Por Ricardo Ariza
El artista visual mexicano José Luis Pescador nos vuelve a sorprender, primero con la naciente editorial Marambo Cómix (MC) y segundo, con esta adaptación del texto «Una tarde sin dios en la Academia de Letrán», del escritor y pensador mexicano del siglo XIX, Guillermo Prieto.

Ignacio Ramírez, “El Nigromante”: Aniversario 200. Cómic. José Luis Pescador. Una producción de Marambo Cómix, 2018. 36 páginas. México, 23 de junio de 2018.
Este material es la primera producción nacida bajo el proyecto ideado (MC) por el artista guanajuatense, ahora naturalizado en Morelos y compartido con CDMX, que es consecuencia también de su larga trayectoria como director de la serie histórica de los personajes del Bicentenario y del Centenario (León, Guanajuato 2010), en donde colaboraron artistas visuales y escritores, y en los que sobresale el volumen 11 de la serie escrita e ilustrada por José Luis Pescador: «Emiliano Zapata, Secreto de guerra».
«Una tarde sin dios en la Academia de Letrán» es el documento perfecto para adentrarnos en una de las personalidades más enigmáticas del siglo XIX. El 22 de junio de 2018 se cumplen 200 años del nacimiento de Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada, «El Nigromante», en plena guerra de Independencia. El nacimiento de Ramírez Calzada es una fecha de verdadera celebración nacional, por la importante herencia que el constitucionalista dejó a este país.
Después de 139 años de su muerte (15 de junio de 1879) sigue siendo pródigo en sus generosidades, pues de él, tutor de tantos pensadores mexicanos, nació el modelo de un país que aún está en la fragua: “No hay Dios, los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos”. Del hombre que ideó el libro de texto gratuito, del impulsor con las Leyes de Reforma en 1857 de la separación Iglesia-Estado, del creador de las garantías individuales, que dotan a cada persona de libertad para ser y pensar, de Ignacio Ramírez, «El Nigromante» —el que habla con los muertos—, aún no conocemos todos sus misterios.
Con la biografía publicada por Ignacio Manuel Altamirano en 1889 —Editada por la Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento en la administración de Porfirio Díaz, editorial también de las obras de «El Nigromante»— nos dibuja el autor de «El Zarco» a un personaje de talla milenaria; con poca objetividad hay que decirlo, pues Altamirano Basilio le debía casi todo a Ramírez y siempre lo amó como a un padre. 110 años después, Emilio Arellano, bisnieto de «El Nigromante» edita y publica la herencia familiar, las «Memorias Prohibidas», de quien fue nuestro liberal más polémico. Al completarse el ciclo, sabemos que muchos pasajes de la vida y obra del Voltaire mexicano, como lo llama el mismo Altamirano, fueron resguardados para no alterar la paz porfiriana que duró 30 años. Ignacio Manuel Altamirano se arrepintió en sus últimos días, en San Remo, Italia, de no haber dicho toda la verdad. Y la verdad fue que el encono provocado por la crítica contra los oaxaqueños Benito Juárez y la censura de Porfirio Díaz, oscureció la gigantesca labor del guanajuatense.
En el documento redactado por Vicente Riva Palacio, autor de “México a través de los siglos”, y encomendado por Benito Juárez, nombrado “Historia de la Constitución y Reforma”, Ramírez Calzada brilla por su ausencia. Asimismo, la educación laica y gratuita atribuida al filósofo positivista y político mexicano Gabino Barreda, quien tuvo tantos méritos propios, fue uno de los logros arrebatados a Ignacio Ramírez por la historia oficial. Además, la forma como sucedió, hace apreciarlo en otras dimensiones: En 1847, cuando José María Valentín Gómez Farías era presidente de México y James K. Polk cumplía su mandato en los Estados Unidos, Ramírez Calzada, siendo secretario de gobierno del Estado de México —al que pertenecían varias comarcas de los actuales estados de Guerrero (1849) y Morelos (1869)—, y alternando sus actividades gubernamentales con la impartición de cátedras en el Instituto Científico y Literario de Toluca, “El Nigromante” paseaba por las tiendas de la ciudad pidiendo por caridad patriota y recolectando para un proyecto liberal, el papel de estraza sobrante, para cortarlo y plegarlo.
