli que era el mismo crepúsculo del cual los adolescentes comenzaron a colocarse máscaras para representar la danza y al salir de él y mostrase en toda su finitud porque las caretas tradicionales se desvanecieron bajo el sol y emergieron otras, las de la filmografía estadounidense, máscaras como las de “Pennywise the clown”, “Billy the Puppet”, “Freddy Krueguer”, “Jason Voorhees” y “Scream”, entre otras transformando este baile en algo totalmente distinto pero que de fondo sigue siendo lo mismo, el ocultamiento y el sincretismo. Aquello profundo que brota desde el interior de la música de los tambores y de los metálicos sonidos de los tenábaris. Ecos convertidos en ruidos que fueron liberados de las personas y del movimiento en donde en un instante, en ese microuniverso en expansión todo el lenguaje se cifró y que dentro de aquel ritual fue donde la contemplación de la pirámide se hizo más transparente a la contraluz del mismo rito.

Bibliografía:

1 Léase Claridad errante de Octavio Paz con prólogo de Jorge F. Hernández. CFE/CONACULTA. 2010. P. 79.


  • Obed González Moreno es el presidente interino e investigador de la Asociación de Escritores de México A.C. Licenciado en Educación (CESE) con Pasantía de especialización en Investigación científica (CIFE) y actualizado en Integridad de la investigación científica en la Universidad de Miami. Fue maestro del taller de Expresión oral y escrita en la Escuela de Artes de la Universidad Anáhuac México, campus Norte, director de AEMAC, Revista académica de Educación y Artes de la Asociación de Escritores de México A.C. Autor en REDALYC (Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal) de la UAEM y en DIALNET (Base de datos de revistas científica de Hispanoamérica de la Universidad de la Rioja en España). Ha publicado Desde el polvo del Anáhuac a la tradición del páramo: Las visiones de Alfonso Reyes y Juan Rulfo en el cine mexicano en el Servicio de Publicaciones y Divulgación Científica de la Universidad de Málaga; Tiempos enmascarados: El tiempo mexicano de Carlos Fuentes en el cine nacional en Bitácora de vuelos ediciones y el libro El discurso de la pirámide: la otredad y la soledad mexicana de Octavio Paz a través del cine nacional en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín en Colombia. Obtuvo el Premio Accésit en la categoría de Investigación Cinematográfica Internacional en el Festival de Cine Español de Málaga y la Universidad de Málaga en 2015 y el Segundo lugar en el IV Concurso Internacional de Ensayo Latinoamérica a debate en 2019, en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín, Colombia.

De Francia a México, de México a Francia

Por Claudia Liliana Gutiérrez Piña

Como advierten los coordinadores, Andreas Kurz y Eduardo Estala Rojas, en la presentación y en el prólogo al libro «De Francia a México, de México a Francia: textos sobre el trayecto entre dos culturas», Universidad de Guanajuato, México, 2018, éste es resultado del “Seminario México-Francia: pensamiento, ciencia, literatura, historia, arte”, realizado entre octubre y noviembre de 2017 en las instalaciones de la Alianza Francesa de Guanajuato, México.


(De izquierda a derecha) Claudia Liliana Gutiérrez Piña, Andreas Kurz y Eduardo Estala Rojas. Presentación del libro “De Francia a México, de México a Francia: textos sobre el trayecto entre dos culturas”, organizado por la Alianza Francesa de Guanajuato, la Universidad de Guanajuato a través de su DCSyH, Campus Guanajuato, el Mexican Cultural Centre (MCC), el 06 de febrero de 2019. Fotografía: Mireya Buenrostro Murrieta / Alianza Francesa de Guanajuato, México.

El resultado guarda la apertura de voces y perspectivas que dio origen al Seminario: miradas que ponen en el foco algunos de los puentes que se tienden entre dos culturas: México y Francia, en este caso, siguiendo sólo algunos de los muchos hilos que definen la complejidad que supone el concepto mismo de culturas y más aun de las relaciones posibles que se pueden gestar entre unas y otras. En este mosaico de miradas, se suman, pues, lecturas desde perspectivas históricas, filosóficas, artísticas, literarias y estéticas.

El objetivo del libro, señala Andreas Kurz en su presentación, es someter a escrutinio la “engañosa unilateralidad” de las relaciones entre Francia y México, donde una lectura simplificada pudiera advertir el legado del primero como absorbido pasivamente por el segundo. Postura que, incluso, pareciera confirmarse en el tono de la misiva que Eduardo Estala Rojas en su prólogo rescata del archivo de la Alianza Francesa de Guanajuato, fechada en julio de 1969, donde a propósito de los festejos de la Fiesta Nacional Francesa, describe su revolución como la “fuente en que [los mexicanos] ha[n] nutrido sus aspiraciones de libertad y de justicia”. “Fuente” de la que abreva, “afrancesamiento de México”, “resonancia de”, “impronta de”, son las marcas que en algunos de los títulos de los capítulos que forman este libro parecieran confirmar en todo caso la mencionada perspectiva de unilateralidad, y que, como también menciona Andreas Kurz, harían pensar de inmediato al lector “que el objetivo del libro no se cumplió”. Felizmente esta es también una visión engañosa, porque al correr de sus páginas queda patente, por virtualidad de los distintos análisis que en él se desarrollan, la falsa pasividad en las redes más bien complejas que teje la comunicación de una cultura con otra.

“De Francia a México, de México a Francia: textos sobre el trayecto entre dos culturas”, de Andreas Kurz  y Eduardo Estala Rojas (coords.), Universidad de Guanajuato, México, 2018. 204 pp. ISBN: 978-607-441-578-0.

A este propósito, el primer capítulo, titulado “Apuntes sobre el afrancesamiento del México decimonónico: ¿un mito histórico y cultural?”, a cargo del también coordinador del libro, Andreas Kurz, asume un ejercicio de revisión de algunos episodios históricos y textos mexicanos del siglo XIX que relativizan “el cliché del México afrancesado y culturalmente dependiente de Paris”, si se pone sobre la lente de observación los roces políticos y bélicos entre ambos países. Andreas Kurz desata un recorrido por los usos estratégicos que liberales y conservadores de las élites intelectuales y políticas mexicanas en la primera mitad del siglo XIX hacen de los ideales de la Revolución francesa y que difícilmente puede ser interpretados como un mero afrancesamiento del ideario político en la entonces en ciernes “nación” mexicana, sino más bien como una suerte de adaptación a una idiosincrasia que prolonga los ideales religiosos guías en el movimiento insurgente y que se concretan en el liberalismo cristiano que encarnó la figura de Fray Servando Teresa de Mier, uno de los primeros promotores de la independencia. Así, Andreas Kurz pone el acento en una de sus observaciones iniciales: “Negar el rol decisivo [de la gran revolución de 1789] en el desarrollo político y social del México decimonónico sería inaceptable, aunque quizás también este rol se resalte demasiado en detrimento de los esfuerzos y aportaciones que se realizaron en México”. Así, retoma también el modo en que la intervención francesa incide en las transformaciones de la evaluación y valoración de la revolución, la ilustración y la cultura francesas en el ideario mexicano, llevadas como es de suponer hacia terrenos problemáticos y unas veces de clara afrenta, plausible bien en el discurso literario, como el de los miembros de la Academia de San Juan de Letrán: José María Lacunza e Ignacio Rodríguez Galván , o en los textos de José María Iglesias y Guillermo Prieto, entre otros. El análisis de Andreas Kurz es sin duda, uno de los trabajos más encomiables del volumen, en su estilo y en su contenido.

En la disposición de los textos del libro, regida por el orden de la cronología de los temas sujetos a la observación de los autores, sigue el trabajo de César Federico Macías Cervantes, quien desarrolla un estudio sobre la historia de la casa editorial Rosa y Bouret, formada por la fusión de la Casa de la Rosa y la Librería Bouret, ambas francesas, encargadas de la edición de libros en español, primero exportados y después producidos en México. César Federico Macías Cervantes recoge los testimonios historiográficos sobre la vida de esta Casa editorial, compaginándolos con el trabajo de archivo en los acervos de bibliotecas en Guanajuato, Jalisco y Puebla para rastrear la dinámica de desarrollo de esta sociedad editorial, a la cual reconoce como un indicador de la trasformación de producción de textos que respondía a las demandas de un mercado de lectores dirigidos por los anhelos de modernidad en el México porfiriano.

