El caso Ayotzinapa: desde una perspectiva global.

Adolfo A. Laborde Carranco

Todo parecía marchar en orden. El Pacto por México y posteriormente, la aprobación de las reformas estructurales por las distintas fuerzas políticas (exceptuando algunas, claro) del país perfilaban a México como una nación que tendría una administración peñista llena de logros y éxitos. Era el “Mexican Moment”. No fue así. La noche del 26 de septiembre de 2014, cambió la historia.


Padres de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en la ciudad de Iguala, Guerrero, México. Foto: Eduardo Estala Rojas.

Padres de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa,  Iguala, Guerrero, México. Fotografía: Eduardo Estala Rojas.

De un día para otro, todo lo que se había hecho “bien” quedó a un lado. La desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en la ciudad de Iguala, Estado de Guerrero, modificó para mal el rostro del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto a nivel global. Ni el Pacto por México o los esfuerzos para vender sus resultados materializados en las reformas estructurales en el mundo, especialmente la energética, pudo neutralizar la reacción de la prensa internacional en un primer momento. Después de organismos, organizaciones de la sociedad civil, locales y mundiales.

Pero, ¿cómo se dio este cambio repentino en la imagen de México? O bien, ¿qué otro factor ayudó para que este caso se expandiera como pólvora y le diera un golpe casi mortal a la campaña promocional de México en el mundo? Con miras a responder estos cuestionamientos, me permitiré realizar dos reflexiones. La primera radica en la hipótesis de que hubo una reacción lenta y despreocupada del Gobierno Federal. Probablemente esto se debió a que el Presidente no fue informado de la gravedad del asunto oportunamente y, por consiguiente, no se respondió con una estrategia mediática de choque a la crisis.

Existió en términos de inteligencia estratégica una falla del sistema de información, lo que vulneró no sólo la imagen del país, sino la del mismo Presidente con una baja considerable en sus niveles de popularidad. No se actuó en consecuencia de manera expedita. Simple y sencillamente el Presidente no estaba consciente de la magnitud del conflicto y los críticos del régimen esperaban una coyuntura de esta magnitud. No perdonaron y aprovecharon la ocasión. Llovieron las críticas sin cuartel y la respuesta de la prensa internacional no se hizo esperar. El resultado lo conocemos todos.

Segundo. Otro factor que no se debe de dejar a un lado, es que lo que en un principio se pensó utilizar, supongo, con miras a las elecciones de 2015, como una estrategia de golpeteo político al Partido de la Revolución Democrática (PRD), en Guerrero primero, y luego en la geografía política nacional, se convirtió en un efecto bumerán que afectó con más fuerza al Gobierno Federal con su política de “inacción” o de no pasa nada. La reacción fue tardía. Esto nos habla de nueva cuenta de las fallas de los sistemas de inteligencia del país o de su ciclo. A pesar de que la política de seguridad cambió y se concentró en la Secretaría de Gobernación a partir de este sexenio, este hecho y otros más, han demostrado que aún no se cuentan con las instituciones confiables (que solían ser en el pasado) capaces de adelantarse a los hechos con los denominados “Mapas de Riesgos”, es decir, pasar de la incertidumbre al riesgo.

En otras palabras, lo que sucedió en Iguala pudo evitarse si hubiera un ciclo de inteligencia lo suficientemente confiable y ágil en el procesamiento y validación de la información que debería nutrir a los tomadores de decisiones, en este caso al Presidente de la República y su Gabinete de Seguridad. Algo falló en el ciclo. La tarea ahora, es blindarlo en sus facetas estratégica, operativa y táctica. Quizá los recientes cambios en esa materia y en la Secretaría de Gobernación apunten a ello. Mientras tanto, los esfuerzos para que el nombre de México, dejé de estar asociado con el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, tendrán que ser titánicos. La tarea en el mediano plazo es agrupar los buenos resultados de la administración y comunicarlos a nivel local y global. Si bien es cierto, hay avances palpables en materia de la recomposición de la imagen de México, en los últimos meses en el exterior. El país nos guste o no, tendrá que lidiar por lo menos hasta que termine el actual sexenio, con la presión de los padres de los 43 estudiantes, organizaciones y organismos nacionales e internacionales que lo único que piden es esclarecer el caso; es decir, conocer la verdad. Esto sería lo justo. ¿O es mucho pedir?


Adolfo A. Laborde Carranco. Foto: Cortesía.

Adolfo A. Laborde Carranco. Foto: Cortesía.

Adolfo A. Laborde Carranco, mexicano, es internacionalista. Profesor Investigador de la Escuela Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales del Tec de Monterrey, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), y del Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido. En la actualidad se encuentra realizando una estancia de investigación sobre las relaciones comerciales y económicas entre Corea del Sur y México en el Instituto de Política Económica Internacional de Corea del Sur (KIEP).

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