Ensayo de Obed González: escritor e investigador mexicano

Obed González Moreno es el presidente interino e investigador de la Asociación de Escritores de México A.C. Crédito de la fotografía: Dayana Martínez.

El siguiente ensayo se publica como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

La Asociación de Escritores de México A.C., desea cerrar este 2021 a través del pensamiento del mexicano —Premio Nobel de literatura— Octavio Paz, como una forma de concluir una etapa que, como todo ciclo, se reflexiona en relación a lo que se es y lo que se cree que se es, para discernir y llegar a la crisis hacia a alcanzar una respuesta ligada con uno mismo y así obtener la contemplación de ser con el mundo, acontecimiento tan complejo y doloroso que muchos prefieren no recorrer. En general, criticamos de manera negativa lo que somos ocultándonos en espejos donde creemos que no nos reflejamos como si fuésemos espectros, oscuros entes con apariencia de luz. A través de la crítica perjudicial deseamos no tanto encontrar una respuesta y una conclusión razonada sino destruir a aquel que piensa distinto a nosotros. Criticamos los defectos y errores del país donde estos vicios y desperfectos son pertenecientes a esos otros a los que —según nosotros— también pertenecemos y de los cuales nos sentimos separados, los propios mexicanos. Una negación que también soy yo. Criticar es separar, es fragmentarse para posteriormente unificarse, es llegar a la consciencia y para llegar a esa consciencia primero tengo que criticarme a mí mismo, desprenderme de la sombra que muestro al exterior, esa oscuridad que me invade hasta desaparecer al que soy. Extraña simbiosis donde el verdadero yo se extingue como un gemido de llanto que se queja de las injusticias, aquellas de las cuales también participa, verdugo que en alaridos se apropia de la posición de víctima y así obtener el poder de excluir. La exclusión es un arma disfrazada con el antifaz de la pureza. La pureza es una arcaica construcción estructurada desde las primeras culturas que transformaron en imperios. El ser puro —según ellos— los colocaba en la cima de la pirámide del poder para decidir el destino de sus gobernados, naciones conquistadas y subyugadas a sus caprichos sólo por no provenir de su misma estirpe. Lo mismo acontece con los individuos, en aquellos que presumen ser puros de alma y cuerpo por pertenecer a alguna religión o alguna institución, asimismo acontece con algunos que se ufanan al decir que ellos son de raza pura como sí ello los colocara en un estrato divino, sucede lo mismo con personas que por ser heterosexuales, homosexuales, bisexuales, asexuales y demás exigen un trato distinto sólo por tener una preferencia o identidad sexual específica porque en ellos germina el pensamiento de la posesión de la verdad absoluta y eso los faculta y hasta les demanda excluir a otros. Aquellos que se creen puros se perciben diferentes, se apartan de los demás para no infectarse con el virus de lo espurio, de lo adulterado y degenerado que sólo existe en su mente.  Y para ellos, citando a Jean Paul Sartre, esos otros transforman en el infierno. Y es comprensible, todos somos humanos, almas aprisionadas en un cuerpo sujetas a lo que es materia.

Las palabras contienen un poder titánico y abrumador que nos llevan a cometer actos y a especular que se unifica separando. Nos alejamos de nosotros por ideologías que sólo son eso, ideas más no verdades absolutas: realidades creadas por otros de los cuales no conocemos sus intereses más profundos. Hablar de lo que somos es complejo y aún más porque tememos a reconocernos en esos otros que también somos nosotros. Octavio Paz en Crítica de la pirámide habla de quienes somos como nación y su nuestra resistencia a ser por causa del discurso arquetípico, aquel que sigue fraguando el destino de quienes habitamos este país y que nos sigue guiando hacia la pira donde las cenizas nunca dejan de arder.


UNA PIRA CONTRAPUESTA A LA LUZ

“La crítica de México comienza por la crítica de la pirámide”.

Octavio Paz

Criticar es ser capaz de separar, de discernir. Ante la crisis penetramos en la reflexión y en el análisis para descifrar, obtenemos la capacidad de diferenciar por medio del raciocinio y la contemplación interior, alcanzamos la consciencia.

La política actual y el caudillo revolucionario terminan siendo el eco del antiguo tlatoani: el que diserta con más habilidad: El discurso mismo. Perorata que metaforiza y revive a la pirámide como elemento de incineración no de renacimiento sino como figura arquetípica de poder. No como símbolo de otredad sino de dominio como pasión humana y que es regionalizado para transformarse en universal. Es el poder desde el discurso: misterioso mecanismo repleto de sentidos, intenciones, voces y palabras, este que no cambia nunca y que es perene e inmortal.

Paz, en Crítica de la pirámide al hablar del tlatoani describe a aquel que posee el poder en la palabra y que se concretiza como el discurso mismo. Una alocución arquetípica practicada desde los antiguos monarcas de Sumeria y Babilonia y más adelante por los faraones en Tebas y Karnak. Los hombres transforman en polvo, el discurso se mantiene vivo y en movimiento. Pirámide proviene de pira que es una hoguera y en la crítica de la pirámide todo gira en relación a lo que no cambia y aun así arde. A la soflama, encendida palabra que es el mismo fondo semántico que se mueve desde lo profundo de todos los tiempos del hombre: El deseo y el poder.

Octavio Paz describe a la pirámide como el lugar donde los hombres se convierten en ceniza a través de la arenga del rito, de la fuerza de las palabras concebida por unos y que en teoría transfiere un bien para otros, pero al final sólo es para quien posee señorío. Es la piedra calcinada donde las sombras del fuego se mantienen cinceladas.

Imaginemos una pira en la completa oscuridad que extensa desde su base se expande y en un grito cubierto de llamas intenta cerrase en el cielo dejando escapar silenciosos fantasmas repletos de baladros reprimidos que vagan por el aire, por las aguas, por las montañas sin llegar a cerrar en su cúspide. Visualicemos en el centro de esta ardiente pirámide voces, rostros y actos entramándose con el pasado, el presente y el futuro, en el mismo instante y dentro de este instante el movimiento de un México volcándose hacia adentro expulsando mitos, estallando en ritos, sangrando de deseo postergado y danzando desde su centro melancólicas alegorías hartas de rientes máscaras que revientan hacia afuera y vuelven hacia lo más recóndito de su drama, la soledad. Ahora intentemos mirar hacia adentro de este drama, de concebir el movimiento de esta dinámica cultural con la intención de describirlo, de escriturar el movimiento de esta entropía y desear que otros lo observen, entonces estaríamos hablando de cine, pero sí además lográramos incluirle reflexión y armonía y llevarlo a la luz contrapuesta de la hoguera donde la poesía como la danza transforma en la marcha y que es la prosa entonces estaríamos hablando de Octavio Paz y su crítica.

El cine es la descripción del movimiento, del drama donde las aguas se revuelven para después dividirse: Enfrentamiento con nuestras pesadillas y sueños desiderativos. El cine mexicano es el descriptor del movimiento nacional como la Crítica de la pirámide que es la crítica de nosotros mismos a través de quienes nos representan: agudos escalones que nos guían al sacrificio de nuestra sombra en un fulgurante estallido de actos y palabras que rasgan el cielo con fuegos de artificio.

En Crítica de la pirámide Octavio Paz realiza un análisis por medio de lo que observa que somos. Una descripción del movimiento político y cultural en el país, semejante al que ejecuta el cine nacional en ciertas películas sólo que el poeta nos la ofrece con palabras: pasado, presente y futuro, conjugados en los cuatro puntos cardinales para construir un ahumado espejo en el cielo que transmuta en un torbellino de metáforas y oxímoros que transforman de la poesía a la prosa para crear el circular escrito inacabable que es México. En “Claridad errante”, Paz escribió:

Muchas veces se me ha hecho esta pregunta: ¿por qué, para qué y para quiénes escribió El laberinto de la soledad? Hay muchas respuestas, la más simple y directa está en mi infancia. Tres momentos de mi niñez me marcaron para siempre y todo lo que he escrito acerca de mi país no ha sido, quizá, sino la respuesta a esas experiencias de infantil desamparo.1

Más adelante, en el mismo párrafo, expresa sobre su antigua casa lo siguiente: “Hace poco la visité y apenas si pude reconocerla: las monjas han convertido en celdas las estancias y el jardín; en capilla, la terraza. No importa: queda la imagen y quedan las sensaciones de extrañeza y desamparo”. Extrañeza al igual que el cine nacional que con imágenes nos provee sensaciones de inconclusión y abandono.

En el México interno que describe el poeta la espina mítica y religiosa rasga y repercute en el México de afuera que sangra glorificando el pasado sin tener un presente y desde la cima de la pirámide en llamas la historia en cenizas es una sombra sobre el rostro del atemporal tlatoani y es a través del ojo crótalo del cine que renace para decirnos que debemos de trasformar desde adentro para tener un presente, pulverizar la pirámide interna y llegar a un nuevo polvo donde se creará algo nuevo e ignorado pero esperanzador.