Por su parte, Juan de Dios Martínez Lozornio, en el texto “La resonancia del pensamiento de Henri Bergson en la obra filosófica de José Vasconcelos”, analiza la vena del pensamiento del ateneísta mexicano filtrado por la rejilla de la obra del francés, en términos de una influencia que, como advierte desde sus primeras líneas opera más en el orden de un trasvase de los tópicos bergsonianos que decantan discordantes en la pluma de Vasconcelos. Uno de los elementos que me interesa resaltar de este trabajo es su disposición de retomar la figura de Vasconcelos dejando entre paréntesis el sesgo sociopolítico al que se ha condenado la lectura de toda su obra, así como su certero señalamiento respecto al descuido, por no decir abandono, en el que se encuentran las reediciones de una producción prolífica y compleja como la suya, que merecería mayor atención. Para sus fines, el texto de Juan de Dios Martínez Lozornio desata una extensa revisión del pensamiento de Bergson, necesaria para pautar las conexiones y desplazamientos que respecto de él establece Vasconcelos en su monismo estético.  

Sigue en este recorrido, una cala en el universo artístico del surrealismo, en la voz de Gabriela Trejo Valencia, quien recoge en su trabajo titulado “Del fumage a la decalcomanía: técnicas surrealistas para trazar la relación cultural entre México y Francia”, la interacción de lo que denomina “los dos países surrealistas por antonomasia: Francia, pilar del movimiento, y México su remate”. Sobre esta última aseveración observa: “El remate puede entenderse como la conclusión de algo, pero también como el elemento que en ciertas construcciones se sobrepone para coronarlos”. El desarrollo del texto de Gabriela Trejo Valencia, en este sentido, y con la guía de la cronología atribuida al movimiento surrealista desarrollado entre 1918 y 1939, perfila la legendaria Exposición Internacional Surrealista en México realizada en 1940 como “el extremo del movimiento francés tanto como una de las joyas que lo coronan”, es decir, la perla que lo remata. Como apunta la autora, tras de esta exposición se encontraba la estancia de Bretón en nuestro país en 1936, que, a decir de Gabriela Trejo Valencia, dotó al movimiento francés de un nuevo significado en la famosa afirmación del poeta que vio a “México como un país en sí mismo surrealista”, la cual supuso reconocer nuestro país como “la tierra que daba forma a las ideas que los surrealistas tenían de sí mismos. A kilómetros de su punto de origen, México les daba la identidad al tiempo que desplegaba la lógica del absurdo más allá de una decalcomanía”. La lectura de Gabriela Trejo Valencia abunda en este efecto de modelación que de México hicieron los surrealistas, tejida en realidad a su propia imagen y semejanza, así como en México el movimiento siguió también sus propias imágenes azarosas. 

Por mi parte, me sumo a los trabajos de este volumen con una propuesta de lectura de la relación que la obra del escritor mexicano Salvador Elizondo guarda con el pensamiento de Paul Valéry. Como trato de mostrar en el capítulo titulado “El método de Salvador Elizondo. “El mal de Teste” o la impronta de Paul Valéry”, la prosa elizondiana y el proyecto literario que ésta encarna deben en mucho a la figura del francés el interés por los procesos de la inteligencia, o bien de los “dramas mentales”, para decirlo en sintonía con las palabras de Valéry, como mediadores del acto creativo. En la pluma de Elizondo, sin embargo, las insistencias valerianas adquieren características y rasgos obsesivos propios que decantan en la creación de arquitecturas textuales avenidas a la intención de traducir o demostrar, por virtualidad de la escritura, esos “misterios del alma”. Ejercicios que se totalizan los afanes del escritor mexicano.

El trabajo de Asunción Rangel sigue el hilo de continuidad del análisis literario con la revisión de un escritor que comparte generación con Salvador Elizondo. En su texto “La galería francesa en los Inventarios de José Emilio Pacheco”, Asunción Rangel dibuja, antes que una galería francesa, una visión cromática de la obra de Pacheco en la que Francia y París llegan a asomarse más a modo de refracciones de los imaginarios que pueblan la biblioteca del escritor. París está entonces en los inventarios de Pacheco por vía oblicua en la imagen que de ella se construye en la prosa de Rubén Darío, en los pasajes de Walter Benjamin o en un cuento de Julián de Casal. Se trata, dice la misma Asunción Rangel del París que se encuentra en los libros de poemas, en las novelas, en los diarios, en las cartas, en resumidas cuentas, el París figurado en la palabra que dice más que el París “real” porque habla de sus cosas invisibles.

Finalmente, con el texto de Genaro Martell “Los inmateriales mexicanos”, llegamos a las postrimerías del siglo XX con el seguimiento que desarrolla el pensamiento del filósofo francés Jean-François Lyotard y sus reflexiones respecto de la “decrepitud moderna” y el consabido concepto de posmodernidad, el cual es puesto a dialogar con algunas reacciones de orden estético en México que trazan lo que define una suerte de “historia al revés” en las que busca dilucidar la exposición de ideas posmodernas avant la lettre. Dirige así un recorrido por una galería de cuatro salas, en las que recoge las estampas de José Clemente Orozco, Carlos Fuentes, el pintor novohispano José Juárez y el poeta guanajuatense Antonio Plaza. Por último, el libro recoge a modo de epílogo las relatorías de las doce sesiones del Seminario que dieron origen al libro, a cargo de Mireya Buenrostro Murrieta, dejando así constancia de otros trabajos que, por cuestiones de tiempo, no pudieron verse concretados en el libro.

En resumen, esta escueta descripción no es más que una invitación al lector a hacer sus propios juicios del libro. La propuesta, como reiteran sus paratextos es modesta, como sólo puede serlo todo gesto revisionista de la complejidad de las relaciones que se tejen entre las culturas. Lo que sí creo que logra a cabalidad es que, en su variable urdimbre, el libro deja ver, muestra, abre los ojos del lector a esta complejidad y recala en la importancia de, como anuncia su título, seguir los movimientos del trayecto, las idas y vueltas que dibujan los vasos comunicantes entre sociedades, pensamientos, individuos y obras.  Porque, como atinan a observar los coordinadores de este libro, sus sentidos anidan en las travesías, antes que en los puntos de su partida y de su llegada. 

Para descargar el libro en versión digital sin costo, aquí.


Claudia Liliana Gutiérrez Piña es profesora-investigadora del Departamento de Letras Hispánicas de la Universidad de Guanajuato, México. Fotografía: Eduardo Estala Rojas / Alianza Francesa de Guanajuato, México. 

Claudia Liliana Gutiérrez Piña es doctora en Literatura Hispánica por El Colegio de México. Autora del libro Las variaciones de la escritura. Una lectura crítica de El grafógrafo y de la obra de Salvador Elizondo (2016). Coordinadora del libro Salvador Elizondo: ida y vuelta. Estudios críticos (2016) y Mujeres mexicanas en la escritura (2017). Obtuvo el premio a la mejor tesis de doctorado en el área de Humanidades 2013, otorgado por la Academia Mexicana de Ciencias. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ha impartido cursos en la Universidad Autónoma del Estado de México y Tecnológico de Monterrey. Actualmente es profesora-investigadora del Departamento de Letras Hispánicas de la Universidad de Guanajuato, México.

Introduction of the Proceedings of the XIV Symposium of Mexican Students and Studies in the UK

By Dr. Luis Duran Arenas
Director of the Centre for Mexican Studies in the United Kingdom

One of the most important strategies that any country should pursue is the selection and development of its young talent. It is then a pleasure to write this brief introduction to the memory of the XIV Symposium of Mexican Students and Studies in the UK. As you will see this symposium is a sample of the talent of more than 100 Mexicans that are part of the 1300 plus Mexicans that are pursuing Master and Doctoral Programs in UK universities.


Niebla Zatarain, Jesús, Villa Rodríguez, Abel Osvaldo, Fuentes Pineda, Rosinda, Casasola Zamora, Samuel (2017). Symposium of Mexican Students and Studies. Vol. I Year I. United Kingdom. ISSN 2514-314X.

Mexico has a long tradition of supporting programs for the development of science and technology that need to be updated and rethought given the changing international and national context. Until today the students look for programs in the UK and apply in general considering its individual tastes, and without notice it, the negotiations to accredit an UK university at CONACYT in Mexico. I considered that it is necessary to add to this quasi random process, a combination of priority driven strategies to guarantee that the talent formed in UK universities could have an appropriate fit and places in Mexico to develop both its research and productive capabilities.

