Por Andreas Kurz (editor)
Prólogo: La pequeña República de Austria se construye sobre las ruinas de la gran monarquía de los Habsburgo, unas ruinas que, a 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial, son tesoros que la industria del turismo y la de la nostalgia –también llamada literatura- aprovechan para generar millones de euro y miles de novelas. Una democracia estable y varios gobiernos socialistas conviven –y viven bien- con una de las dinastías más tradicionales y conservadores de la historia europea.

«Maximiliano I de México. Ensayos sobre la recepción literaria de un episodio histórico». Edición de Andreas Kurz Essmeister. México, D.F.: Ediciones Eón (Ensayo) / Universidad de Guanajuato, 2015. ISBN: 978-607-9426-11-8.
Tu felix Austria nube (Feliz Austria, cásate), el lema de Maximiliano I (1459-1519), describe fielmente la política y el actuar de la familia imperial. Los Habsburgo sí van a la guerra, a veces con bastante éxito. Los Habsburgo son intrigantes, corruptos e inmorales, como todas las familias aristocráticas. También son geniales, innovadores y humanos, como lo son los Borbones, Tudor, Romanov, etc. Sin embargo, en la medida de lo posible la agresión bélica, el maquiavelismo de la diplomacia europea, la locura y el a veces inevitable reformismo se disfrazan con una máscara elegante: la etiqueta, los buenos modales, la benevolencia, la elegancia, la cultura. Un ejército disciplinado puede conquistar nuevos territorios para la gloria del imperio. Si un rostro bonito y –mucho más importante- una matriz fértil son capaces de hacer lo mismo, entonces es preferible confiar en la elegancia de esta arma.
Incluso las numerosas tragedias familiares de los Habsburgo y los aún más numerosos escándalos se cubren con un aura estética. El Duque de Reichstadt habrá sido una figura trágica –enfermo toda su corta vida, encerrado en el Castillo de Schönbrunn, alejado del mundo-, pero también es el hijo del gran Napoleón con una Habsburgo. La imagen de un joven sensible e inteligente y potencialmente emperador de los franceses encerrado en Viena, temido y burlado al mismo tiempo, no carece de un matiz poético. El rumor, este ingrediente básico de la buena literatura, se alimenta bien de figuras como el infeliz Napoleón II. En este caso construye un amorío con la archiduquesa Sofía, madre de Francisco José, cuyo producto nace una semana antes de la muerte del Duque y se llama Ferdinand Max, más tarde Maximiliano de México. La belleza de la mítica Sisi ni siquiera se ve afectada por una muerte violenta. El estilete del nacionalista italiano Luigi Lucheni perfora el corazón de la emperatriz tan finamente, que sólo una pálida gota de sangre sale. ¿Puede haber muerte más romántica? El príncipe Rodolfo y Mary Vetsera muertos en su castillo de Mayerling, los desastrosos atentados de Sarajevo: no hay tragedia habsburga sin un toque de romanticismo y kitsch, incluso si sus consecuencias cuestan la vida a millones de inocentes e indiferentes ante las locuras imperiales.
Es curioso que el archiduque Ferdinand Max, el hermano menor de Francisco José, sea hoy en Austria una figura históricamente marginada, poco explotada por el turismo. Es posible que se sepa más de sus logros como comandante de la marina austriaca y gobernador de la Lombardía, que de la “aventura” mexicana, la que, no obstante, genera su vida histórica. Apenas los trabajos de investigadores como Konrad Ratz o BrigitteHamann, así como unas exposiciones en Hardegg y Viena, lograron incitar el interés por Maximiliano. Sin embargo, comparado con Sisi, Francisco José, María Teresa o José II, Maximiliano es un Habsburgo menor. Ni siquiera en Miramar él y Charlotte dan la bienvenida a los turistas modernos, sino curiosamente la omnipresente Sisi quien no soportaba a Carlota y nunca visitaba a la pareja en su castillo de Trieste…
Es curioso porque hay pocas historias más trágicas, cómicas, trascendentales y ridículas, que la del Imperio de Maximiliano de Habsburgo en México. En otras palabras: hay pocas historias más románticas, si aceptamos un concepto filosófico –estético del romanticismo que no tiene nada que ver con lo melifluo y cursi, pero mucho con la ironía. Julien Sorel, la creación del gran Stendhal, vive los momentos más felices en la celda donde espera su muerte. Son felices porque son auténticos, liberados de la etiqueta y del qué dirán. Se necesita una cárcel para poder salir de otra cárcel –más hermética y tortuosa- que se llama nomos social. Tiene que morir la esperanza para que el individuo pueda vivir. Sorel, el reo de muerte, compensa una existencia dominada por máscaras, disfraces y mentiras durante los días privados de esperanza y futuro. Jules Favre había comparado a Maximiliano con Don Quijote. Creo que el Habsburgo, en sus prisiones múltiples de Querétaro, se parece más a Julien Sorel que al caballero de Cervantes. El emperador sin trono es un hombre libre que supera una vida que había sido sofocada por la etiqueta, el honor de la dinastía, un matrimonio útil arreglado por Leopoldo de Bélgica y la idea de ser un elegido de Dios. Maximiliano espera su proceso y espera su ejecución. Quizás hubiera podido escapar, pero su entusiasmo por los planes ambiciosos de los Salm-Salm y de Concha Miramón es mínimo. Prefiere morir y, sobre todo, vivir su muerte. Incluso rechaza las pastillas tranquilizantes que su médico, el Dr. Basch, le ofrece el día de los fusilamientos del Cerro de las Campanas.
