Adolfo A. Laborde Carranco
De un día para otro, todo cambio en materia de seguridad en Europa. Lo que se había hecho “bien” después de la serie de atentados en Francia, previo al viernes 13 de noviembre, quedó a un lado. Los actos terroristas en Paris, Francia, modificaron, para mal, el rostro de la seguridad continental y específicamente del gabinete de seguridad de Francois Hollande.

Art work by José Santos.
Pero, ¿cómo se dio este acto terrorista repentino? O bien, ¿qué otro factor ayudó para que este caso se expandiera como pólvora y le diera un golpe casi mortal a la tranquilidad de ese país y de otras naciones? Con miras a responder estos cuestionamientos, me permitiré realizar la siguiente reflexión.
A pesar de que hubo una reacción rápida por parte del Gobierno francés, no se consideraron ni validaron fuentes de información que desdeñaron: hablo de lo que los servicios de inteligencia iraquí les informó el jueves, un día antes de los atentados. Probablemente, esto se debió a que Hollande no fue informado de la gravedad del asunto oportunamente y, por consiguiente, no se respondió con una estrategia mediática de choque a la crisis que habría suspendido el partido de fútbol entre Francia y Alemania, entre otras medidas de seguridad, que seguramente alarmarían a la población.
Con ello, el papel del Estado garante de la seguridad de sus ciudadanos quedaría en tela de juicio. Existió, en términos de inteligencia estratégica, una falla del sistema de información, lo que vulneró no sólo los sistemas de inteligencia del país, sino a la del mismo sistema europeo. No se actuó en consecuencia de manera expedita. Los tomadores de decisiones no estaban conscientes de la magnitud de la amenaza, es decir, la reacción fue tardía. Esto nos habla de nueva cuenta de las fallas de los sistemas de inteligencia francés y de su ciclo. A pesar de la historia recientes de los atentados y disturbios en París (el ataque a la revista Charlie Hebdo el pasado 7 de enero de 2015, y los disturbios raciales en los suburbios del 27 de octubre de 2005) aún no se cuenta con las instituciones confiables (que solían ser en el pasado) capaces de adelantarse a los hechos con los denominados “Mapas de Riesgos”, es decir, pasar de la incertidumbre al riesgo, y así evitar y adelantarse neutralizando los actos terroristas.
En otras palabras, lo que sucedió en París, pudo haberse evitado si existiera un ciclo de inteligencia lo suficientemente robusto, confiable y ágil en el procesamiento y validación de la información que debería ayudar en la toma de decisiones, en este caso al Presidente Hollande y a su gabinete de seguridad. Probablemente, algo falló en el ciclo. La tarea ahora es blindarlo en sus facetas estratégicas, operativa y táctica. Quizá los recientes cambios reflejados en las operaciones para neutralizar las amenazas (células terroristas) y un Estado de excepción por tres meses más apunten a ello.
En el mediano plazo, es agrupar los buenos resultados en materia de inteligencia estratégica, así como comunicarlos a nivel local y global en aras de la confianza regrese a la ciudadanía. Si bien es cierto, hay avances en esta materia, Francia, sus aliados y el mundo entero, tendrán que lidiar con el fenómeno del terrorismo, que dicho sea de paso, logró uno de sus objetivos: sembrar el miedo y la angustia generalizada. Se tendrá que retomar el debate en los sistemas de inteligencia lo que en el fondo se plantea en la última película del agente 007; es decir, continuar confiando en los sistemas tradicionales en donde los agentes secretos jueguen un papel de suma importancia ayudando con su actividad de inteligencia a sus países mediante la generación de información clave para evitar actos que dañen a los ciudadanos. De esta forma, dejar de confiar ciegamente en los sistemas tecnológicos de seguridad. No lo sé. Probablemente la respuesta sea una combinación de ambas.
Adolfo A. Laborde Carranco, mexicano, es internacionalista. Profesor-Investigador de la Escuela Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales del Tec de Monterrey, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), y del Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido-México.