Yo soy otro

Por Ricardo Ariza*

En los nueve cuentos que conforman el libro «La raíz de todos los males», del escritor y poeta mexicano Afhit Hernández Villalba, quien narra la parte humana de un mundo soterrado, en donde los personajes logran transmitir desde un lugar en la sociedad que censura sus experiencias como seres que habitan espacios marginales, las decisiones que han tomado confunden y ofenden a la normatividad recetada por siglos, ellos son gays, perversos, exiliados y diversos.


Con el libro «La raíz de todos los males», el escritor y poeta mexicano Afhit Hernández Villalba, obtuvo el Primer Premio del Concurso Nacional de Cuento y Poesía LGBTTTI, México.

El talento del autor y la maestría lograda con el recurso del lenguaje escrito: causan efectos que provocarán empatía entre los lectores, sean o no de la comunidad LGBTTTI, así éstos serán capaces de sentir la dimensión de la derrota más difícil de asumir: no eres el cuerpo que habitas, eres otro.

Ser queer es ser raro, en el sentido peyorativo del término, porque todos somos de alguna manera extraños dentro de la realidad normativa y heteropatriarcal. Apropiarse del término para quitarle fuerza al insulto, utilizar su propio peso para significar otros conceptos, es lo que el movimiento ha hecho en los últimos años al considerarse seres performativos para existir más allá de la camisa de fuerza del género.

En estos cuentos, la anécdota es al inicio la estructura misma del texto, también importa cómo se va a contar, es decir, el efecto que causará en los lectores. El autor sabe a dónde quiere llegar y sabe qué sensaciones quiere provocar, a veces el efecto de un impacto, otras para crear un mar de serenidades. El autor no pretende que se victimice a la figura del gay, sino que entre todas las visiones posibles puedan y encuentren principalmente la parte humana, la raíz de donde provienen según “todos los males”, que si son males es porque lo dice la sociedad.  

En estos nueve cuentos diversos entre sí, la parte medular que sostiene la calidad y la factura de estas narraciones, es la experiencia del autor y la experiencia literaria; sus frases han sido trasmitidas con claridad narrativa y con descripción a detalle del entorno con sus primeros planos y close up hacia los actores para mostrar personajes vivos y dialécticos que poseen una innegable belleza poética, ya que Afhit Hernández es poeta. Su habilidad se consolida en esta colección de cuentos, que en su mayoría provienen de la ficción que imitan con destreza como es a veces la vida.

El libro es ganador del Primer Premio del Concurso Nacional de Cuento y Poesía LGBTTTI, que se realizó del 11 al 19 de mayo de 2018, en la décimo tercera edición del Festival Cultural de la Diversidad Sexual en Zacatecas, convocado por el colectivo Hij@s de la Luna, en coordinación con el Instituto Zacatecano de Cultura (IZC) «Ramón López Velarde».


*Ricardo Ariza (México, 1973). Escritor y editor. Ha publicado los libros El título es consecuencia del azar (Colección El Ala del Tigre, UNAM, 1996) y Física de cuerpos ausentes (Colección La Hogaza /5. Instituto de Cultura de Morelos, 2009); así como la antología personal En donde la memoria arda(INBA, CONACULTA, SEP, Editorial Eternos Malabares, 2013). Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (1997-1998), del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2003-2004) y del PECDA Morelos (2005-2006; 2018-2019). Actualmente es colaborador de la revista francesa El Café Latino y del Mexican Cultural Centre (MCC)Reino Unido. Es productor general en TMCineVideo.

Ignacio Ramírez, «El Nigromante»: Aniversario 200. Cómic de José Luis Pescador. Una producción de Marambo Cómix 2018

Por Ricardo Ariza

El artista visual mexicano José Luis Pescador nos vuelve a sorprender, primero con la naciente editorial Marambo Cómix (MC) y segundo, con esta adaptación del texto «Una tarde sin dios en la Academia de Letrán», del escritor y pensador mexicano del siglo XIX, Guillermo Prieto.


Ignacio Ramírez, “El Nigromante”: Aniversario 200. Cómic. José Luis Pescador. Una producción de Marambo Cómix, 2018. 36 páginas. México, 23 de junio de 2018.