It is clear that the first benefit for the Mexican students is the simple exposure to different contexts, technologies, and solutions to local problems. The necessary consequence is to create the opportunities to take back to Mexico links, partners, and institutional contacts to develop new areas of opportunities in Mexico. The National Autonomous University of Mexico (UNAM), through its internationalization program, is aiming to provide part of the necessary institutional support to optimize the benefits for the individuals, our institutions and the country.

The XIV Symposium of Mexican Students and Studies in the UK, is an excellent showcase to start, develop and maintain these efforts. We at the Centre for Mexican Studies in the UK, from UNAM, are pleased to be part of this effort and will be committed to support with UNAM participation the work that has been done by our Mexican young talent in the UK.

I hope that you will find the materials written in this memory as engaging as I was able to witness in the presentations in Edinburgh. I am sure that you will proudly receive the results presented by our Mexican young talent and share with me the optimism for their return and application in our country. 

Download the full book here. 

Una visión sobre la importancia de las bibliotecas y el resguardo de los idiomas de México

Por Demián Aragón

Eduardo Estala Rojas (1980), escritor y promotor cultural mexicano, plantea la necesidad de promover en ámbitos internacionales la cultura mexicana a través  de su lengua, no solamente el español sino la gama de idiomas que han prevalecido entre los indígenas de México. 


El 22 de abril de 2016, el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, recibió reconocimiento del Ayuntamiento de Guanajuato a través de la Dirección Municipal de Cultura y Educación, México: “por su ardua labor en beneficio de la cultura guanajuatense, a través del impulso a la lectura y la actividad editorial”. Fotografía: Dirección de Cultura y Educación de Guanajuato, México.

Eduardo Estala Rojas. Fotografía: Dirección Municipal de Cultura y Educación de Guanajuato, México.

Una manera de lograr su difusión es por medio de la lectura, en este aspecto las bibliotecas juegan un papel fundamental, ya que se convierten en espacios propicios para generar en sus visitantes una forma de conectar con diferentes formas de pensamiento. 

Estala Rojas quien ha proyectado en el Mexican Cultural Centre (MCC), la cultura mexicana en el extranjero, plantea en su investigación periodística “La importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero”, un acercamiento al fenómeno de la lectura y las impresiones de intelectuales y visitantes en general acerca del significado de estos recintos.

La biblioteca es un espacio que ha formado parte central del imaginario social y por lo tanto del mundo ficcional que la literatura nos ofrece, el mejor ejemplo de ello es el escritor argentino Jorge Luis Borges, quien además de bibliotecario fue un creador de mundos imaginarios auspiciados por el saber universal contenido en los volúmenes que conforman los libros.

La mejor conexión con el contexto borgiano lo ofrece Umberto Eco en “El nombre de la rosa” (1980), su primera novela en la que la biblioteca se convierte en una metáfora de la adversidad a la que se enfrentan las ideas del hombre frente al exterior. En el siglo XXI, esto se puede asociar al cambio tecnológico, que opta por la descarga de materiales de lectura, pudiendo contenerse en un dispositivo electrónico una considerable cantidad de títulos sin necesidad de contar con un espacio fijo que reúna a los estudiosos, o aquellos que busquen la experiencia que el libro de papel ofrece.

Estala Rojas cuestiona la manera en que la biblioteca puede promover no solamente el español como lengua de México, uno de los países con más hispanohablantes según registros del INEGI, sino aquellos idiomas originarios que dan cuenta de la forma de expresión de una considerable cantidad de mexicanos que conservan su idioma y costumbres.

Esta preocupación permitió a Estala Rojas indagar en el fenómeno y realizar una investigación merecedora del Premio Internacional Ana María Agüero Melnyczuk a la Investigación Periodística 2015, el autor ha vivido de cerca la experiencia que trae consigo el contacto con las bibliotecas:

“he tenido el privilegio como lector de poder acceder a valiosos acervos, protegidos y disponibles para llevar a casa, o consultarlos en los recintos y de forma digital. Dentro de estos lugares de sabiduría y conocimiento universal, han surgido reflexiones sobre la situación actual de México, mi país de origen, sobre la importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero” (Estala, 2015: 11).

“La importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero” de Eduardo Estala Rojas. Edición bilingüe en español e inglés.  Traducción al inglés por Adriana Elizabeth Vera Pérez.  Colección Estudios Mexicanos. Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido-México, 2015; 38 pp.

“La importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero” de Eduardo Estala Rojas. Edición bilingüe en español e inglés. Traducción al inglés por Adriana Elizabeth Vera Pérez. Colección Estudios Mexicanos. Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido-México, 2015; 38 pp.

El autor ofrece diferentes puntos de vista en torno a la función de la biblioteca en la expansión del conocimiento, jugando el idioma uno de los pilares fundamentales, en este caso específico la difusión de la cultura mexicana a través de sus lenguas originarias y el español como idioma de asimilación histórica y cultural, buscándose frenar hasta cierto punto el riesgo a desaparecer que tienen esos elementos lingüísticos de identidad nacional.

Las opiniones sobre este tema son variadas, desde directores de bibliotecas, intelectuales y estudiantes de nivel medio superior. Daniel Goldin, director de la Biblioteca José Vasconcelos, considera que estos recintos del saber no deben ser considerados únicamente como resguardos de conocimiento sino también como elementos de apropiación cultural.

El escritor Adolfo Castañón ve a la biblioteca como un espacio emblemático de la concentración y el silencio que sus visitantes buscan como principal aliciente, de lo que puede desprenderse la importancia de estos lugares como punto de convergencia con las ideas contenidas en los libros, que conviven entre sí a pesar de las distancias geográficas y temporales que puedan separar a sus respectivos autores.

El Mexican Cultural Centre (MCC), en su misión de promover el idioma y la cultura mexicana en el extranjero, juega un papel importantísimo en el fomento de la lectura y de la valoración de la biblioteca como parte fundamental de la cultura universal.

Para descargar el libro sin costo, aquí


Demián Aragón. Fotografía: Cortesía.

Demián Aragón. Fotografía: Cortesía.

Demián Aragón, mexicano, es maestro en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Guanajuato, México. Investigador literario y cinematográfico, su interés está enfocado en la relación cine-literatura. Ha estudiado la obra de Carlos Fuentes, Alberto Fuguet y Vicente Leñero. Actualmente forma parte del SIRTH (Sistema de Radio, Televisión e Hipermedia) de la Universidad de Guanajuato, México.

Maximiliano I de México. Ensayos sobre la recepción literaria de un episodio histórico.

Por Andreas Kurz (editor)


Prólogo: La pequeña República de Austria se construye sobre las ruinas de la gran monarquía de los Habsburgo, unas ruinas que, a 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial, son tesoros que la industria del turismo y la de la nostalgia –también llamada literatura- aprovechan para generar millones de euro y miles de novelas. Una democracia estable y varios gobiernos socialistas conviven –y viven bien- con una de las dinastías más tradicionales y conservadores de la historia europea.


 "Maximiliano I de México. Ensayos sobre la recepción literaria de un episodio histórico". Edición de Andreas Kurz Essmeister. México, D.F.: Ediciones Eón (Ensayo) / Universidad de Guanajuato, 2015. ISBN: 978-607-9426-11-8.

«Maximiliano I de México. Ensayos sobre la recepción literaria de un episodio histórico». Edición de Andreas Kurz Essmeister. México, D.F.: Ediciones Eón (Ensayo) / Universidad de Guanajuato, 2015. ISBN: 978-607-9426-11-8.

Tu felix Austria nube (Feliz Austria, cásate), el lema de Maximiliano I (1459-1519), describe fielmente la política y el actuar de la familia imperial. Los Habsburgo sí van a la guerra, a veces con bastante éxito. Los Habsburgo son intrigantes, corruptos e inmorales, como todas las familias aristocráticas. También son geniales, innovadores y humanos, como lo son los Borbones, Tudor, Romanov, etc. Sin embargo, en la medida de lo posible la agresión bélica, el maquiavelismo de la diplomacia europea, la locura y el a veces inevitable reformismo se disfrazan con una máscara elegante: la etiqueta, los buenos modales, la benevolencia, la elegancia, la cultura. Un ejército disciplinado puede conquistar nuevos territorios para la gloria del imperio. Si un rostro bonito y –mucho más importante- una matriz fértil son capaces de hacer lo mismo, entonces es preferible confiar en la elegancia de esta arma.