Paz, al criticar a la pirámide, también expresa que todas las historias de todos los pueblos son simbólicas, nos metaforiza que la historia, sus acontecimientos y protagonistas aluden a otra historia oculta porque en el fondo son la manifestación invisible de una realidad escondida. Me recuerda cierta ocasión, un Día de muertos en el Estado de México, en que observé sobre una extensa explanada dentro de una secundaria a un grupo escolar ejecutar la danza de los “Indios brutos o bárbaros”, danza originaria del Estado de Guanajuato, en el momento en que a la orilla de la ofrenda mortuoria, desde la oscuridad, como en un neobarroco cuadro emergió un tzompantli que era el mismo crepúsculo del cual los adolescentes comenzaron a colocarse máscaras para representar la danza y al salir de él y mostrase en toda su finitud porque las caretas tradicionales se desvanecieron bajo el sol y emergieron otras, las de la filmografía estadounidense, máscaras como las de “Pennywise the clown”, “Billy the Puppet”, “Freddy Krueguer”, “Jason Voorhees” y “Scream”, entre otras transformando este baile en algo totalmente distinto pero que de fondo sigue siendo lo mismo, el ocultamiento y el sincretismo. Aquello profundo que brota desde el interior de la música de los tambores y de los metálicos sonidos de los tenábaris. Ecos convertidos en ruidos que fueron liberados de las personas y del movimiento en donde en un instante, en ese microuniverso en expansión todo el lenguaje se cifró y que dentro de aquel ritual fue donde la contemplación de la pirámide se hizo más transparente a la contraluz del mismo rito.

Bibliografía:

1 Léase Claridad errante de Octavio Paz con prólogo de Jorge F. Hernández. CFE/CONACULTA. 2010. P. 79.


  • Obed González Moreno es el presidente interino e investigador de la Asociación de Escritores de México A.C. Licenciado en Educación (CESE) con Pasantía de especialización en Investigación científica (CIFE) y actualizado en Integridad de la investigación científica en la Universidad de Miami. Fue maestro del taller de Expresión oral y escrita en la Escuela de Artes de la Universidad Anáhuac México, campus Norte, director de AEMAC, Revista académica de Educación y Artes de la Asociación de Escritores de México A.C. Autor en REDALYC (Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal) de la UAEM y en DIALNET (Base de datos de revistas científica de Hispanoamérica de la Universidad de la Rioja en España). Ha publicado Desde el polvo del Anáhuac a la tradición del páramo: Las visiones de Alfonso Reyes y Juan Rulfo en el cine mexicano en el Servicio de Publicaciones y Divulgación Científica de la Universidad de Málaga; Tiempos enmascarados: El tiempo mexicano de Carlos Fuentes en el cine nacional en Bitácora de vuelos ediciones y el libro El discurso de la pirámide: la otredad y la soledad mexicana de Octavio Paz a través del cine nacional en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín en Colombia. Obtuvo el Premio Accésit en la categoría de Investigación Cinematográfica Internacional en el Festival de Cine Español de Málaga y la Universidad de Málaga en 2015 y el Segundo lugar en el IV Concurso Internacional de Ensayo Latinoamérica a debate en 2019, en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín, Colombia.

Poemas de la autora mexicana Angélica Santa Olaya

Angélica Santa Olaya, 1962, Ciudad de México, poeta, escritora, historiadora y maestra de español. Fotografía: cortesía de la autora.

Los siguientes poemas se publican como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

Invitar proviene de la palabra latina invitare que posee una denotación semejante a la de envalentonar que con el tiempo y como es en todo el lenguaje, derivó con referencia al contexto en tratar a alguien de buena gana. Sin embargo, también invitar está relacionada con la palabra velle que relacionada con la pala indoeuropea wei ofrecen la connotación de desear o querer, andar en busca de algo deseado. Entonces, podríamos concluir que un invitado es alguien que busca lo deseado o el deseado que se busca. La Asociación de Escritores de México A.C., mantiene una cercanía con autores que no son asociados; sin embargo, proyectan junto a la AEMAC, las mismas afinidades y sueños como es el caso de Angélica Santa Olaya. Los invitados son aquellos deseados que se buscan porque comparten las mismas inquietudes, los mismos anhelos y visualizan en la misma dirección, aunque no en el mismo camino. El invitado es alguien a quien se acoge con gusto, no es un huésped porque el huésped posee una connotación de hostilidad y de rivalidad. En la antigüedad, el huésped era señalado como el hombre poderoso que provenía del exterior, era un invasor. La escritora Amparo Dávila, conocedora del lenguaje, nos recuerda en el cuento que escribió sobre aquel oscuro ser poderoso que habita su casa y sólo atemoriza y amenaza su vida, lo hubiera titulado: El invitado, de una fácil manera, pero no es así, sabía lo que significaba ésta diferencia entre vocablos y decidió nombrarlo El huésped, por toda ésta arcaica carga semántica de poder, control y violencia. El invitado es alguien al que se conoce y aprecia, alguien que —también puede ser algo— siempre conlleva un código de confianza y cercanía; en cambio el huésped, es alguien o algo al que se desconoce y que siempre proviene del exterior y lo peor: puede quedarse a morar en los adentros. Tal vez, un huésped con el tiempo se llegue a conocer y a apreciar y pase a ser un invitado. Por consecuencia, el ser humano prefiere invitar a que lo habite aquello que conoce antes de arriesgarse a ser sorprendido por un huésped. En la AEMAC invitamos, porque en los invitados también reside la poesía, aquello que transforma y ofrece movimiento a lo estático y, por consecuencia, invitamos a ustedes a leer los poemas de la destacada escritora Angélica Santa Olaya.  


AVE POETA

(Para Sor Juana Inés de la Cruz)

¿A qué flagrancia femenina apela

el dibujarla frágil y doliente

como una rosa que la espina anhela

o fruta lista para hincarle el diente?

Falsos idearios guardabas vehemente

para quemarlos con tu luz de vela

que no se apaga, pero sí rebela

los fuegos fatuos con razón ardiente.

Palabras-lanza de tu pluma salen

como aves libres que nadie retiene

en la oscuridad tus alas renacen

indomable faro infinito enciendes

un puño que vuelo intenso propale

poema y punzón que nadie condene.

CONTIENDA

Mis lianas enredadas en tu tallo

amurallan la danza sempiterna.

Rojo manzana es el color del rayo

que enceguece vital a la linterna.

No hay lucro ni pérdida ni fallo

en el ir y venir de las estrellas.

Ni monarca ni pérfido lacayo

que no beba la miel de las doncellas.

Deliciosos licores se fermentan

entre piernas caladas de rocío

y el ombligo de Psique se revienta

cuando conjuras con tu cerco el frío;

desnudando al gemido en la contienda

que exorciza el desierto y su vacío.

HERIDAS

Aguijón venenoso que se incrusta

en mi centro y desciende hasta el origen,

mis olas reverberan con la fusta

que abate mi ansiedad tardía y virgen.

Ser comida de leones no me gusta.

La carne derrengada siempre aflige.

Gladiador en el circo no es la justa

manera de aplacar a los que exigen.

Tu saliva se esparce entre mis plumas

que alunecen cantando a tus deseos;

dame un baño en el agua donde sumas

carne, piel y despiertas a los reos

anhelos condenados por las runas:

mil gorgonas en saco de Perseo.

DE LA VERDAD

Rechazas tu reflejo en mi canción,

mi palabra es cristal que no se vende

ni es súplica a la llama que la enciende,

su aliento no requiere aprobación.

Poesía y llanto triangulan mi oración:

Lamento solitario que contiende

bajo el manto que ingrato se distiende

vistiendo de penumbra al corazón.

Mi poesía no teme ni usa escudo,

forjó su fiel coraza al son del hierro.

Su verdad es el grito de los mudos

que una vez arrojaron al destierro.

¿Tu exilio te parece ahora rudo?

Es normal, no asististe a nuestro entierro.

DESTIEMPO

Se alzaron dos pontones irrompibles

nutridos de obsidianas dilatadas

con ladrillos de barro incorruptible

al abrigo de acústicas miradas.

Tu sueño era de lúbricos reptiles

acunando serpientes en la estrada,

el mío deambulaba entre indecibles

roedores que arañaban tu morada.

Escucho tu lamento agazapado

oculto en el olvido y a destiempo

donde el polvo sucumbe al desconcierto,

vago edén cuyo cielo fue apagado

juglar cautivo de elegíaco cepo

sueño de ámbar que murió irresuelto.

SONETO DE LA MUERTE

No quiero hacer sonetos a la muerte

porque morir es fuego en la conciencia,

es canción sin oído que la entienda

y es cama fría del amante ausente.

Si la ausencia es el fin de lo clemente

y es el hueco en que anida la tristeza,

quiero atar en la pata de la mesa

el final de la cuerda de un demente.

Cabo al tris que se anude y no termine

donde mi alma circule en un desliz

no sabiendo los metros que camine.

Si será Dios o el Diablo el que define

es polvo que no cruza mi tamiz.

Yo canto, aunque la cuerda desafine.