Este material es la primera producción nacida bajo el proyecto ideado (MC) por el artista guanajuatense, ahora naturalizado en Morelos y compartido con CDMX, que es consecuencia también de su larga trayectoria como director de la serie histórica de los personajes del Bicentenario y del Centenario (León, Guanajuato 2010­), en donde colaboraron artistas visuales y escritores, y en los que sobresale el volumen 11 de la serie escrita e ilustrada por José Luis Pescador: «Emiliano Zapata, Secreto de guerra». 

«Una tarde sin dios en la Academia de Letrán» es el documento perfecto para adentrarnos en una de las personalidades más enigmáticas del siglo XIX. El 22 de junio de 2018 se cumplen 200 años del nacimiento de Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada, «El Nigromante», en plena guerra de Independencia. El nacimiento de Ramírez Calzada es una fecha de verdadera celebración nacional, por la importante herencia que el constitucionalista dejó a este país.

Después de 139 años de su muerte (15 de junio de 1879) sigue siendo pródigo en sus generosidades, pues de él, tutor de tantos pensadores mexicanos, nació el modelo de un país que aún está en la fragua: “No hay Dios, los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos”. Del hombre que ideó el libro de texto gratuito, del impulsor con las Leyes de Reforma en 1857 de la separación Iglesia-Estado, del creador de las garantías individuales, que dotan a cada persona de libertad para ser y pensar, de Ignacio Ramírez, «El Nigromante» —el que habla con los muertos—, aún no conocemos todos sus misterios.

Con la biografía publicada por Ignacio Manuel Altamirano en 1889 —Editada por la Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento en la administración de Porfirio Díaz, editorial también de las obras de «El Nigromante»— nos dibuja el autor de «El Zarco» a un personaje de talla milenaria; con poca objetividad hay que decirlo, pues Altamirano Basilio le debía casi todo a Ramírez y siempre lo amó como a un padre. 110 años después, Emilio Arellano, bisnieto de «El Nigromante» edita y publica la herencia familiar,  las «Memorias Prohibidas», de quien fue nuestro liberal más polémico. Al completarse el ciclo, sabemos que muchos pasajes de la vida y obra del Voltaire mexicano, como lo llama el mismo Altamirano, fueron resguardados para no alterar la paz porfiriana que duró 30 años. Ignacio Manuel Altamirano se arrepintió en sus últimos días, en San Remo, Italia, de no haber dicho toda la verdad. Y la verdad fue que el encono provocado por la crítica contra los oaxaqueños Benito Juárez y la censura de Porfirio Díaz, oscureció la gigantesca labor del guanajuatense.

En el documento redactado por Vicente Riva Palacio, autor de “México a través de los siglos”, y encomendado por Benito Juárez, nombrado “Historia de la Constitución y Reforma”, Ramírez Calzada brilla por su ausencia. Asimismo, la educación laica y gratuita atribuida al filósofo positivista y político mexicano Gabino Barreda, quien tuvo tantos méritos propios, fue uno de los logros arrebatados a Ignacio Ramírez por la historia oficial. Además, la forma como sucedió, hace apreciarlo en otras dimensiones: En 1847, cuando José María Valentín Gómez Farías era presidente de México y James K. Polk cumplía su mandato en los Estados Unidos, Ramírez Calzada, siendo secretario de gobierno del Estado de México —al que pertenecían varias comarcas de los actuales estados de Guerrero (1849) y Morelos (1869)—, y alternando sus actividades gubernamentales con la impartición de cátedras en el Instituto Científico y Literario de Toluca, “El Nigromante” paseaba por las tiendas de la ciudad pidiendo por caridad patriota y recolectando para un proyecto liberal, el papel de estraza sobrante, para cortarlo y plegarlo.

El padre de Ignacio, Lino Ramírez, quien fue vicegobernador del Estado de Querétaro con Valentín Gómez Farías y también miembro del Partido Federalista para establecer la Constitución de 1824, y crear las primeras leyes de reforma en 1833, le regaló a su hijo un reloj de oro, que fuera antaño propiedad del llamado “Padre de la Patria” por la oficialidad nacional, Miguel Hidalgo; ese reloj fue vendido en Toluca en la casa de empeño de doña Guadalupe Hernández para obtener el preciso dinero y así comprar de usado, una imprenta. Al enterarse el gobernador Olaguíbel Martinón, del sacrilegio cometido por Ramírez al vender aquel preciado reloj, quiso destituirlo de su cargo, pero “El Nigromante”, con un golpe de audacia, le mostró los primeros libros de texto gratuito, que con su patrocinio y trabajo personal hizo posible. Los primeros ejemplares fueron distribuidos en el Instituto Científico y Literario de Toluca, para convertirse después en proyecto y ley nacional, que incluía becas para niños de escasos recursos, por quien defendió de igual manera el papel de las mujeres en la transformación de México como un país de libertades individuales.