Incluso las numerosas tragedias familiares de los Habsburgo y los aún más numerosos escándalos se cubren con un aura estética. El Duque de Reichstadt habrá sido una figura trágica –enfermo toda su corta vida, encerrado en el Castillo de Schönbrunn, alejado del mundo-, pero también es el hijo del gran Napoleón con una Habsburgo. La imagen de un joven sensible e inteligente y potencialmente emperador de los franceses encerrado en Viena, temido y burlado al mismo tiempo, no carece de un matiz poético. El rumor, este ingrediente básico de la buena literatura, se alimenta bien de figuras como el infeliz Napoleón II. En este caso construye un amorío con la archiduquesa Sofía, madre de Francisco José, cuyo producto nace una semana antes de la muerte del Duque y se llama Ferdinand Max, más tarde Maximiliano de México. La belleza de la mítica Sisi ni siquiera se ve afectada por una muerte violenta. El estilete del nacionalista italiano Luigi Lucheni perfora el corazón de la emperatriz tan finamente, que sólo una pálida gota de sangre sale. ¿Puede haber muerte más romántica? El príncipe Rodolfo y Mary Vetsera muertos en su castillo de Mayerling, los desastrosos atentados de Sarajevo: no hay tragedia habsburga sin un toque de romanticismo y kitsch, incluso si sus consecuencias cuestan la vida a millones de inocentes e indiferentes ante las locuras imperiales.

Es curioso que el archiduque Ferdinand Max, el hermano menor de Francisco José, sea hoy en Austria una figura históricamente marginada, poco explotada por el turismo. Es posible que se sepa más de sus logros como comandante de la marina austriaca y gobernador de la Lombardía, que de la “aventura” mexicana, la que, no obstante, genera su vida histórica. Apenas los trabajos de investigadores como Konrad Ratz o BrigitteHamann, así como unas exposiciones en Hardegg y Viena, lograron incitar el interés por Maximiliano. Sin embargo, comparado con Sisi, Francisco José, María Teresa o José II, Maximiliano es un Habsburgo menor. Ni siquiera en Miramar él y Charlotte dan la bienvenida a los turistas modernos, sino curiosamente la omnipresente Sisi quien no soportaba a Carlota y nunca visitaba a la pareja en su castillo de Trieste…

Es curioso porque hay pocas historias más trágicas, cómicas, trascendentales y ridículas, que la del Imperio de Maximiliano de Habsburgo en México. En otras palabras: hay pocas historias más románticas, si aceptamos un concepto filosófico –estético del romanticismo que no tiene nada que ver con lo melifluo y cursi, pero mucho con la ironía. Julien Sorel, la creación del gran Stendhal, vive los momentos más felices en la celda donde espera su muerte. Son felices porque son auténticos, liberados de la etiqueta y del qué dirán. Se necesita una cárcel para poder salir de otra cárcel –más hermética y tortuosa- que se llama nomos social. Tiene que morir la esperanza para que el individuo pueda vivir. Sorel, el reo de muerte, compensa una existencia dominada por máscaras, disfraces y mentiras durante los días privados de esperanza y futuro. Jules Favre había comparado a Maximiliano con Don Quijote. Creo que el Habsburgo, en sus prisiones múltiples de Querétaro, se parece más a Julien Sorel que al caballero de Cervantes. El emperador sin trono es un hombre libre que supera una vida que había sido sofocada por la etiqueta, el honor de la dinastía, un matrimonio útil arreglado por Leopoldo de Bélgica y la idea de ser un elegido de Dios. Maximiliano espera su proceso y espera su ejecución. Quizás hubiera podido escapar, pero su entusiasmo por los planes ambiciosos de los Salm-Salm y de Concha Miramón es mínimo. Prefiere morir y, sobre todo, vivir su muerte. Incluso rechaza las pastillas tranquilizantes que su médico, el Dr. Basch, le ofrece el día de los fusilamientos del Cerro de las Campanas.

Es un hecho irónico que esta muerte vivida mexicanizara al austriaco. Franz Werfel y Rodolfo Usigli saben que Maximiliano salvó la vida a Benito Juárez. Es probable que Juárez sin Maximiliano no se hubiera convertido en el benemérito, en un mito latinoamericano. Es posible que, como tantos otros, habría muerto en París o Londres o Viena o La Habana, si hubiera evitado el cadalso. La historiografía no debe especular, el “hubiera” no existe en su metodología. La literatura, por otro lado, se erige sobre las posibilidades y lo que no pasó, pero también podría ser.

Los artículos reunidos en este libro rinden un modesto tributo académico al “podría ser”. A raíz de la enajenación mental de Carlota y la muerte trágica de Maximiliano se genera una vasta producción literaria sobre la pareja imperial, su gobierno polémico en México y la infortunada y odiada intervención francesa. Los primeros textos aparecen antes de las ejecuciones de Querétaro, un fin del interés literario aún no es previsible. Aniversarios, como el que se “celebra” en 2014, películas y hasta obras musicales agregan facetas nuevas a la interpretación cultural de un episodio histórico sólo aparentemente efímero. Hay cientos de dramas, cuentos, novelas y poesías sobre el tema: la mayoría de ellas estéticamente insignificantes, muchas piezas mediocres y pervertidas por intereses partidarios, pero también algunas obras maestras que rebasan su motivo y se convierten en textos cuya importancia es en primer lugar artística.

Hay que resaltar tres momentos en la producción: Juárez y Maximiliano, el drama de Franz Werfel; Corona de sombra, de Rodolfo Usigli; y Noticias del Imperio, la monumental novela de Fernando del Paso. Estas obras artísticamente autónomas se basan en un gran número de predecesores, muchos de ellos hoy olvidados. Sin embargo, apenas el conjunto de una producción numerosa y, la mayoría de las veces, fallida con los pocos textos cumbre forma el panorama total de la recepción literaria de un tema histórico específico. Negar lo efímero, incluso relegarlo al infierno de la literatura trivial, sería un error grave. No hay Noticias del Imperio sin El Cerro de las Campanas. No hay Juárez y Maximiliano sin una docena de dramas tendenciosos escritos antes de la Primera Guerra Mundial.

Sólo este conjunto –ninguna obra aislada- puede competir con la historiografía, puede corregirla en ocasiones y otorgar un lugar, no sabemos si digno o vil, a Maximiliano y Carlota en las historias mexicana, austriaca, francesa, belga, americana y europea en general. Con este ideal en mente pedí colaboraciones a algunos investigadores mexicanos y austriacos. Desgraciadamente los europeos tuvieron que cancelar por presiones laborales. De manera que sólo el editor aporta una visión austriaca – muy mexicanizada después de una estancia de 15 años… La falta de colaboradores austriacos explica también la ausencia de un trabajo sobre Franz Werfel. Sin embargo, el dramaturgo está presente en todos los artículos reunidos. Otra ausencia lamentable es la de Juan A. Mateos y la novela histórica mexicana. Espero que pueda integrar estos y muchos nombres más en trabajos futuros que pretenderán describir y analizar la fascinante recepción literaria del Segundo Imperio en Austria y México.

Agradecimiento

Este libro es el resultado parcial de una investigación apoyada por Conacyt. Agradezco al Consejo esta valiosa y generosa ayuda. Le agradezco igualmente la posibilidad de llevar a cabo una estancia sabática en Viena que me abrió los ojos sobre la amplia –en realidad inabarcable- producción literaria sobre Maximiliano de México en mi país natal. La historiografía austriaca marginó a Maximiliano. La literatura, sin embargo, le dio un lugar predilecto, aunque sus autores sean casi siempre desconocidos, escritores pagados por las editoriales de novelas de reportaje y amateurs. Es precisamente la tarea del investigador de salvar estos textos del olvido y demostrar que ellos posibilitan las obras maestras, que son una parte importante de ese conjunto que se llama recepción literaria de un tema histórico. En este sentido, los autores ofrecen sus investigaciones a los lectores.

Para comprar el libro, aquí.


Dr. Andreas Kurz. Fotografía: Eduardo Estala Rojas.

Dr. Andreas Kurz. Fotografía: Eduardo Estala Rojas.

Andreas Kurz, austriaco, es doctor en Literatura Comparada por la Universidad de Viena. Profesor de Tiempo Completo de la Universidad de Guanajuato, México. Sus últimos libros publicados son la novela La joroba (Mérida / Venezuela, 2013), el ensayo El general Riva Palacio y la vajilla de Francisco José (Querétaro, 2013) y Cratilismo. De la pesadilla mimética en literatura y discurso (Puebla 2010). Es colaborador de La Jornada Semanal, de Confabulario (El Universal) y de la revista cultural Crítica (Universidad Autónoma de Puebla).  En el marco de una estancia sabática, impartió cursos en la Universidad de Viena sobre la literatura mexicana del siglo xix y la literatura de la decadencia en Francia y Austria. Actualmente investiga sobre la recepción literaria del Segundo Imperio Mexicano en Austria y México. 