  • Angélica Santa Olaya, 1962, Ciudad de México, poeta, escritora, historiadora y maestra de español para la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Universidad del Claustro de Sor Juana y Educación Básica. Imparte cursos de Creación Literaria para el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y diversas instituciones culturales públicas y privadas. Egresada de la UNAM, ENAH y SOGEM. Becada por el CONACYT. Primer lugar del concurso de cuento breve del diario El Nacional 1981 y del concurso de cuento infantil Alas y Raíces a los niños del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato 2004. Segundo lugar del V Certamen Internacional de Poesía «Victoria Siempre 2008» (Argentina). Mención Honorífica en el Primer Concurso de Minificción IER/UNAM “En su tinta” 2020 y Segundo Lugar en el Concurso Semanal “Crónicas de un virus sin corona” UACM 2020. Publicada en 134 antologías internacionales de ensayo, minificción, cuento, poesía y teatro, físicas y digitales; así como en diversos diarios y revistas en América, Europa y Medio Oriente. Autora de 15 libros de poesía, cuento, minificción y novela. Su libro 69 Haikus -con dos ediciones: una española y una mexicana- fue el primer libro de literatura mexicana presentado y difundido en Emiratos Árabes Unidos en 2015. Jurado de importantes concursos de poesía, narrativa y minificción nacionales e internacionales. Participó del Primer Recital Hispano-Árabe de Poesía de la Feria Internacional del Libro de Abu Dhabi 2015 y del evento internacional Poetic Heart 2015 y 2021, Poesía por la paz, representando a México, en Dubai. Homenajeada en 2015 por la Universidad Autónoma del Carmen. Traducida al rumano, portugués, inglés, italiano, catalán y árabe.

Poemas de Karloz Atl: escritor, gestor cultural y poeta náhuatl mestizo

Carlos Ascensión Ramírez Méndez | KARLOZ ATL (CDMX, 1988). Director del Centro Transdisciplinario Poesía y Trayecto A.C. Foto: Maryed Soriano.

Los siguientes poemas del libro inédito «Tenochtitlan 420», se publican como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

El lenguaje es movimiento y transformación. Las antiguas culturas creían que en las palabras existía algo mágico, una sustancia que permitía que todo se creara o se destruyera. Las palabras contienen una fuerza descomunal que envía al cielo o al infierno a quien las recibe. El lenguaje incluye o excluye, estigmatiza e idealiza, ésa es la función que también posee y todos, como reflexionara Wittgenstein, habitamos en el lenguaje a pesar de que en ocasiones el mismo lenguaje nos envíe a la soledad y el abandono. Existe una prueba de ello en lo que se llama La muerte vudú, tradición que se ejerce en algunas comunidades donde el brujo del lugar por medio del poder de un lenguaje secreto que —según él— sólo está a su disposición, ejerce poder sobre sus habitantes. Si el brujo solicita un favor a alguno de los nativos del lugar y éste se niega a ofrecérselo, él no dice nada, pero lo espera en un lugar estratégico de la plaza pública donde todos puedan observar y en una oportunidad se presenta frente al ciudadano y le arroja un maleficio, el cual lo condena a él y a todos aquellos que lo ayuden o le hablen, dejando a éste pobre ser en la soledad, el abandono, la incomunicación y la enfermedad, porque nadie se le acerca ni vende alimento por temor a ser malditos también. Al paso del tiempo, quien ha sido condenado por el brujo, comienza a enfermar hasta que percibe la proximidad de la muerte para él y su familia y, no teniendo otra alternativa, asume buscar al brujo y en medio de la plaza pública ofrece disculpas y pide perdón convenciéndolo de que le permita realizar la encomienda solicitada anteriormente, tomando una posición de degradación y humillación. El brujo, de una manera magnánima y orgullosa, al ver el sometimiento de su condenado quita la maldición e invita al pueblo a que lo ayuden y ofrezcan comida, de ésta forma es como comienza otra vez a pertenecer a la comunidad y a ser dueño de su alma nuevamente. El lenguaje en apariencia es una incongruencia que implícita y posee un orden, pero siempre es movimiento y transformación, así también acontece con las ciudades donde algo de mágico se integra en ellas, esto es lo que les invitamos a observar en los poemas de Karloz Atl.


Tenochtitlan 420

I

Tengo un grinder lleno de mota, una laira y mi pipa

y no quiero dejar pasar

este instante en que estoy ipan inin tonalpa

en la última afluente del Río Magdalena Nonana

al sur de la CDMX en el barrio de Santa Catarina en Coyoacan

en época prehispánica llamado Omac entre dos aguas

Casa del Señor de Atenco Omac

donde estaba su Tecpan o Tecpancalli

hoy iglesia.

II

El Río es mi madre

Chalchihuitlicue

vengo a rezarle

            a darle gracias

            a fumar hierba

            a estar con ella

para que brote

y reviré el Anahuac

con su flujo milenario santo

ahora Avenida Universidad

con un parque pequeño

en el margen de su cause

causa por la cual

neha

su hijo bendito

gota de lluvia

me humedezco de mirarle

with el humo ipan notentli

la Tenochtitlan 420

está en mis labios.

III

En el año Omecalli

llegaron les mexicas al islote

y en mil quinientos veintiuno llegó la cannabis

en forma de cuerda de cáñamo

rápido

se integró         al uso textil

            medicinal

 

            ritual

como ya se practicaba con     

la carne de los dioses              teonanacatl      los hongos

                                                            tololoatzin       la semilla de la Virgen

                                                            picieotl            yetl      tabaco

 

Fray Juan de Zumárraga

aseguraba

que para ser felices a los indígenas les hacía falta mariguana.

IV

En 1920

penalmente se prohibió el uso de la yerba

ya con el corrido de La Cucaracha

cantándose en las bocas que la fumaban

cien años después hace apenas segundos

comienza a legislarse

el uso de esta planta nacida

para curar

en un pacto simbólico milenario sin ley

entre la humanidad

y la madre tierra

Tonantzin Tlalli Coatlicue.

V

Imagina recostarte como en un petate

en medio de un churro

ahuializtli de aroma a limón envuelto

arropade en una sábana

con un filtro de cartón de incienso

encendido en la punta

con los pies de fuera

tibios y luego calientes

 

como Cuauhtemoc en medio de la tortura

consumide por completo

ofrenda de humo elevada in ilhuicatl al cielo

 

dicen que no todes les sacrificades

del tlacamictiliztli

estaban dispuestes a morir

recostades sobre el techcatl piedra de sacrificios

 

eran de otros pueblos

others altepemeh

 

igual la marihuana

que fumamos comúnmente

in the cities

es sembrada por manos indígenas

pueblos obligados a trabajar para el narco.

VI

Todo está muy intenso

con esto de que se cambian los nombres

de calles y monumentos

a por unos de reivindicación Tenochca

antigua y legítima de estos territorios fundados sobre un pasado lacustre

ahora calzadas y colonias enteras

sobre lo que fue un lecho de cinco lagos

el Anahuac

 

el Árbol de la noche triste es ya el Árbol

de la noche victoriosa

 

Avenida México – Tacuba Tlacopan por donde salieron huyendo los españoles

es ya

México – Tenochtitlan

 

en las Chinampas de Xochimilco

hay quienes cultivan milpa

y          entre las plantas cuidan matas de mota

growers mexas chilangos cuenchiuhquimeh

mariguana sin sangre

brotada junto a maíces, chiles y calabazas

in tlactipac

en esta tierra milenaria.

Karloz Atl, verano 2021, del libro inédito: «Tenochtitlan 420».


  • Carlos Ascensión Ramírez Méndez | KARLOZ ATL (CDMX, 1988). Poeta náhuatl mestizo. Gestor intercultural. Director del Centro Transdisciplinario Poesía y Trayecto A.C. Miembro de la Asociación de Escritores de México. Ha presentado su obra en Brasil, Cuba y Perú; así como enlazado virtualmente hacia Argentina, España, Italia, Chile, New York y Colombia. Premio Interamericano de Poesía Navachiste 2019 con el poemario místico “Espina”. Aparece en diversas cápsulas televisivas, documentales, sitios web, revistas y antologías. Es programador, conductor y productor de diversos festivales, encuentros y ciclos de poesía en voz alta y poetry slam desde 2011, resaltando el Slam Virtual MX  2020-2021; Slam Nacional MX2017 y 2019; Santa Slam:  Tira verbo, Tira barrio 2018-2019; Slam de Poesía en Lenguas Originarias, 2017-2020. Es uno de los mayores exponentes de la poesía performance y el spoken word a nivel nacional. Entrecruza literatura, arte acción, gif art, arte comunitario, oralidad, intervención de espacios, danza, música, arte terapia y ritualidad en sus procesos creativos. Su obra se ha llevado a la danza, las artes escénicas, la música y el cine en colaboración con gran cantidad de artistas.

Ensayo de René Crespo: escritor, gestor cultural y videoasta mexicano

René Crespo es escritor y videoasta, estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Crédito de la fotografía: Asociación de Escritores de México A.C.