El padre de Ignacio, Lino Ramírez, quien fue vicegobernador del Estado de Querétaro con Valentín Gómez Farías y también miembro del Partido Federalista para establecer la Constitución de 1824, y crear las primeras leyes de reforma en 1833, le regaló a su hijo un reloj de oro, que fuera antaño propiedad del llamado “Padre de la Patria” por la oficialidad nacional, Miguel Hidalgo; ese reloj fue vendido en Toluca en la casa de empeño de doña Guadalupe Hernández para obtener el preciso dinero y así comprar de usado, una imprenta. Al enterarse el gobernador Olaguíbel Martinón, del sacrilegio cometido por Ramírez al vender aquel preciado reloj, quiso destituirlo de su cargo, pero “El Nigromante”, con un golpe de audacia, le mostró los primeros libros de texto gratuito, que con su patrocinio y trabajo personal hizo posible. Los primeros ejemplares fueron distribuidos en el Instituto Científico y Literario de Toluca, para convertirse después en proyecto y ley nacional, que incluía becas para niños de escasos recursos, por quien defendió de igual manera el papel de las mujeres en la transformación de México como un país de libertades individuales.
Ignacio Ramírez, defensor de los derechos indígenas, el ilustre e implacable tribuno, editor del periódico “Don Simplicio” al lado de Guillermo Prieto, Vicente Segura Argüelles, Vicente García Torres y Manuel Payno, polémico y temido, había hecho cimbrar a los franceses durante la segunda intervención (1862-1867), a Santa Anna, a la Iglesia Católica, a Benito Juárez y al mismo Porfirio Díaz. Hoy lo vemos con toda su actualidad e importancia, resplandecer en lo que aún sobrevive del México laico y liberal, en espera de que un clásico como él continúe diciendo todo lo que aún tiene que decir.
En su cómic: Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, José Luis Pescador no ilustra sino que recrea, da vida al personaje, desde una cercanía en la que el lector puede sentir la fuerza y vitalidad de la época. En la portada de esta edición podemos ver al fondo “La Casa de los azulejos”, en 1837, cien años después de haber sido construida, primera morada de los condes del Valle de Orizaba, en el centro histórico de la CDMX, y también podemos apreciar a Ignacio Ramírez de 19 años cruzar vehemente por donde ahora es la calle Madero ¿o es Cinco de mayo?, rumbo a una reunión muy importante; todos sus años previos de estudio lo habían llevado a ese momento, al encuentro de una tarde de Academia en el Colegio de San Juan de Letrán, en donde vería a los pensadores mexicanos José María y Juan N. Lacunza, Manuel Tossiat Ferrer y Guillermo Prieto, entre otros, como Andrés Quintana Roo, Manuel Carpio, en el colegio para mestizos fundado en 1548 por el virrey don Antonio de Mendoza, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Podemos ver en la portada a aquel mestizo, hijo de mestizos pero de fuerte raíz indígena, de ancestros tarascos y de los señores aztecas de Tacuba, nacido en cuna masónica y liberal, heredero por mérito propio de la Ilustración y del enciclopedismo, podemos ver, como decía, a Ignacio Ramírez, yendo a decir que no hay Dios ante los sabios de su época.
El lenguaje gráfico del autor de este cómic nos traslada a lo largo de la anécdota o hecho histórico, con maestría y experiencia para colocar al lector o espectador en un punto de vista privilegiado, ya que el lenguaje del género ficción ha sido otra de sus vertientes con las que ha creado a su personaje principal Marambo, un chico extraterrestre bastante agradable. Dotado de talento natural y formado en diversas corrientes estéticas, José Luis Pescador traza con dominado ritmo cinemático a lo largo de sus páginas, la problemática histórica y social que lo ha llevado a participar en proyectos de relevancia social como su producción relacionada a las Fosas de Tetelcingo y de Jojutla, Morelos, en donde narra la tragedia común de un México de desapariciones, incursionando en el cómic periodístico. Con propuestas visuales que abarcan el espectro del dibujo y la pintura, el muralismo, el naturalismo, el expresionismo, la perspectiva y la arquitectura, la historieta, el cómic y en general la novela gráfica con sus adaptaciones o creación de personajes, revelan a una nueva generación de autores de la cual, él ocupa un lugar protagonista.
Enhorabuena por Marambo Cómix, agradecimientos por Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, y ya le dije a José Luis Pescador que votaré por él cuando se lance a presidente municipal de Cuernavaca, para que le ponga banquetas en donde se puedan pasear simpáticos extraterrestres con los Ramírez Calzada y los Altamirano Basilio del futuro. Un sincero abrazo.

José Luis Pescador. Fotografía: Ricardo Ariza.
José Luis Pescador, ha publicado su trabajo en México, España, Estados Unidos, Canadá y Finlandia, en editoriales como Alfaguara, Raíces, Tierra Adentro, Somohano, La Cúpula ediciones, Fantagraphics y SPX Press, entre otras. Ha expuesto de forma individual y colectiva en museos y espacios de arte en varias ciudades mexicanas y en Barcelona, Madrid, Berlín, Portland, San Diego, Austin, así como en el Festival Internacional de Arte Contemporáneo de León (FIAC) y el Festival Internacional Cervantino en Guanajuato. Dirigió el proyecto de cómic histórico Serie Bicentenario, que involucra a escritores y algunos de los mejores historietistas de México.