¿Qué falló en París?

Adolfo A. Laborde Carranco

De un día para otro, todo cambio en materia de seguridad en Europa. Lo que se había hecho “bien” después de la serie de atentados en Francia, previo al viernes 13 de noviembre, quedó a un lado. Los actos terroristas en Paris, Francia, modificaron, para mal, el rostro de la seguridad continental y específicamente del gabinete de seguridad de Francois Hollande.


Art work by José Santos.

Art work by José Santos.

Pero, ¿cómo se dio este acto terrorista repentino? O bien, ¿qué otro factor ayudó para que este caso se expandiera como pólvora y le diera un golpe casi mortal a la tranquilidad de ese país y de otras naciones? Con miras a responder estos cuestionamientos, me permitiré realizar la siguiente reflexión.

A pesar de que hubo una reacción rápida por parte del Gobierno francés, no se consideraron ni validaron fuentes de información que desdeñaron: hablo de lo que los servicios de inteligencia iraquí les informó el jueves, un día antes de los atentados. Probablemente, esto se debió a que Hollande no fue informado de la gravedad del asunto oportunamente y, por consiguiente, no se respondió con una estrategia mediática de choque a la crisis que habría suspendido el partido de fútbol entre Francia y Alemania, entre otras medidas de seguridad, que seguramente alarmarían a la población.

Con ello, el papel del Estado garante de la seguridad de sus ciudadanos quedaría en tela de juicio. Existió, en términos de inteligencia estratégica, una falla del sistema de información, lo que vulneró no sólo los sistemas de inteligencia del país, sino a la del mismo sistema europeo. No se actuó en consecuencia de manera expedita. Los tomadores de decisiones no estaban conscientes de la magnitud de la amenaza, es decir, la reacción fue tardía. Esto nos habla de nueva cuenta de las fallas de los sistemas de inteligencia francés y de su ciclo. A pesar de la historia recientes de los atentados y disturbios en París (el ataque a la revista Charlie Hebdo el pasado 7 de enero de 2015, y los disturbios raciales en los suburbios del 27 de octubre de 2005) aún no se cuenta con las instituciones confiables (que solían ser en el pasado) capaces de adelantarse a los hechos con los denominados “Mapas de Riesgos”, es decir, pasar de la incertidumbre al riesgo, y así evitar y adelantarse neutralizando los actos terroristas.

En otras palabras, lo que sucedió en París, pudo haberse evitado si existiera un ciclo de inteligencia lo suficientemente robusto, confiable y ágil en el procesamiento y validación de la información que debería ayudar en la toma de decisiones, en este caso al Presidente Hollande y a su gabinete de seguridad. Probablemente, algo falló en el ciclo. La tarea ahora es blindarlo en sus facetas estratégicas, operativa y táctica. Quizá los recientes cambios reflejados en las operaciones para neutralizar las amenazas (células terroristas) y un Estado de excepción por tres meses más apunten a ello.

En el mediano plazo, es agrupar los buenos resultados en materia de inteligencia estratégica, así como comunicarlos a nivel local y global en aras de la confianza regrese a la ciudadanía. Si bien es cierto, hay avances en esta materia, Francia, sus aliados y el mundo entero, tendrán que lidiar con el fenómeno del terrorismo, que dicho sea de paso, logró uno de sus objetivos: sembrar el miedo y la angustia generalizada. Se tendrá que retomar el debate en los sistemas de inteligencia lo que en el fondo se plantea en la última película del agente 007; es decir, continuar confiando en los sistemas tradicionales en donde los agentes secretos jueguen un papel de suma importancia ayudando con su actividad de inteligencia a sus países mediante la generación de información clave para evitar actos que dañen a los ciudadanos. De esta forma, dejar de confiar ciegamente en los sistemas tecnológicos de seguridad. No lo sé. Probablemente la respuesta sea una combinación de ambas.


Adolfo A. Laborde Carranco, mexicano, es internacionalista. Profesor-Investigador de la Escuela Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales del Tec de Monterrey, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), y del Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido-México.

La importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero.

Publicamos en libro bilingüe (español e inglés) en el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, el ensayo ganador del Premio Internacional Ana María Agüero Melnyczuk a la Investigación Periodística 2015. El jurado internacional estuvo integrado por los profesores Laura Broitman (Israel), Marta Cantero Lleó (España), Juan Jacobo Melo Fierro (Ecuador). Este premio es organizado cada año por la prestigiosa Limaclara Ediciones en Argentina.


“La importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero” de Eduardo Estala Rojas. Edición bilingüe en español e inglés. Traducción al inglés por Adriana Elizabeth Vera Pérez. Colección Estudios Mexicanos. Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido-México, 2015; 38 pp.

“La importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero” de Eduardo Estala Rojas. Edición bilingüe en español e inglés. Traducción al inglés por Adriana Elizabeth Vera Pérez. Colección Estudios Mexicanos. Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido-México, 2015; 38 pp.

Que un laureado ensayo: “La importancia de visitar y promover las bibliotecas públicas, el español y las lenguas indígenas de México, en el extranjero”, tenga la virtud de englobar una realidad acuciante, y, a su vez, el llamado perentorio a preservar la identidad americana, es suficiente para que dicha obra sea motivo de examen y estudio en colegios y universidades.

El autor llama a despertar nuestras ateridas responsabilidades mediante un trabajo valioso y profundo, en el cual nos lleva a recorrer las entrañas mismas de la América ardiente, de su riquísima cultura e historia.

Quienes admiramos de Eduardo Estala Rojas sus esfuerzos y notable intelectualidad, nos congratulamos comprobar, disfrutando la presente obra, que nuestros sentires y discernimientos están plenamente justificados”.

Raúl Silverio López Ortego
Editor y Presidente de Limaclara Ediciones.
Buenos Aires. Argentina.


Disponible en nuestra Biblioteca Digital MCC


El caso Ayotzinapa: desde una perspectiva global.

Adolfo A. Laborde Carranco

Todo parecía marchar en orden. El Pacto por México y posteriormente, la aprobación de las reformas estructurales por las distintas fuerzas políticas (exceptuando algunas, claro) del país perfilaban a México como una nación que tendría una administración peñista llena de logros y éxitos. Era el “Mexican Moment”. No fue así. La noche del 26 de septiembre de 2014, cambió la historia.


Padres de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en la ciudad de Iguala, Guerrero, México. Foto: Eduardo Estala Rojas.

Padres de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa,  Iguala, Guerrero, México. Fotografía: Eduardo Estala Rojas.

De un día para otro, todo lo que se había hecho “bien” quedó a un lado. La desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en la ciudad de Iguala, Estado de Guerrero, modificó para mal el rostro del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto a nivel global. Ni el Pacto por México o los esfuerzos para vender sus resultados materializados en las reformas estructurales en el mundo, especialmente la energética, pudo neutralizar la reacción de la prensa internacional en un primer momento. Después de organismos, organizaciones de la sociedad civil, locales y mundiales.

Pero, ¿cómo se dio este cambio repentino en la imagen de México? O bien, ¿qué otro factor ayudó para que este caso se expandiera como pólvora y le diera un golpe casi mortal a la campaña promocional de México en el mundo? Con miras a responder estos cuestionamientos, me permitiré realizar dos reflexiones. La primera radica en la hipótesis de que hubo una reacción lenta y despreocupada del Gobierno Federal. Probablemente esto se debió a que el Presidente no fue informado de la gravedad del asunto oportunamente y, por consiguiente, no se respondió con una estrategia mediática de choque a la crisis.

Existió en términos de inteligencia estratégica una falla del sistema de información, lo que vulneró no sólo la imagen del país, sino la del mismo Presidente con una baja considerable en sus niveles de popularidad. No se actuó en consecuencia de manera expedita. Simple y sencillamente el Presidente no estaba consciente de la magnitud del conflicto y los críticos del régimen esperaban una coyuntura de esta magnitud. No perdonaron y aprovecharon la ocasión. Llovieron las críticas sin cuartel y la respuesta de la prensa internacional no se hizo esperar. El resultado lo conocemos todos.