El siguiente ensayo se publica como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México A.C. (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

La muerte es uno de los misterios más profundos e impenetrables para el hombre. Es por medio de ésta concepción que el ser humano encuentra sentido a la vida y —escriben algunos gnósticos y místicos— el mito es, tal vez, la narración que contiene el secreto de la muerte de una manera que nosotros no podemos desentrañar. Posee una verdad oculta que está cifrada en los signos, en el símbolo o en el sonido, quizá el silencio es lugar donde todo se presenta. Para algunos la muerte es algo espeluznante y terrible, un acontecimiento al cual hay que huirle y para otros es liberarse del cuerpo, de lo material, la separación del sufrimiento que causa la vida a consecuencia de lo doloroso que es transitar en ella. Para algunos más, la muerte sólo es un puente hacia otra realidad, una de tantas que existen dentro del multiuniverso. Para otras personas es sólo el paso para ser otro después de experimentarla y algunos más creen que es el lugar a donde se pagará todo lo hecho en la vida dependiendo sus actos, mientras que en la concepción de otros más es la nada. La muerte como sinónimo de destrucción también es el renacimiento, sólo que ésta no es parte de otra realidad, una exterior a este mundo sino una realidad dentro de sí mismo y dentro de este mundo como una oportunidad para ser, para parirse nuevamente después de haber muerto el anterior ser que se fue. Lo que es cierto es que la muerte es la única verdad que todos los humanos ostentamos, la insuperable certeza que todos poseemos, todo lo demás es incierto e impredecible en la vida, fallecer es lo único de lo cual podemos presumir estamos ciertos. Los invitamos a leer el ensayo de René Crespo sobre estos avatares que viven dentro de nuestras expectativas.


QUÉ HACER ANTE LA MUERTE SEGÚN EPICURO

Parte 1 de 3

Ante nuestra atónita mirada, este último año hemos visto llegar una epidemia como en esos grabados antiguos en los que una calavera con su guadaña sega las vidas humanas. Hemos sabido de amigos y familiares, de personas cercanas o lejanas que se han ido de esta vida. El siguiente es un testimonio que data del segundo milenio antes de nuestra era que muestra el pesar que provoca la muerte.

Se lamenta Gilgamesh por la muerte de su amigo Enkidu:

Durante seis días y siete noches le he llorado,

hasta que un gusano se cayó de su nariz.

Temiendo la muerte ando errante por la estepa;

            el problema de mi amigo pesa sobre mí.

Por caminos lejanos ando errante por la estepa;

            el problema de Enkidu, mi amigo,

            pesa sobre mí.

¿Cómo puedo estar callado? ¿Cómo puedo estar quieto?

¡Mi amigo, al que yo amaba, ha vuelto a ser tierra!

¿Tengo que tumbarme como él

para no levantarme ya nunca más? [1]

El desconsuelo que describen estas palabras plasmadas en tablillas cuneiformes es una constancia del dolor que el mítico Gilgamesh siente por la muerte de su amigo; sabe que será imposible reencontrarse de nuevo con él. Podemos decir que él mismo también es consciente de lo inevitable de su propia muerte. Pero no sólo hace 4000 años la muerte era una experiencia temible. Nuestra época, que se considera a sí misma la más adelantada, puede mostrarse orgullosa de haber superado muchos límites de épocas anteriores en muchos aspectos (y en otros no tanto) pero es evidente que no puede presumir de ser ajena a ese terror. Muchos recursos monetarios, científicos y mercadológicos se invierten ahora mismo para ofrecer productos o servicios con la promesa de atajar la muerte o al menos alejarla cuanto sea posible; cualquier tipo de técnicas, aparatos y compuestos químicos han sido probados con ese propósito. De ello dan cuenta las siguientes ideas futuristas que recuerdan el ancestral anhelo de la inmortalidad. Nos cuenta Michael Harris en su libro Solitud:

Por unos diez dólares al mes, este servicio recopila tu información personal para crear un avatar que te sustituya cuando hayas muerto. Ese avatar sabrá todo lo que valga la pena saber de ti […] También se parecerá a ti y conversará con los usuarios para que estos se sientan conectados, si no exactamente contigo, al menos con la encarnación de tu baba digital. En cierto modo, lo que ofrece Eterni.me es un Skypee del más allá.[2]

Vivir como un avatar quizá no sea suficiente dado que de cualquier manera la persona habría dejado de existir. No obstante, también se augura la posibilidad de estar en un constante proceso de autorreparación a partir de pequeños robots capaces de eliminar el deterioro natural del cuerpo. Leemos en Solitud:

El futurista e informático Ray Kurzweil lleva años diciendo que pronto podremos fundirnos mentalmente con los ordenadores. En 2029, asegura, los ordenadores tendrán una vida emocional tan verosímil como la de cualquier ser humano. En 2030, llenaremos el cuerpo de millones de nanorobots que reconstruirán el sistema inmunitario, eliminando las enfermedades y permitiéndonos añadir un año de esperanza de vida por cada año en tiempo real (el propio Kurzweil aspira a llevar siempre la delantera y no morir nunca).[3]

De hecho, en la actualidad contamos con muchas otras propuestas ingeniosas que pretenden librarnos de la muerte, por ejemplo, la criogenia, en la cual el sujeto se congela por tiempo indefinido hasta que llegue a descubrirse la cura de todas las enfermedades (se dice que Walt Disney está criogenizado, al parecer es sólo un rumor con algún fundamento, pero falso); o la de crear un holograma de la estructura cerebral del individuo en una potente computadora del futuro supuestamente indestructible y que teóricamente sería una versión del mismo ente con la misma personalidad y los mismos recuerdos, pero en un plano digital. Todas estas ideas tienen en común el mismo anhelo que se encuentra en la búsqueda de la piedra filosofal de los alquimistas chinos, árabes o europeos, también una incesante exploración por el elíxir de la vida eterna o en las múltiples expediciones para encontrar la “fuente de la eterna juventud” en las más diversas geografías del planeta.

Se puede considerar que la intención de huir de la muerte es algo que compartimos con muchas otras formas de vida y es justo la conciencia de nuestra propia finitud una característica que consideramos como esencialmente humana. Desde la arqueología se argumenta que los hallazgos de ofrendas funerarias datados en decenas de miles de años son asumidos como pruebas que indican el surgimiento de la capacidad de simbolización y, por lo tanto, de la cultura. Es así que la muerte en su realidad biológica ha acompañado el devenir de toda la historia de la humanidad.

Veremos que para el antiguo filósofo griego Epicuro todos esos ingeniosos, rocambolescos e inútiles afanes pasados, presentes y seguramente futuros para alargar la vida de manera artificial son, al final de cuentas, obvias manifestaciones del temor a la muerte, un instinto que el ser humano no ha logrado, y quizá nunca logre superar. Para Epicuro ese temor profundo sin duda causa mucho sufrimiento, además trae consigo muchas consecuencias negativas que propone podemos evitar.


  • René Crespo, Ciudad de México. Escritor y videoasta. Estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica y ha escrito varios guiones de corto y mediometraje, adaptó el cortometraje Dr. Otto del cuento Los locos somos otro cosmos del libro Las vocales malditas de Óscar de la Borbolla. Ha participado como organizador y gestor de ciclos de audiovisual en distintas ferias del libro como la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, entre otras. Ha participado como ponente en distintos eventos como Metrópoli 360°: Diálogo y encuentro en torno a los Derechos Culturales, entre otros. Participó con el capítulo Algunos apuntes acerca de la pirámide en el libro: La pirámide: Un ensayo de autogestión cultural y es parte del Consejo Editorial de la Colección Colores primarios de la Asociación de Escritores de México A.C. En la siguiente liga se puede apreciar el audiovisual Dr. Otto: https://asociaciondeescritoresmex.org/mxwp/?tag=rene-crespo

Referencias:

[1] Tabla X, columna II, texto asirio, Poema de Gilgamesh.

[2] Michael Harris, Solitud, p. 186

[3] Ibidem, p. 188. 

 

Poemas de Andrés González

Crédito de la fotografía: propiedad de Andrés González.

Los siguientes poemas se publican como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

La poesía es un ente, un alguien y se apodera de las cosas, las invade y, a la vez, posee al poeta por consecuencia es un poseído y, aunque no en todos los casos, un ser poético también. En Occidente la poesía está más influida y constituida por lo plástico, por  las imágenes y en Oriente por el sonido. En la poesía china, por ejemplo, el sonido es lo que trasgrede y armoniza con un todo, por lo mismo, cuando un poema chino es traducido a otro idioma deja de ser el poema, se pierde toda su esencia porque cada uno de los sonidos que emergen de las distintas palabras al ser traducido dejan de ser. Sin embargo, sea poesía occidental u oriental no deja de ser poesía. En la actualidad, en un mundo en el cual se rinde tributo a la imagen, la poesía es un vehículo para introducirse en uno mismo para observarse y así habitar el mundo, anidar en él y experimentarlo de otra forma, una distinta donde el encuentro con la poiesis, con la creación sea el asombro de ser sí mismo. En ocasiones, los objetos que nos rodean están tanto en nuestro entorno que dejan de existir, dejan de ser sólo para estar. El tanto pertenecer a nuestra cotidianeidad los transforma en lo invisible, cuando logramos volver a hacerlos presentes y vivos es cuando se nombran por medio del arte básicamente. El arte posee la capacidad de transformar lo invisible en lo evidente, en lo perceptible. Dejan de estar para ser, por lo mismo los invitamos a leer algunos poemas de Andrés González, para observar como lo que dejó de existir en algún tiempo y recobrar la existencia a través de la poesía.