Es un hecho irónico que esta muerte vivida mexicanizara al austriaco. Franz Werfel y Rodolfo Usigli saben que Maximiliano salvó la vida a Benito Juárez. Es probable que Juárez sin Maximiliano no se hubiera convertido en el benemérito, en un mito latinoamericano. Es posible que, como tantos otros, habría muerto en París o Londres o Viena o La Habana, si hubiera evitado el cadalso. La historiografía no debe especular, el “hubiera” no existe en su metodología. La literatura, por otro lado, se erige sobre las posibilidades y lo que no pasó, pero también podría ser.
Los artículos reunidos en este libro rinden un modesto tributo académico al “podría ser”. A raíz de la enajenación mental de Carlota y la muerte trágica de Maximiliano se genera una vasta producción literaria sobre la pareja imperial, su gobierno polémico en México y la infortunada y odiada intervención francesa. Los primeros textos aparecen antes de las ejecuciones de Querétaro, un fin del interés literario aún no es previsible. Aniversarios, como el que se “celebra” en 2014, películas y hasta obras musicales agregan facetas nuevas a la interpretación cultural de un episodio histórico sólo aparentemente efímero. Hay cientos de dramas, cuentos, novelas y poesías sobre el tema: la mayoría de ellas estéticamente insignificantes, muchas piezas mediocres y pervertidas por intereses partidarios, pero también algunas obras maestras que rebasan su motivo y se convierten en textos cuya importancia es en primer lugar artística.
Hay que resaltar tres momentos en la producción: Juárez y Maximiliano, el drama de Franz Werfel; Corona de sombra, de Rodolfo Usigli; y Noticias del Imperio, la monumental novela de Fernando del Paso. Estas obras artísticamente autónomas se basan en un gran número de predecesores, muchos de ellos hoy olvidados. Sin embargo, apenas el conjunto de una producción numerosa y, la mayoría de las veces, fallida con los pocos textos cumbre forma el panorama total de la recepción literaria de un tema histórico específico. Negar lo efímero, incluso relegarlo al infierno de la literatura trivial, sería un error grave. No hay Noticias del Imperio sin El Cerro de las Campanas. No hay Juárez y Maximiliano sin una docena de dramas tendenciosos escritos antes de la Primera Guerra Mundial.
Sólo este conjunto –ninguna obra aislada- puede competir con la historiografía, puede corregirla en ocasiones y otorgar un lugar, no sabemos si digno o vil, a Maximiliano y Carlota en las historias mexicana, austriaca, francesa, belga, americana y europea en general. Con este ideal en mente pedí colaboraciones a algunos investigadores mexicanos y austriacos. Desgraciadamente los europeos tuvieron que cancelar por presiones laborales. De manera que sólo el editor aporta una visión austriaca – muy mexicanizada después de una estancia de 15 años… La falta de colaboradores austriacos explica también la ausencia de un trabajo sobre Franz Werfel. Sin embargo, el dramaturgo está presente en todos los artículos reunidos. Otra ausencia lamentable es la de Juan A. Mateos y la novela histórica mexicana. Espero que pueda integrar estos y muchos nombres más en trabajos futuros que pretenderán describir y analizar la fascinante recepción literaria del Segundo Imperio en Austria y México.
Agradecimiento
Este libro es el resultado parcial de una investigación apoyada por Conacyt. Agradezco al Consejo esta valiosa y generosa ayuda. Le agradezco igualmente la posibilidad de llevar a cabo una estancia sabática en Viena que me abrió los ojos sobre la amplia –en realidad inabarcable- producción literaria sobre Maximiliano de México en mi país natal. La historiografía austriaca marginó a Maximiliano. La literatura, sin embargo, le dio un lugar predilecto, aunque sus autores sean casi siempre desconocidos, escritores pagados por las editoriales de novelas de reportaje y amateurs. Es precisamente la tarea del investigador de salvar estos textos del olvido y demostrar que ellos posibilitan las obras maestras, que son una parte importante de ese conjunto que se llama recepción literaria de un tema histórico. En este sentido, los autores ofrecen sus investigaciones a los lectores.

Dr. Andreas Kurz. Fotografía: Eduardo Estala Rojas.
Andreas Kurz, austriaco, es doctor en Literatura Comparada por la Universidad de Viena. Profesor de Tiempo Completo de la Universidad de Guanajuato, México. Sus últimos libros publicados son la novela La joroba (Mérida / Venezuela, 2013), el ensayo El general Riva Palacio y la vajilla de Francisco José (Querétaro, 2013) y Cratilismo. De la pesadilla mimética en literatura y discurso (Puebla 2010). Es colaborador de La Jornada Semanal, de Confabulario (El Universal) y de la revista cultural Crítica (Universidad Autónoma de Puebla). En el marco de una estancia sabática, impartió cursos en la Universidad de Viena sobre la literatura mexicana del siglo xix y la literatura de la decadencia en Francia y Austria. Actualmente investiga sobre la recepción literaria del Segundo Imperio Mexicano en Austria y México.