Segundo. Otro factor que no se debe de dejar a un lado, es que lo que en un principio se pensó utilizar, supongo, con miras a las elecciones de 2015, como una estrategia de golpeteo político al Partido de la Revolución Democrática (PRD), en Guerrero primero, y luego en la geografía política nacional, se convirtió en un efecto bumerán que afectó con más fuerza al Gobierno Federal con su política de “inacción” o de no pasa nada. La reacción fue tardía. Esto nos habla de nueva cuenta de las fallas de los sistemas de inteligencia del país o de su ciclo. A pesar de que la política de seguridad cambió y se concentró en la Secretaría de Gobernación a partir de este sexenio, este hecho y otros más, han demostrado que aún no se cuentan con las instituciones confiables (que solían ser en el pasado) capaces de adelantarse a los hechos con los denominados “Mapas de Riesgos”, es decir, pasar de la incertidumbre al riesgo.

En otras palabras, lo que sucedió en Iguala pudo evitarse si hubiera un ciclo de inteligencia lo suficientemente confiable y ágil en el procesamiento y validación de la información que debería nutrir a los tomadores de decisiones, en este caso al Presidente de la República y su Gabinete de Seguridad. Algo falló en el ciclo. La tarea ahora, es blindarlo en sus facetas estratégica, operativa y táctica. Quizá los recientes cambios en esa materia y en la Secretaría de Gobernación apunten a ello. Mientras tanto, los esfuerzos para que el nombre de México, dejé de estar asociado con el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, tendrán que ser titánicos. La tarea en el mediano plazo es agrupar los buenos resultados de la administración y comunicarlos a nivel local y global. Si bien es cierto, hay avances palpables en materia de la recomposición de la imagen de México, en los últimos meses en el exterior. El país nos guste o no, tendrá que lidiar por lo menos hasta que termine el actual sexenio, con la presión de los padres de los 43 estudiantes, organizaciones y organismos nacionales e internacionales que lo único que piden es esclarecer el caso; es decir, conocer la verdad. Esto sería lo justo. ¿O es mucho pedir?


Adolfo A. Laborde Carranco. Foto: Cortesía.

Adolfo A. Laborde Carranco. Foto: Cortesía.

Adolfo A. Laborde Carranco, mexicano, es internacionalista. Profesor Investigador de la Escuela Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales del Tec de Monterrey, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), y del Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido. En la actualidad se encuentra realizando una estancia de investigación sobre las relaciones comerciales y económicas entre Corea del Sur y México en el Instituto de Política Económica Internacional de Corea del Sur (KIEP).

De cómo los libros y las neuronas rescataron a los osos Yoguis

Fernando Quiroz Luna

Conferencia impartida en la ciudad de Guanajuato, en el II Simposio Interdisciplinario Arte y Educación, organizado por la Secretaria de Educación de Guanajuato (SEG), México. Acompañan a la ponencia cinco obras de arte de José Santos, artista visual mexicano-británico. Coordinación editorial y selección de obras de arte,  a cargo del escritor y editor mexicano Eduardo Estala Rojas.


I. El flashback de un martes cualquiera

Art work by José Santos: http://www.jsantos.co.uk/

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La primera experiencia docente que tuve en mi vida sucedió en la tierna infancia. Cuando tenía nueve años, mi primer educado asentía dispuesto y cortés todas mis enseñanzas. Él, de corbata y sombrerito, frente al pizarrón viejo que por alguna razón siempre estuvo en la casa (siempre verde y siempre viejo), sonreía mientras mi mano deslizaba el gis sobre la superficie dispareja que la humedad había provocado en la tabla aceitunada. Al finalizar la lección, el alumno lucía rebosante de entendimiento, sus ojos avispados y su sonrisa ancha lo demostraban y entonces, el maestro borraba satisfecho la lección que se iba espolvoreando sobre el piso y tiznaba de blanco sus zapatos con suela de goma. Aquel noble oyente era un oso, era de felpa y se llamaba Yogui.

Años después me estrené en un salón de clases real con un pizarrón real (que ya no era verde) y con alumnos reales, motivado por la ilusión y el afán de enseñar y de repetir aquella experiencia tan satisfactoria. En aquellos días, regresaba a mi casa contento de haber podido explicar tan claramente los temas que preparaba siguiendo el plan de la materia que me asignaban. Terminaba la clase con la garganta escocida, pero pleno de ver aquellos rostros preparatorianos tan llenos de juicio.

Conforme pasó el tiempo me fui dando cuenta de que efectivamente estaba repitiendo aquella experiencia de la infancia. Una tarde cualquiera de un martes cualquiera, en un flashazo retrospectivo, me vi rodeado no de uno sino de cincuenta osos Yoguis sentados en sus mesabancos, clavando sus miradas (no sé si avispadas) sobre mí. Asentían de igual forma y de igual forma parecían sonreír al escuchar mis palabras. Tristemente comprendí en ese momento, que su sonrisa también era de felpa. Pude darme cuenta del gran problema del que ya muchos otros han sido conscientes a lo largo de mucho tiempo: La apatía.

II. De la indolencia a moxear

Art work by José Santos: http://www.jsantos.co.uk/

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Según la Real Academia de la Lengua, apatía es la impasibilidad del ánimo, la dejadez, la indolencia.[1] Y en efecto, detrás del gesto afelpado de los estudiantes que asienten mecánicamente a la pregunta: ¿Entendieron?, se esconde el desánimo y la indiferencia, la desconexión total del canal de comunicación, de tal forma que el asentimiento es una reacción preestablecida, una careta tras la que se oculta su indisposición consciente o inconsciente para edificarse.

Y puede que el problema no sea ese, es muy posible que la apatía no sea solamente dejadez, sino que quizá subyace, bajo ese aparente desánimo, la pasividad del alumno atada a la incapacidad subjetiva de transformar su entorno, quizá nos encontramos ante el supuesto de la indefensión aprendida. [2]

Con posterioridad a aquel momento revelador, las generaciones de osos yoguis siguieron entrando y saliendo del salón de clases. Las teorías pedagógicas y los modelos educativos se fueron adaptando. El Constructivismo fue cobrando popularidad en el ámbito académico y reclutando voluntades. Entonces la idea de apelar a la capacidad cognitiva más importante del alumno, la de poder transformar su propio conocimiento, vino desplazando a la idea de la educación bancaria. [3] En ese sentido, véase expuesto el estudiante a la inoculación arbitraria del anticuado maestro o bien, al couching del profesor contemporáneo, el problema de fondo y que en mi opinión ha permanecido inmutable, es no sólo la cuestión del ánimo desanimado, sino de éste como producto de la incapacidad del alumno para engendrar un vínculo entre el conocimiento que se le ofrece y su inherente potencialidad con la realidad de su propia existencia, con su mundo, con lo que él es y lo que puede llegar a ser. De esta manera el estudio en cualquiera de sus formas se revela estéril.

El panorama ensombrece aún más cuando ya en estos días, vuelvo la cara al grupo después de haber deslizado mi mano sobre el pizarrón (que ojalá fuera verde por pura nostalgia) y descubro que los osos ya ni siquiera me voltean a ver, los encuentro clavando sus avispadas pupilas no en otra cosa que en la pantalla de sus Aifons, Aipads, Aipods, o cualquier otro androide por el estilo y aunque ellos sonríen afelpadamente, yo francamente me deprimo. Ojalá alguno de estos artefactos posmodernos dieran cuenta de la utilidad práctica para la que fueron creados, sin embargo en los adolescentes y en la mayoría de los adultos se han constituido en objeto de culto, de veneración, y para la niñez, en el símbolo de una emancipación precoz.

El ensombrecimiento obedece al hecho de que tales chunches posmodernos no son sino partículas de la amalgama de la nueva conciencia colectiva que poco a poco se va conformando en un fenómeno que al que Lipovetsky denomina “hipermodernidad”.[4] Este concepto presenta un mundo que se caracteriza por la omnipresencia tecnológica y la consecuente modificación del concepto cultura. Vivimos rodeados por pantallas electrónicas que han roto el discurso narrativo a favor de la imagen que se ha convertido en ídolo. Se desmoronan las estructuras de sentido y el hedonismo y el consumismo antes contenidos, explotan con la intensidad de su abstinencia. Se libera el “Narciso cool”, un ente que se desvive en su gozo, un individuo que vive el presente, olvidado del pasado y sin ninguna preocupación por el futuro. Así pues, las grandes pantallas de LED’s iluminan el umbral que deja entrever, entre otras curiosidades, la “segunda revolución individualista” de los tiempos inmediatos y próximos, caracterizada por un hiperindividualismo narcisista. Y para muestra no hay más que ver a varios de nuestros alumnos, para quienes late más fuerte la motivación diaria de moxear en el baño y publicar sus selfies en el feis, que la de capitalizar sus horas de escuela en pro de un futuro (como diría mi abuelita) más prometedor.