POEMAS

I

Quiero quedarme en esta casa
aunque ya no exista
aunque ahora solo sea
el eco
de un lenguaje

pero yo la sostengo
y trato como puedo
de honrarla

la llevo en la punta
de la lengua
a veces seca
a veces húmeda

En esta casa llueve
cosas crujen
me gustaría que cayera nieve
pero no la que cubre
no la que borra

nieve cayendo en las flores
como un tesoro del cielo
como semillas de ríos que vienen

¿de qué manera podría decirlo?

intento aprender
los nombres de los pájaros y los árboles

intento aprender a rezar
y a caminar

y caminando leer
el silencio que ahora nos reúne

¿sabes?
aquí hay un pequeño gingko
y sus hojas flabeladas
se vuelven oro
con manchas verdes

II

Llegan los mirlos
y comienzan a florecer
los ciruelos
pero la Corte Suprema
ha negado al machi
Celestino Córdova el permiso
de permanecer en su rewe

entre las flores
chercanes y cachuditos

los picaflores suspendidos
hundiéndose
en los aloearborescens

han pasado
100 días
todo el invierno

mientras comienza la primavera
las huelgas de hambre siguen

III

Soy una señora
pequeña muy pequeña
que se ríe un poco
al ver a los pájaros volar
en la luz ondulante de la mañana

o de los garbanzos hinchados
luego de pasar toda la noche
soñando en cama de agua

soy una señora
que reza con sus plantas
los rayos, las suras
del Corán del sol

que habla del amor
con dos gatas pequeñas
y les cuenta
de los animales que transitan
entre las más húmedas nalcas

una señora
que piensa en poemas chinos
mientras tiende la ropa
en lo azul de una azotea

que todos los días sale al mercado
aunque no haya nada qué comprar
tan sólo para pasar junto a los altares
y persignarme
tan sólo para saludar
a otros señores y señoras
y a las frutas y los vegetales

soy una señora distraída
que se queda leyendo
las voces rápidas de las nubes

que respira tratando de seguir
el baile del viento en el mundo

una señora medio sola
que quisiera siempre
cocinar para más personas
pero por mientras cocina
para la música
de sus propias manos
nunca propias

soy una señora
que imita las voces
de los frijoles y las setas

que le gustaría construir
una pequeña casa
al interior
de un chile poblano
y decir
este es mi bosque

soy una señora que habla sola

que barre y trapea
en las mañanas
como haciéndole cariño
al lomo de un gran animal
que se sumerge en la luz

soy una señora
y el cielo me hace llorar de alegría

soy una señora
y no escucho radio
pero pego mi oreja
al espacio donde van las pilas
aunque allí no haya nada
sólo el vacío
pleno
de la voz de una señora


  • Andrés González (Santiago de Chile, 1986) mexicano-chileno. Radica en la Ciudad de México y es miembro de la Asociación de Escritores de México (AEMAC) desde el 2008. Ha publicado los libros de poesía Galaxias Hermafroditas (2012), Zodiaca (2013) y Avent00ras (2018, Beca Creación Literaria del Fondo del Libro y la Lectura, Chile). En 2020, Crear un común habitar: reflexiones, ejercicios y textos para talleres ecopoéticos, y una traducción del poeta escocés Kenneth White, Un mundo blanco.

Manuel de J. Jiménez: poeta y ensayista mexicano

Crédito de la fotografía: propiedad Manuel de J. Jiménez.

Los siguientes textos se publican como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.


Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

Desde las culturas más antiguas de la humanidad hasta los últimos tiempos el hombre ha tratado de develar el misterio de la muerte: ¿Qué hay después de nuestro paso por la Tierra? ¿Será que el alma o espíritu traspasen portales hacia otras dimensiones? ¿Existirán otros mundos después de la muerte? ¿Existirá un Cielo y un Infierno como lo aseguran los apóstoles y clérigos? Ese misterio ha estado presente en todos los relatos de todas partes del planeta, pero ¿qué pasa en la Tierra después de la muerte propia? Ese también es algo que el humano debe de preguntarse porque también se pueden dejar bendiciones o condenas y arrojar a los dolientes a un paraíso o a un inframundo como es la idea sobre el Cielo y el Infierno de las religiones cristianas. Para esto existe una poética del testamento, según Manuel de J. Jiménez, quien en un estudio más largo nos explica su teoría y que aquí, como parte del convenio de la AEMAC con el MCC, mostramos un fragmento de este concepto.


El testamento como voluntad poética del autor o la escritura de testamentos poéticos (fragmento)

En los estudios de Derecho y Literatura existe una rica tradición que enlaza literatura con el derecho civil, es decir, con la rama jurídica que se encarga de los atributos de la personalidad, de los pactos privados y que se despliega como el motor que sustancia el principio de autonomía de la voluntad. Los ejemplos van desde el clásico shakesperiano sobre la interpretación literal del contrato en la “libra de carne” de El mercader de Venecia hasta la famosa declaración de Stendhal, quien se empapa de la prosa lacónica y sistemática del código civil como lectura modélica para la elaboración de La cartuja de Parma. Los casos en la literatura universal son bastantes y suficientes para deducir que al igual que los temas penales, las reflexiones y proyecciones sobre el derecho civil forman una constante en el imaginario de los escritores. En el presente texto, partiendo del enfoque de Derecho en la Literatura o de la intersección instrumental entre ambas disciplinas, se analizará un tópico del derecho civil: el testamento. Pero no será la doctrina civilista, en sus diversas variantes y escuelas, el marco teórico de este ensayo: el punto de partida es pensar cómo se traslapa la labor de escribir un testamento en el umbral de lo jurídico y lo literario. Cuando una persona escribe un testamento, despliega una voluntad testamentaria que implica una ética en relación con su escritura. Escribe desde lo vivencial y busca, de alguna manera, dotar de coherencia su vida y dar a conocer su “última voluntad” como norma inexcusable. Esa conclusión de la voluntad de lo que el sujeto dicta sobre lo suyo (patrimonio y bienes) posee un carácter obligatorio frente a las personas que lo suceden. La raíz ética del testamento lo conecta con la labor poética, puesto que se trata de una primera persona superlativa con poderes que van más allá de su existencia, pero, sobre todo, porque hay un afán de cesión (trasmisión o trascendencia) a través de la palabra. Los testadores, como ciertos poetas, afirman porque han vivido lo suficiente para justificar su dicho. En este sentido, se pueden leer paralelamente la voluntad testamentaria y la voluntad poética (poesis) que se extiende en los sujetos. Sin embargo, lo interesante aquí es reflexionar sobre esta última y considerar la escritura de textos que pueden obrar de modo análogo como testamentos o legados y poemas. Sin ser limitativo, se discurre que la voluntad poética puede adquirir las siguientes variantes en las piezas poéticas: a) como escritura final, b) como revisión de la vida, c) como justicia sucesoria, y d) como proyección familiar. Para ejemplificar estas variaciones en la voluntad poética se analizarán poemas de doce autores latinoamericanos: Eduardo Lizalde, Virgilio Piñera, Eliseo Diego, León Felipe, Efraín Huerta, Rosario Castellanos, Pablo Neruda, Gonzalo Rojas, Miyó Vestrini, Pablo Antonio Cuadra, Emilia Ayarza de Herrera y Claribel Alegría.

El acto jurídico-literario en la escritura testamentaria

La idea de testamento es un concepto clave en la cultura literaria de occidente; no necesariamente como tópico recurrente en la literatura universal, sino como componente trascendental en la identidad de los sujetos. En las sociedades antiguas, el testamento cumplía una función especial: era un “pasaporte para el cielo”.  La razón religiosa cubría la subjetividad a tal grado que únicamente podía entenderse bajo el plano teológico1 fue en la modernidad, después de la escisión entre el poder temporal y espiritual, que el derecho se seculariza e institucionaliza considerando el principio de autonomía de la voluntad como razón esencial y suficiente del testamento. Éste sucede como un acto de derecho privado. De un acto semisacramental, se reserva a la intimidad del sujeto, pero una intimidad que se construye desde el hogar y la familia. Por esta razón, “la desaparición de las cláusulas sentimentales y espirituales del testamento constituye el signo del consentimiento del enfermo o del moribundo a perder protagonismo y a ponerse en manos de su familia” 2. Sin embargo, si se considera la dimensión jurídica del testamento, el fin básico es establecer la voluntad postrera del sujeto, fuera de cualquier influjo exterior. Se trata de un acto “personalísimo”. Dentro de esta semántica, se liga al testamento la formalidad de ser un negocio unilateral, general y que incide en el patrimonio3. Se trata de un acto típico de mortis causa. José Manuel Fernández Hierro, basándose en Albadalejo, apunta que doctrinariamente es un “negocio solemne o formal por el que unilateralmente una persona (carácter unipersonal) establece ella misma (carácter personalísimo) para después de su muerte las disposiciones (patrimoniales o no) que le competen”4.