Ignacio Ramírez, defensor de los derechos indígenas, el ilustre e implacable tribuno, editor del periódico “Don Simplicio” al lado de Guillermo Prieto, Vicente Segura Argüelles, Vicente García Torres y Manuel Payno, polémico y temido, había hecho cimbrar a los franceses durante la segunda intervención (1862-1867), a Santa Anna, a la Iglesia Católica, a Benito Juárez y al mismo Porfirio Díaz. Hoy lo vemos con toda su actualidad e importancia, resplandecer en lo que aún sobrevive del México laico y liberal, en espera de que un clásico como él continúe diciendo todo lo que aún tiene que decir.

En su cómic: Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, José Luis Pescador no ilustra sino que recrea, da vida al personaje, desde una cercanía en la que el lector puede sentir la fuerza y vitalidad de la época. En la portada de esta edición podemos ver al fondo “La Casa de los azulejos”, en 1837, cien años después de haber sido construida, primera morada de los condes del Valle de Orizaba, en el centro histórico de la CDMX, y también podemos apreciar a Ignacio Ramírez de 19 años cruzar vehemente por donde ahora es la calle Madero ¿o es Cinco de mayo?, rumbo a una reunión muy importante; todos sus años previos de estudio lo habían llevado a ese momento, al encuentro de una tarde de Academia en el Colegio de San Juan de Letrán, en donde vería a los pensadores mexicanos José María y Juan N. Lacunza, Manuel Tossiat Ferrer y Guillermo Prieto, entre otros, como Andrés Quintana Roo, Manuel Carpio, en el colegio para mestizos fundado en 1548 por el virrey don Antonio de Mendoza, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Podemos ver en la portada a aquel mestizo, hijo de mestizos pero de fuerte raíz indígena, de ancestros tarascos y de los señores aztecas de Tacuba, nacido en cuna masónica y liberal, heredero por mérito propio de la Ilustración y del enciclopedismo, podemos ver, como decía, a Ignacio Ramírez, yendo a decir que no hay Dios ante los sabios de su época.

El lenguaje gráfico del autor de este cómic nos traslada a lo largo de la anécdota o hecho histórico, con maestría y experiencia para colocar al lector o espectador en un punto de vista privilegiado, ya que el lenguaje del género ficción ha sido otra de sus vertientes con las que ha creado a su personaje principal Marambo, un chico extraterrestre bastante agradable. Dotado de talento natural y formado en diversas corrientes estéticas, José Luis Pescador traza con dominado ritmo cinemático a lo largo de sus páginas, la problemática histórica y social que lo ha llevado a participar en proyectos de relevancia social como su producción relacionada a las Fosas de Tetelcingo y de Jojutla, Morelos, en donde narra la tragedia común de un México de desapariciones, incursionando en el cómic periodístico. Con propuestas visuales que abarcan el espectro del dibujo y la pintura, el muralismo, el naturalismo, el expresionismo, la perspectiva y la arquitectura, la historieta, el cómic y en general la novela gráfica con sus adaptaciones o creación de personajes, revelan a una nueva generación de autores de la cual, él ocupa un lugar protagonista.  

Enhorabuena por Marambo Cómix, agradecimientos por Ignacio Ramírez, “El Nigromante”, y ya le dije a José Luis Pescador que votaré por él cuando se lance a presidente municipal de Cuernavaca, para que le ponga banquetas en donde se puedan pasear simpáticos extraterrestres con los Ramírez Calzada y los Altamirano Basilio del futuro. Un sincero abrazo.


José Luis Pescador. Fotografía: Ricardo Ariza.