Lo anterior no es cualquier cosa, presupone un problema enorme: si el individualismo nubla la visión del otro, el hiperindividualismo lo excluye de tajo. Es así, que otros no tienen cabida en mi espacio ni en mi concepción del mundo, en la cual sólo cabemos yo y mi androide. Amagando así, con sus terribles consecuencias, la posibilidad contenida en la célebre frase de Vygotski: “A través de otros llegamos a ser nosotros mismos”.

III. Leer es = a vivir

Art work by José Santos: http://www.jsantos.co.uk/

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Aquí, en el interior de nuestros cráneos, habitando el laberinto encefálico, se encuentran entre otras miniaturas, unas que no por diminutas son incapaces de edificar grandezas. En 1996 la chiripa y un macaco dieron luz a lo siguiente:

«cuando Fogassi, parado al lado de una frutera, tomó un plátano, observamos que algunas de las neuronas del mono reaccionaron, pero: ¿cómo podía suceder esto si el animal no se había movido? Al principio pensamos que era un error en nuestra técnica de medición o quizá un fallo del equipo; luego, comprobamos que todo funcionaba bien y que las reacciones de las neuronas ocurrían cada vez que repetíamos el movimiento». [5]

En aquél año, mientras Madonna hacía la Eva Perón del celuloide, Giacomo Rizzolatti, en trabajo conjunto con sus colegas neurocientíficos, experimentó colocando electrodos en la corteza cerebral de un chango macaco para estudiar las neuronas especializadas en el control motor de la mano. Durante cada experimento, registraban la actividad de solo una neurona en el cerebro del chango, mientras le ofrecían comida para que él la tomara y así poder registrar la respuesta de la neurona al estímulo. Para sorpresa de los investigadores, cuando el mono observó a Fogassi tomar el plátano del frutero, su cerebro mostró actividad en algunas otras neuronas que aparentemente no estaban siendo estimuladas. Resulta pues que habían dado por casualidad con las hoy ya afamadas: Neuronas Espejo.

Las neuronas espejo son las responsables de la mímesis y la empatía en los seres humanos y otros animales. Se les denomina “espejo” precisamente por su naturaleza copiona. “En las neurociencias se supone que estas neuronas desempeñan una función importante dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía y la imitación. De aquí que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las neurociencias en la última década.”[6]

La mímesis es importantísima para el hombre a un nivel de adaptación natural en un plano de supervivencia, ya sea para la selva, la sabana o la jungla de asfalto; sin embargo, la empatía lo es de igual forma en un plano que puede facilitarle no sólo la supervivencia, sino la posibilidad de relacionarse afectiva y efectivamente con la naturaleza de sus congéneres.

“Siempre que me confronto con otro ser humano, ocurre lo mismo. Primero, distingo ciertos ademanes, ciertas muecas, ciertas posturas; mis neuronas espejo se activan; repito exactamente esos mismos ademanes, muecas y posturas en mi interior, como si me pertenecieran y, al hacerlo, por fin sé lo que te pasa: estás agobiada o meditabunda o irascible. Y, al tú estarlo, lo estoy yo también. A continuación, según el caso, buscaré consolarte, te dejaré en paz o huiré de ti. Puedo equivocarme, por supuesto –las neuronas espejo no son infalibles-, y creer que estás enojada cuando estás triste o triste cuando sólo sientes vergüenza. Leer a los otros, es decir, leer sus cuerpos para tratar de leer sus mentes, es una actividad que se aprende y refina con el tiempo tras observar a cientos de miles de personas o, minuciosamente a una misma –a ti.”[7]

Jorge Volpi asegura que el arte de la ficción es realidad y que nos hace humanos. Estoy completamente de acuerdo con esta idea, de hecho estoy de acuerdo con esta idea desde antes de que él manifestara en su libro estar de acuerdo con la misma y, con total seguridad, estoy de acuerdo con la idea, desde mucho después que otros muchos antes de mí ya hayan estado de acuerdo con ella. El punto es que su propuesta restringe la posibilidad humanizante a una, sólo a una fracción de la literatura: la ficción.

En cambio, yo considero que todas las categorías literarias son capaces de humanizarnos, y no sólo eso, de educarnos al brindar la posibilidad de engendrar el vínculo que nos sitúe en el contexto de nuestra propia existencia y de lo que podemos ser, sentir, comprender y llegar a ser dentro de esa realidad particular y a la vez común que nos ofrece la literatura, pues al final, como lo dijo George Orwell: “Todos somos iguales, pero unos más iguales que otros”. [8]

Gerardo Oviedo ha descrito la función literaria en una frase bellísima: “Escribir es detener la vida para que, sin moverse, parezca que se mueve”. Bajo esta idea entonces, leer es darle cuerda a la vida y es en este punto en el que los diminutos espejos que forman parte de nuestro cerebro se disponen a reflejar grandes experiencias en nuestra mente al reproducir situaciones, momentos, sentimientos, matices, personajes y estructuras de conocimiento en nuestro interior, gracias a las cuales podemos percibir momentáneamente qué es lo que sentiríamos si las viviéramos en carne y hueso.

Ya en el siglo XIX, el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein había señalado en su Tractatus, “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”[9] y aunque su planteamiento se encamina al hecho de que la realidad que apreciamos es una construcción cimentada propiamente en los recursos del lenguaje con los que contamos y con los que nos explicamos el mundo y que si queremos cambiarla habremos de cambiar nuestra propia narrativa, múltiples estudios actuales avalan el hecho de que en realidad, la narrativa modifica nuestra realidad inclusive a un nivel neurobiológico. Paul J. Zak, manifiesta en “The moral molecule”[10] que sus experimentos demuestran que una buena historia es capaz de producir cambios bioquímicos en el cerebro. Claro que una buena historia lo hará; pero también podría hacerlo una mala o una triste o una frustrante, porque como dice Volpi, “El cerebro se comporta frente a una novela o un cuento igual que frente al mundo, realizando millones de operaciones mentales –las conexiones sinápticas arrebatadas en una tormenta tropical-, midiendo cada situación, evaluándola, comparándola con patrones preexistentes (eso que llamamos memoria), a fin de prever a cada momento lo que ocurrirá a continuación. Por eso leer es tan fecundo y tan cansado –como vivir.”

IV. De la sonrisa de felpa al mundo de corazón y sesos

Art work by José Santos: http://www.jsantos.co.uk/

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La literatura es entonces una herramienta vitalizadora, es decir, capaz de quebrantar el letargo y hacernos vivir para aprender a existir. La literatura también es la vida y nos enseña. Habiendo señalado que la empatía no sólo nos acerca a los otros sino que nos pone en sus zapatos, me atrevo a asegurar que para que tanto la empatía como la mímesis a través de la literatura puedan ser catalizadores de una experiencia vitalizadora concreta, debería existir en quien se somete a la lectura, el desarrollo óptimo de una habilidad cognitiva imprescindible: el discernimiento.

En sus raíces etimológicas, discernir que se refiere al medio para distinguir [11] , es el elemento que a mi juicio, se perfila idóneo para promover la química perfecta entre la empatía y la apatía y provocar una reacción transformadora. Un alumno que no ha desarrollado la capacidad de discernir, no podrá concretar la experiencia edificadora que supone la literatura, puesto que el acto de discernir conlleva la responsabilidad de distinguir y distinguirse, de aclarar y aclararse, de percibir y percibirse, de saber y saberse, de entender y entenderse, de conocer y conocerse, de apreciar y apreciarse, de generalizar y generalizarse, de singularizar y singularizarse: en definitiva, de comprender y de comprenderse. Y es aquí donde late el corazón de la actividad docente, en poder irrigar y nutrir el desarrollo de las habilidades cognitivas que sean posibles, pero por sobre todas, en mi opinión, la del discernimiento.

Paulo Freire en su Pedagogía del Oprimido, señala que los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión y que el diálogo es un fenómeno humano por el cual se nos revela la palabra, de la cual podemos decir que es el diálogo mismo. En mi perspectiva, la literatura nos ofrece esa posibilidad puesto que los textos literarios, a pesar de la separación espacio-temporal existente entre el autor y el lector, son en esencia un acto de comunicación. Para Freire la palabra tiene dos fases constitutivas indisolubles: acción y reflexión. Ambas, en relación dialéctica establecen la praxis del proceso transformador. La reflexión sin acción, se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es activismo.