  • Manuel de J. Jiménez (Ciudad de México, 1986). Poeta, ensayista y académico universitario (UNAM). Fue director de la revista literaria Trifulca, Consejero Editorial de Proyecto Literal y becario del FONCA en el área de poesía dentro del programa Jóvenes Creadores. Actualmente es miembro de la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y del Comité Editorial de la revista Poetika1. Sus últimos libros publicados son Constitución poética de los Estados Unidos Mexicanos (AEMAC-Proyecto Literal, 2017) en calidad de compilador; El otro informe. Palabra poética del 68 mexicano (AEMAC-Secretaría de Cultura CDMX, 2018), Savant (Sol Negro, 2019) y la redición chilena de su libro Interpretación celeste (Litost, 2019).

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Referencias:

1 Para Ariès, hasta principios del siglo XVIII, el sentido del testamento era obligar a la persona a pensar en la muerte y su salvación espiritual. “El moribundo estaba completamente solo.  A nadie más que a él correspondía tomar las medidas para su salvación, por vía de derecho, según las cláusulas de ese contrato de salvación que era el testamento. Como sólo puede contar consigo mismo, debe imponer sus voluntades a sus herederos, sean éstos esposa o hijos, monasterio o cofradía”. Ariès, Philippe, Historia de la muerte en Occidente. Desde la Edad Media hasta nuestros días, trad. de Carbajo y Perrin, Barcelona, El acantilado, 2000, p. 180.

2 Ibidem,p. 183.

3 Los códigos civiles latinoamericanos, aunque herederos del napoleónico, definen el testamento de distinta manera. El Código Civil de la Ciudad de México remarca la cualidad de acto personal: “Artículo 1295. Testamento es un acto personalísimo, revocable y libre, por el cual una persona capaz dispone de sus bienes y derechos, y declara o cumple deberes para después de su muerte”; el Código Civil Chileno, por su parte, duda acerca de la solemnidad del acto: “Art.  999.  El testamento es un acto más o menos solemne, en que una persona dispone del todo o de una parte de sus bienes para que tenga pleno efecto después de sus días, conservando la facultad de revocar las disposiciones contenidas en él, mientras viva”; mientras que el Código Civil de Cuba elude la definición y le da un carácter instrumental a la figura: “Artículo 476”. Por el testamento, una persona dispone de todo su patrimonio o de una parte de éste para después de su muerte, con las limitaciones que este Código y otras disposiciones legales establecen”.

4 Fernández Hierro, José Manuel, Los testamentos, Granada, Comares, 2005, p. 6.

Pero si el sentido legal del testamento se desdobla en una prohibición que establece que su escritura no puede ser cedida a un tercero y que en la ejecución del mismo un tercero no puede designar herederos ni legatarios, ¿cómo es posible observar la mano familiar y social en la redacción del documento?

El testamento, aunque parte de la individualidad exacerbada del sujeto, se plantea desde y para la colectividad afectiva del sujeto. Un testador tomará una decisión sobre legar o no legar tal bien en función de las acciones y omisiones de sus familiares. La trasmisión que hace el de cujus de su patrimonio no es una decisión ajena a la dinámica social: se trata, en todo caso, de la afirmación de su última voluntad frente a la comunidad que lo conoció y se espera, de algún modo, que su decisión recaiga en el campo de la moralidad.

Poemas de Yaxkin Melchy: poeta e investigador mexicano

Crédito de la fotografía: propiedad de Yaxkin Melchy.

Los siguientes poemas se publican como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

 Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

Si me preguntaran: ¿quisieras regresar a tu pasado? Les diría que no, porque si regresara a mi pasado quizás me daría cuenta que lo que recuerdo no es como yo lo recuerdo. Que lo que mi evocación ostenta como algo bello; audaz, tierno, amoroso o valiente no lo fue en realidad. De una manera terrible y violenta me percataría que mi recuerdo me ha traicionado y tal vez no sería tan feliz como lo soy ahora. Por eso, mejor no, muchas gracias, pero no. Nuestra mente es porosa para el olvido, escribió Borges al final de El aleph, y es verdad. El recuerdo es como lo deseamos rememorar, no es fiel en su totalidad y en ello consiste la magia, el vivir dos veces el mismo acontecimiento, uno donde la realidad se presenta y otro donde el recuerdo lo va delineando de la manera como él quiere. La vida va hilando sus telones con base en un entretejido de recuerdos que nos funcionan para saber que vale la pena vivirla. La historia como ciencia es interesante no tanto por los datos duros que ofrece sino por lo que se vivió y por lo poético que contienen algunos acontecimientos, esa magia que hace que se desborde la imaginación porque contiene algo asombroso. Y todavía es más sorprendente cuando el hecho histórico posee lo misterioso y cómo lo conservan muchas culturas antiguas de la humanidad donde lo extraordinario se presenta como algo impenetrable y ambiguo. Así también es nuestro recuerdo porque no podemos, y me alegro por ello, regresar el tiempo para confirmarlo. Con la implementación de las cámaras en los aparatos móviles de comunicación ahora nuestro recuerdo parecería que es más fiel pero no es así porque la misma grabación también es parte de quienes lo vivieron y cada quien lo va recordar como lo experimentó. El recuerdo es flexible como la misma vida, por consiguiente, los invitamos a leer unos recuerdos poetizados por medio de la pluma de Yaxkin Melchy, miembro de la Asociación de Escritores de México A.C.  


ZACATENCO Y LA LAGUNA DE TICOMÁN

Dios brilló en el agua
nací en un siglo sin nombre
respiré el aire de la tarde
de Zacatenco
y al poniente
se encontraba la antigua orilla
de la laguna de Ticomán
De lo que quedaba
de las flores de acahual y mosqueros cardenales
se llenaron mis ojos
a la luz del sol de la tarde
Por el nororiente la gran urbe
siguió avanzando
Por el poniente vi al cometa Hale Bopp
regresando de su larga noche
y en las épocas de lluvia
los mayates entraban por montones a la casa
Corazón, flor que tiene perfume
en otros siglos esta visión nace del polvo
y en otros siglos esta visión vuelve a la orilla del agua
en el valle sagrado que llamaron México

Corazón, flor que tiene perfume,
una nube viajera 狂雲
sueña el retorno de Quetzalcóatl
a la casa del mundo

11 de julio de 2018, Ciudad de México.

TRES MANERAS DE SER NATIVO (FRAGMENTO)

Dios, estrella del espíritu
llena mi sueño
en el vacío humilde,
en la danza de los días.

Episteme de luz,
de las flores,
deja tu graciosa palabra
descansar
en el silencio de marzo.

Estrellas
y caracoles
en la playa
escucho las olas
en mi respiración
y veo la corriente
de kuroshio,
corriente negra, antigua
visible e invisible
y pienso en la bahía
de Navachiste.
Le he dicho al poeta pescador,
—Si tomo un barco
sobre esta corriente
llegaré a México—
y nos reímos juntos,
Nāga, es su nombre,
y significa serpiente,
mensajera de aguas.
Pienso en el dragón
de las aguas del Pacífico.
En el rey dragón del Sutra del estrado.
Me siento
como un hermano menor
de una hermana mayor,
pues en tu casa,
en Suwanose,
me mencionas
a la poeta Ámbar Past
y pienso — esta casa es igual
a la casa de Ámbar
que conocí en Chiapas—

¡Ah!

Himalayas, México,
Islas tokara, mandarinas
sashimi y pescados fritos
cenamos juntos
Nāga, Rada y yo
en esta isla de 70 habitantes
y un volcán activo.

Y esa noche
antes de llegar
a la casa de Nāga (Nagasawa Tetsuo)
soñé con la basura
que atiborra
las playas
de todos los mares
y estuve aquí,
en Suwanose,
a diez horas en barco
desde Kagoshima
entre corales
y botellas de PET
de todos los mares.
Rada, me dice
—Cada tanto
la gente de la isla
recolecta la basura
para enviarla a Kagoshima,
para que la traten,
pero siempre
llega más basura
y esa basura la comen
peces, tortugas,
aves, y los animales
enferman y mueren—

Dios,
en este barco del mundo
cuida mis ojos de la basura
y de la basura en mi corazón
Muéstrame una manera
de percibir
abundante de flores
jardines, pájaros
y coral azul…

21 de marzo de 2018-9 de septiembre de 2019.


  • Yaxkin (Ciudad de México, 1985) es poeta, investigador y traductor de poesía japonesa. Es maestro en Estudios de Asia y África con especialidad en Japón por El Colegio de México y su tesis trata la visión ecológica en la poesía y vida del poeta caminante y activista ambiental Nanao Sakaki. Tradujo y publicó los poemas de Nanao Sakaki en la antología Cactus del viento (Asociación de Escritores de México, Colección Colores Primarios 2017, 2018) y ha traducido al poeta Miyazawa Kenji. Actualmente estudia el Doctorado en Humanidades en la Universidad de Tsukuba, Japón. Sus temas de estudio actual son las corrientes ecopoéticas, la identidad ecológica y la filosofía del medio ambiente. Como poeta escribió un libro titulado “El nuevo mundo” y ha publicado recientemente “Hatun Mayu” (Hanan Harawi, 2016), “Meditaciones del Pedregal” (Astrolabio, 2019) y “GAIA. Poemas en la Tierra” (2020). Escribió la columna “Ecopoéticas del haiku” para la revista en línea El Rincón del Haiku. Es editor de la editorial Cactus del viento y su página personal es: https://flordeamaneceres.wordpress.com/

César Cortés Vega: escritor y artista multidisciplinario mexicano

Crédito de la fotografía: propiedad de César Cortés Vega.

Este cuento se publica como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

Julio Cortázar comentó alguna vez que la novela siempre gana por puntos mientras que el cuento debe ganar por nocaut. El cuento por cuestiones de la brevedad del espacio tiene que ser conciso y a la vez efectivo con personajes menos detallados, pero bien definidos. La mujer es el gran misterio del hombre, tal vez porque deseamos encontrar afuera su verdad cuando en realidad donde hay que buscar es adentro, en ese recóndito resquicio donde ellas habitan. Ese oculto lugar al que le tememos tanto los hombres que damos la vida por el mismo hecho de no estar del todo cierto de su existencia, por consecuencia en nuestro desvarío por hallarlo nos entregarnos, porque la mujer es el mismo lugar en donde deseamos habitar para ser; sin embargo, para morar en ese terreno necesitamos fundirnos con él y tememos quedarnos ahí para siempre, aunque en el fondo es lo que deseemos. En ese territorio, que es la misma mujer, nos horrorizamos al sólo pensar que podemos extraviarnos y tropezarnos con la posible amenaza y quizás no volver jamás. A no regresar al anterior que fuimos, a ser aquel vagabundo sin rumbo que siempre sabe a donde llega. Tal vez, como una consecuencia y distorsionada decisión, algunos prefieren la fría estructura de las máquinas al pensar que en ellas si podrán hallar certidumbre. Pero vaya, lo escrito en este momento sólo es un simple hilo de consciencia. Les invitamos a leer La giganta de César Cortés Vega para conocer estos hilos de consciencia.


LA GIGANTA

La moneda se desliza por el canal. Veloz, nunca registrada a lo largo de los años, pero sin una sola duda acerca de su destino final en tanto avanza: presionar el dispositivo. El edificio despierta. Toda la maquinaria opera con un mínimo impulso. Engranajes cuyo diámetro apenas supera las medidas humanas, encajados en otros engranajes que soportan todas esas toneladas. Es como verlo a través de una ranura. Como si se les explicara a los observadores cómo funciona el universo de las gigantes de concreto, su cabeza que da vueltas y vueltas para divertirnos.

Parece que aquí en el hotel nada pudo quedarse, y aún así se mueve. Vestigios en el sueño. Los hoteles son los primeros edificios en envejecer de una ciudad. ¿Qué tal un lugar que muera y siga vivo? —le pregunto a ella mientras se despierta. Sigue así, hermanita. El restaurante funcionó algunos años en la parte alta de la construcción. Se movía cuando alguien depositaba una moneda en una ranura. Desde abajo, en la noche, las luces iluminando el deglutir de gente impredecible. Y el lento girar que sobre ese esqueleto de cemento parecía tan estúpido… Es el cuerpo el que se rebela en contra de la mente, y no al contrario. O quizá el envejecimiento se realice así: la presencia del cuerpo y la mente vaporosa luchan. La vida cambia entonces: un reconocimiento de que es aburrida, mediocre, sin sentido, mientras ese par de ojetes pelean. Por eso la máquina está programada para justificar nuestra desaparición. La moneda tocando su punto más sensible. Ella, su ser escindido, ha aprendido a entristecerse a sí misma. ¿Algo así como la tristeza humana? Los hombres la programaron para salvarse de su propia melancolía. Formas particulares para procesarla, convirtiéndola en unidades de fierro y concreto que no pudieron alojar a nadie, porque el proyecto no concluyó por falta de recursos. ¿No será esa la herencia terrible que las máquinas deberán asumir para no matarse a sí mismas? —le pregunto a ella mientras se incorpora.

No se trata de melancolía pasajera que pueda ser sustituida luego por otro sentimiento, sino de lo que subyace detrás de toda emoción. Melancolía como esencia. Y ahí un lugar para quedarse, como en un hotel: el intento de soportar el sentimiento esencial, frente al mero hecho de existir. Una versión de la angustia que supone el haber sido, bajo cualquier forma religiosa, expulsados de un paraíso de maqueta. Por eso ella me detiene, me ata, le da rumbo a mi mente. No oculta su sentimiento esencial, lo cual le da un cuerpo para que el mío habite. Cuando ya no fue posible diferenciar su voz de la mía, la supe entera. ¿Cómo pudo resistir tanto tiempo sin manifestarse? —me preguntaba. ¿Podría haber aguantado más? ¿Cómo abandonar esa conciencia en el cuerpo de mi hermanita? ¿Quién era quien? Había alcanzado a ver el problema de cerca: si algo surgía de la reflexión, de seguro le era ajena a otra parte de su mente. Yo acostumbraba a jugar con ella y en ella, entonces. Pero mientras a mí los juegos se me resbalaban del cuerpo, a mi hermana se le quedaban pegados al alma.

Me asomo por sus ventanas. Estructuras rectilíneas en la ciudad; desde su mirada, parecen no tener fin. Esa limpieza, repleta de errores que no son declarados. Es la estrategia del rencor para que éste desaparezca de nuestra percepción: todo está ahí conformado para no hacer notar que su carne está repleta de zonas jodidas.

Es la estrategia del rencor para desaparecerse a sí mismo de nuestra percepción: todo está ahí conformado para no hacer notar que su carne está repleta de zonas jodidas. Lo mismo con todo habitante formado en la ciudad: no sabe hablar, no sabe nada del mundo, su diálogo pervive en el enmascaramiento del cliché, en la repetición automática de lo que a duras penas ha alcanzado a comprender y en el esfuerzo para aparentar soltura. Rectas que sugieren los caminos que debe seguir la mirada, y en las que toda sinuosidad es sospechosa. Habitantes: se puede estar hablando del procedimiento para hacer una salsa o de las leyes arancelarias en Indonesia; se puede sentir dolor por el sufrimiento ajeno e incluso del ave que se deglute. La atención está puesta en jamás declarar la propia falta y confiar en que los otros crean aquello, con la aplicación del menor esfuerzo posible. Acostumbrados a mentir, la sugerencia de cualquier secreto develado aterra, pues nunca se sabe en qué momento la acumulación de mentiras irá a salir entera, por muy pequeña que pueda ser la verdad recién descubierta. Hierbas que son abandonadas, porque mi máquina camina y mata en sueños a todo aquello que se le ponga en frente. Claro: deposito otra moneda, hermanita.


  • César Cortés Vega. Escritor y artista visual mexicano. Algunos de sus libros publicados son No tocar. Anotaciones sobre el riesgo posmexicano (ensayo, AEM-EP); Calibán no ha muerto. Para una relectura de Roberto Fernández Retamar (ensayo, Colores primarios); Poetas esclavos, máquinas soberanas (ensayo, Centro de Cultura Digital); Tanuki y las ranas (novela, Librosampleados); Abandona Silicia (novela, Amphibia editorial); Espejo-ojepse (noveleta experimental, Puntodata); Periferias y mentiras. Textos sobre arte, banalidad y cultura (ensayo, Fomento a la Cultura Ecatepac); Arx poética (poesía, Editorial Literal); o Reven (XX Premio Interamericano de Poesía Navachiste 2012). Ha presentado obra visual en México, España (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona), Dinamarca (Bienal Metropolys Laboratory), Irlanda (National College of Art and Design/Gallery), Japón (Tsubakihara group, Nagoya Artport) y Ecuador (Centro de Arte Contemporáneo de Quito). Coordina la publicación Cinocéfalo; revista de crítica y literatura (https://cinocefalo.com/). En 2018-19 desarrolló el proyecto curatorial Dossier; encuentros colaborativos apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (https://www.dossiercolaborativo.com/). Se pueden encontrar enlaces a sus proyectos en http://cesarcortesvega.com

Jocelyn Pantoja: poeta, editora y gestora cultural mexicana

Los siguientes poemas se publican como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional.

Presentación

Por Obed González Moreno
Presidente interino en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

La Asociación de Escritores de México presenta una serie de poemas de quien fungiera como presidente de la asociación durante un periodo muy activo de la misma. El poema es un trozo y trazo de quienes los escriben y pertenecen a un tiempo intrínseco de quien los vive. Con cada verso se va constituyendo el poema que a cada quien le pertenece y que ofrece a otros para ser un nosotros como lo es, en este caso, el habitar poético de Jocelyn Pantoja.


1.Poemas de una historia sin fin (et. al.)