La palabra verdadera es la praxis, porque los hombres deben actuar en el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo. Insisto entonces en que la literatura nos brinda esa posibilidad de diálogo, no en el sentido puramente Freiriano, sino en la probabilidad alternativa de obedecer a la acción interior que nos facilita la constitución neurobiológica a través de nuestras neuronas espejo y demás mecanismos naturales del cerebro y a la consecuente operación de un robusto discernimiento. De tal suerte que de la misma forma en que dos seres humanos que convergen en algún punto de la existencia pueden dialogar y fomentar la empatía para lograr una transformación activa, así de igual forma, un lector que aprovecha la oportunidad del acto comunicativo con el texto literario, empatiza y discierne para situarse conscientemente en el contexto de su propia realidad y ejecutar las acciones tendientes a edificar la humanización, transformación y liberación que supone la verdadera educación.

Con lo anterior no quiero decir con un optimismo desbocado que forzosamente la literatura produzca mejores hombres y mujeres; pero definitivamente quien no lee, tiene menos posibilidades de comprender el mundo, comprender a los otros y comprenderse a sí mismo. Es así como a través de la literatura, podemos reencausar el camino de nuestros osos Yoguis para ayudarles a vivir y no sólo a sobrevivir en este mundo de corazón y sesos como lo anhelaba Pinocho o dejarlos caer irremediablemente en el limbo hipermoderno donde sus almas esperarán, quien sabe hasta cuándo, la redención.

Es importantísimo recalcar en este punto el papel que tiene el maestro como auténtico custodio, pues la literatura contiene lo mejor y también lo peor de la naturaleza humana. Encontramos en la biblioteca universal obras tan luminosas como El Principito y con igual intensidad oscuras como el Martillo de las brujas, por decir algunas. “Frente a las diferencias que nos separan –del color de la piel al lugar de nacimiento, obsesiones equivalentemente perniciosas–, la literatura siempre anunció una verdad que apenas hace unos años corroboró la secuenciación del genoma humano: todos somos básicamente idénticos. Al menos en teoría, cualquiera podría ponerse en el sitio de cualquiera. (Aunque, como veremos, nuestra mente también es capaz de producir ideas que paralizan esta tendencia natural de la empatía: el racismo, el sexismo, la xenofobia, la homofobia, el nacionalismo, todas esas perversas exaltaciones de las pequeñas diferencias.)”[12]

Es por lo anterior que la figura del maestro está obligada a responsabilizarse de incorporar la función de la literatura al contexto de la realidad de sus aulas, con la finalidad de custodiar y procurar que el embrión de la transformación que se gesta en sus alumnos durante el proceso formativo de la educación, quede bien fijado en su matriz cognitiva para salvaguardar la posibilidad más o menos tangible de que en lo futuro la humanización, la transformación y la liberación humana puedan verse materializadas. Porque educar no es transmitir conocimiento, educar es construir juntos un mundo menos peor.

V. En conclusión

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La intención de este trabajo es recordar las posibilidades que nos ofrece el arte como una herramienta optima en el proceso educativo. Ya sea para efectos de los modelos constructivistas, de la educación liberadora o de cualquier otro que busque una verdadera emancipación intelectual, espiritual y humana, la apatía plantea un obstáculo innegable. La indolencia tanto en términos humanos como educativos será siempre un obstáculo latente pero no por eso invencible. Habrá que reconocerlo para hacerle frente y disolverlo en la medida de lo posible con las herramientas que tengamos a la mano, en este caso la que yo defiendo: la literatura.

No sugiero que sea la única ni la mejor, pero sí puedo asegurar que de todas las expresiones artísticas y discursivas, la literatura es la que nos permite una comunicación más profunda con la naturaleza de las cosas. A diferencia del cine, del teatro o lo multimedia, la literatura nos permite un contacto más cercano y profundo con las conciencias ajenas. Los otros al ser figurativos, imponen una representación ajena y externa que hay que atravesar, en cambio la literatura nos mete a las entrañas de la imagen, desde donde podemos comprenderlo todo de una forma libre y espontánea, autónoma.

No espero que la literatura produzca seres conformados y perfectos. Porque esto, además de poco realista, plantea el problema de la malversación ideológica: “La literatura, es cierto, parece degradarse cuando persigue un fin concreto, cuando soporta una ideología explícita. Porque cualquier ideología es de entrada, una forma excluyente de otras variedades de pensamiento. Cuando no descansa en un dogma, la ficción nos permite, por el contrario, ensanchar nuestra idea de lo humano. Con ella no sólo conocemos otras voces y otras experiencias, sino que las sentimos tan vivas como si nos pertenecieran.”[13]

Lo que sí espero es que la literatura apoyada en el discernimiento, sirva para que el estudiante no sólo adquiera un conocimiento sino que logre vivirlo a través de la lectura y pueda vincularlo a su realidad para así poder tomar las decisiones edificadoras de su propia vida, de modo que su estructura de pensamiento pueda proveerle, mientras habita el mundo, una existencia verdaderamente digna. Así como acción y reflexión en relación dialéctica establecen la praxis del proceso transformador para lograr la alfabetización en la teoría Freiriana, así la acción interior y el discernimiento en similar sinergia son capaces de promover la transformación en lo que yo llamo un proceso de vitalización a través de la literatura.

Hay que resquebrajar esa idea monolítica de que leer es aburrido y quitarle a los libros la mala fama. Hay que hacer que se disipe ese temor reverencial con el que el imaginario colectivo los ha revestido. Un buen libro es un buen amigo y nada más.  Al quebrantar eso, en algún momento la barrera que todavía impide que la literatura contribuya a la formación de un ser que empatiza, discierne y vive, comenzará a desmoronarse y pondremos en el horizonte de nuestros alumnos, la posibilidad de saborear todas las variedades de la experiencia humana y de decidir si prefieren evolucionar o morir afelpados. Nadie experimenta en cabeza ajena, dice el dicho, nadie excepto aquel que lee, digo yo.


Fernando Q. Luna. Foto: Laura R. Cervantes.

Fernando Q. Luna. Foto: Laura R. Cervantes.

Fernando Q. Luna, mexicano, es licenciado en Derecho y maestro en el área de comunicación. Ha realizado estudios en filosofía y literatura, además en creación literaria por el Instituto Nacional de Bellas Artes. Es profesor de la Universidad de Guanajuato, México, en la división de Humanidades y Ciencias Sociales. Como escritor ha publicado algunos cuentos y artículos sobre temas de su interés en lo que él denomina “filosofía pop! la reflexión es apta para todo público”. Ha participado en diversos foros educativos y literarios. Ha sido coordinador de talleres literarios y programas de fomento a la lectura. También ha sido vocero de Greenpeace en su entidad y promotor de las causas proambientales. Es un activista en favor de la educación, la literatura y de un mundo menos peor.


Referencias

[1] Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, [Web en línea]. http://www.rae.es [Consulta: 2-06-2014]

[2]  Seligman, M. E. P. (1975). Helplessness: On Depression, Development, and Death. San Francisco: W. H. Freeman. ISBN 071672328X.

[3]  Freire Paulo, Siglo XXI de España, 1975 243 pp.

[4] Lipovetsky Gilles, Sebastien Charles, Los tiempos Hipermodernos, Editorial Anagrama 2006, 144 pp. ISBN 9788433962478.

[5]  Giacomo Rizzolatti, en su investigación Premotor cortex and the recognition of motor actions, Cognitive Brain, 1996, 3 131-141 pp.

[6]  V.S. Ramachandran, en su ensayo Mirror neurons and imitation learning as the driving force behind «the great leap forward» in human evolution hace referencia a su potencial importancia en el lenguaje y la imitación.

[7]  Volpi Jorge, Leer la mente: El cerebro y el arte de la ficción, Editorial Alfaguara, México 2011, 163 pp. ISBN: 9786071109651

[8]  Orwell George, Rebelión en la granja, Editorial Destino, 2006, 187 pp. 

[9]  Ludwig Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus, trad. Gilles-Gaston Granger, Gallimard, Paris, 2001, 121pp. ISBN 2070758648

[10]  Paul J. Zack, The Moral Molecule now trust works, Penguin, 2012, 256 pp.

[11]  Origen de las Palabras, [Web en línea]. http://www.etimologias.dechile.net [Consulta: 2-06-2014]

[12]  Volpi Jorge, Ibid, 163 pp.

[13]  Volpi Jorge, Ibid, 163 pp.