Donde estaba el silencio puse el hueco,

en el reclamo dejé que la Libertad

habitara

donde estaba el corazón ahogué al mar

para tragarme las lágrimas.         

No voy desvelar mi sexo, no devoraré tus alas,

no buscaré elaboradas multitudes

para condenarme en asamblea,

sólo reclamaré lo que es mío:

mi hueco,

mí historia,

tú lugar:

los trazos de estas letras

que no se estiran para alcanzarte.

Vamos escuchando voces

−No volveremos a los labios aprendidos

/Memoria y pétalos−

sin ánimos de conjugación nada vuelve al presente.

Las historias son sábanas blancas

que se extienden

sobre las azoteas

de un millón

de labios

y lugares

hasta aquí la nostalgia,

sigue la vida.

Mi pensamiento cuando descubrí tus ojos:

Disfrutar lo que uno quiere

sólo un camino de ida y vuelta

la vuelta

un reconocimiento,

la ida

una aventura.

Soñar un poco mientras me tiendo

−como una sábana

sobre tu piel azucarada,

si no se vive de sueños,

cómo no tenerte en ellos.

Sobre las sábanas

Voy a desdoblar la sábana

dentro nuestras pieles descubiertas serán silenciosas,

este es el destino frágil de un cuerpo:

sordidez y grito en silencio,

que sin reclamos se hará palabra.

Sólo un instante seré ésta

−mujer-incendio−

Voy a quemarme entre tus dedos,

extensión del infinito,

para hacerte respirar mi nubehumo,

mientras nuestras siluetas se consumen

en la noche:

sol de nuestros cuerpos es lo que arde.

Me estiraré la sábana

cerraré los ojos para que el Sueño

me alcance.


Crédito de la fotografía: propiedad de Jocelyn Pantoja.

Jocelyn Pantoja, Ciudad de México. Poeta, editora, gestora y productora cultural. Estudió Letras Clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras FFYL de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Diplomada en Gestión y Políticas Culturales por la Organización de Estados Iberoamericanos OEI, el Centro Nacional de las Artes CENART y la Universidad Autónoma Metropolitana UAM. Posee una Especialización en Edición por el Centro Editorial Versal. Actualmente, es directora general y editora –desde 2003– de Proyecto Literal y –desde 2010– directora editorial de la empresa Literatura y Alternativas en Servicios Editoriales. Ha publicado cuatro poemarios. Entre 2011 y 2017, presidió la Asociación de Escritores de México, Asociación Civil AEMAC. Como gestora y editora, ha obtenido diversas becas y apoyos, entre ellas destacan: en cuatro ocasiones, la beca Edmundo Valadés para Publicaciones Independientes y, en tres ocasiones, Fomento a Coinversiones Culturales, ambas becas dependientes del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes FONCA; también, del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias PACMYC 2013, la Diversidad Social para Proyectos Colectivos, así como la beca Artes por Todas Partes. Entre 2016 y 2018, fue beneficiaria del programa Cultura Comunitaria por la Alcaldía de Tlalpan de la Ciudad de México.

Roberto Luviano: poeta y ensayista mexicano

Crédito de la fotografía: propiedad de Roberto Luviano.

Este texto se publica como parte de un convenio de colaboración entre la Asociación de Escritores de México (AEMAC) y el Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido, con el propósito de promover a la literatura mexicana a nivel internacional. 


Presentación

Por Obed González Moreno
Investigador en la Asociación de Escritores de México (AEMAC)

El misticismo es el intento por revelar el misterio, es la otredad en la cual participamos y, en algunos casos de una forma irremediable, pertenecemos a ella, a aquello recóndito como lo es uno de los más asombrosos, la muerte. Los misterios de los mundos alternos nos incitan a crear ritos y mitos para lograr el acercamiento, el gran salto hacia aquello que se presenta impenetrable. Roberto Luviano, miembro de la Asociación de Escritores de México, por medio de la investigación y la escritura nos muestra su trabajo literario con la intención de que nos adentremos en estos terrenos donde también en la poesía —como elemento intrínseco del ensayo— convive lo secreto como una llave para aspirar a descifrar lo que se nos presenta insondable. 


Prolegómeno segundo: de las pasiones

Por Roberto Luviano

El significado de los ejercicios espirituales como un despliegue de nuestra conciencia interior ha permitido, desde lo imaginario, establecer un pacto entre nosotros y el mundo natural. Es a través de este proceso simbólico que podemos reconocernos parte de un todo psíquico, cosmogónico y patético, donde las pasiones extáticas, aquellas que nos permiten tener una aproximación con la dimensión sagrada, nos vinculan con el deseo y el goce que se enuncian en el lenguaje como proceso de un cuidado de sí.

Desde la práctica espiritual instauramos el Estado de Vigilancia, somos como esos vigías sobre altamar que cuidan del cardumen como un tesoro de la carne, cuando el alma cae desde la tormenta y desde el relámpago y el vislumbre de tierra está cerca. La vigilancia es parte fiel a nosotros, se adhiere a nuestra epidermis de la nada, hay que aceptar las condiciones del tiempo, del espacio y del Absoluto. El despliegue de la ontología lingüística nos permite centrar nuestro yo en una práctica concreta, una ordenación en su totalidad de nuestras pasiones.

Por otro lado, es el padecimiento de nuestra condición humana que nos hace factibles ante la materia, somos una proyección de sombras bajo neones intermitentes de nuestra sangre, en nuestro estado de visibilidad negamos lo que está al otro costado de nosotros, lo sagrado. Así las pasiones ante lo sacro se presentan como el vislumbre de la renuncia, el dejarse estar a la deriva de Él, en sí mismos y en nosotros en nuestra conciencia. Este proceso de despojo nos facilita la vía del encuentro con eso que se busca, pero no se nombra. Por consiguiente, las vías de acceso a la experiencia de la renuncia, se multiplican en medida del deseo y del goce.

Son de los rituales dolorosos de donde se desprende esta anatomía espiritual, que tiene como eje central una forma de apaciguar el sufrimiento y la angustia sobre la muerte, nuestra existencia es una vía láctea, donde la obscura noche se nos presenta como liberación, entonces surge la vida como proceso biológico sistematizado por Dios, por lo sagrado e invisible de las cosas y de los seres del mundo.

La flagelación por medio de instrumentos, es decir confeccionados desde una técnica, es la manera en que la vigilancia se sitúa en la mediación sagrada, entre el sacramento; como logos, no sólo como razón sino como entendimiento de la fundación de la palabra como un despliegue psíquico y un campo natural lingüístico que nos es dado.

Por ende, el mecanismo de flagelarse pretende tener como objetivo la libertad, el arrobamiento de una luz ilusoria de la verdad revelada, como reconocimiento y alteridad del otro y de lo otro. Es la renuncia al yo y al ser, una nulidad en la unicidad, la simbiosis nos hace esencialmente una naturalis existencia, sucesos. La práctica religiosa o espiritual es un dejarse ir a lo no nombrado, al silencioso acontecer universal, por lo tanto, nuestras pasiones en el Estado patológico son conexiones infraneuoronales de la verdad.

Se busca en estos ejercicios para templar al espíritu un pacto con la Verdad, con el verbo y la acción de la voluntad con el mundo natural, la esfera de nuestra existencia. Establecemos ritos desde el dolor para sabernos en el sufrimiento divino como el camino hacia lo visible. Por otro lado, la proyección mental de nuestra práctica de la fidelidad con la revelación, también se construye la idea de la Renuncia como una rebelión de nuestras pasiones ante el Todo.

El placer y el goce de la carne de Dios o de lo sagrado se convertirá en un habitus mundano, un reconocimiento de nuestra inteligencia terrestre desde nuestra carne y corporalidad. Idea de la carne como algo visible y como elemento Teofágico, que permite la materialidad sagrada y una corporalidad que nos permite un recubrimiento ante el suceso del mundo, por ende, una protección ante la totalización de lo sacro.

Tanto la vigilancia y la renuncia como aceptación de la libertad del ser, en tanto ser natural, nos conlleva a un grado de verdad, es por los ejercicios espirituales alejados de los reflectores del yo y de la persona que soy, en la intimidad de la caverna interior se crea y se forma la revelación pactada, una renuncia en la fe.


Crédito de la fotografía: Isabel Corona.

Roberto Luviano, Ciudad de México (1974). Es licenciado en Creación Literaria por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Cuenta con la Maestría en Docencia y Educación por la Universidad Tecnológica Latinoamericana. Ha publicado en poesía Falhar de Cornos (La perra pelona, 2009), Arqueología del Odio (Tintanueva, ediciones, 2003), Arqueología de la Ilusión (Premio para publicación, 2015, Ed. Ilusión) y Arqueología de la penumbra (Bitácora de vuelos, 2021). Ha sido antologado en cuento por la Asociación Mexicana de Pedagogía A.C en su colección Educere. En ensayo cuenta con Intermisticismos, prolegómenos a la narrativa mexicana (AEMAC, 2020). Actualmente es maestro en la UACM, su línea de investigación creativa y académica trata sobre el misticismo y sus vertientes. Es miembro de la Asociación de Escritores de México (AEMAC).