José Luis Pescador, ha publicado su trabajo en México, España, Estados Unidos, Canadá y Finlandia, en editoriales como Alfaguara, Raíces, Tierra Adentro, Somohano, La Cúpula ediciones, Fantagraphics y SPX Press, entre otras. Ha expuesto de forma individual y colectiva en museos y espacios de arte en varias ciudades mexicanas y en Barcelona, Madrid, Berlín, Portland, San Diego, Austin, así como en el Festival Internacional de Arte Contemporáneo de León (FIAC) y el Festival Internacional Cervantino en Guanajuato. Dirigió el proyecto de cómic histórico Serie Bicentenario, que involucra a escritores y algunos de los mejores historietistas de México.

«Ocurre todavía», el diálogo entre Eduardo Hurtado y Kenia Cano

Un poema de 42 entrañas da cuerpo al más reciente libro de Eduardo Hurtado. Ocurre todavía pertenece a la colección de poesía del Fondo de Cultura Económica. Es un libro que se antoja a la vista y al tacto; se nota que la edición conllevó esmeros, cuidados y riesgos, el resultado es un ejemplar de discreta pero luminosa personalidad.


Obra plástica de Kenia Cano.

Obra plástica de Kenia Cano.

En esta edición, los poemas se dejan acompañar por dieciséis acuarelas realizadas por Kenia Cano, quien sostiene con los versos del poeta un diálogo desde su Cifra itinerante–nombre de la colección de imágenes de la artista–.

La lectura de un poema genera tantas interpretaciones como lectores tenga. Algunos considerarán que estos versos son sólo amorosos, que existe una susodicha a quien están destinados, yo los vi así, pero después me propuse ver también en ellos a la poesía en sí misma como el motor que mueve la escritura de Eduardo, la poesía como el sujeto aludido, como esa segunda persona del singular en su forma de pronombre. Es el “tú” cuando el poeta escribe:

“Desnativo, me planto

en tus comarcas”;                   así como también en este otro poema:

“Te alzas, estallas,

te diluyes

          y vuelves

          a tu hondura

con un rumor de soles

y guijarros”.                 

Y también en este otro:

“Te oigo llover, rodar

sobre mis vértebras,

picarlas con tu sal,

lamerlas

          como un fuego”.

Lo nombrado no puede ser aludido directamente, el “objeto” del amor es referido y simbolizado en el cuerpo de la amada, por eso la voz de estos poemas es confesional –como dice Fabio Morábito: “para un oído concreto”–.

Allí donde se interpreta “amor”, amada”, “ella”, “Dios”–en el caso de los poemas de San Juan de la Cruz–, para mí es la poesía misma la que desvela su presencia como faro en el mundo. La poesía surge de la “nada fértil”, de “las cosas más menudas” como lo escribe Eduardo en sus propias palabras:

“Que de lo hallado

                   queden

las cosas más menudas: no

el garbanzo de a libra, no

la perla del tiempo:

que del asombro

nazca la almendra

más humilde”.

Obra plástica de Kenia Cano.

Obra plástica de Kenia Cano.

Estos poemas también son un decir sin decir. Son la acción del verbo “amar” del amor mismo –no sólo del sujeto que cree ser el amor, desde su fascinación de enamorado, de amante, sino del substantivo sustantivo “amor”, que como un espíritu, cuando se manifiesta en la materia, electriza la noche–.

“A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición”, escribe San Juan de la Cruz, en la Oración del alma enamorada. Citado por Eduardo, a manera de epígrafe, incluye sólo las primeras 14 sílabas: A la tarde te examinarán en el amor, y firmado: Juan de Yepes.

Esta doble condición del poeta renacentista, de haber sido un hombre secular y después un hombre de Dios, representa las dos realidades del ser: el espíritu y la materia. De pronto recordamos que estamos hechos de carne; nos percatamos de que somos mudables, biodegradables, cuerpos que al final serán materia de disecciones.

Y aquí es donde la obra plástica de Kenia dialoga con los versos, no los ilustra, no es necesario. “La poesía no permite discursos alternos”. No hay explicaciones de un poema. Eduardo Hurtado es fiel a la idea romántico-simbolista de que la poesía es un asunto asociado con un no saber, con ciertas formas del silencio.

La obra plástica de Kenia nos habla también de lo espiritual en la materia, de esa otra “nada fértil” que es la vida, en donde la corrosión carcome los cuerpos que fueron amantes y los que no, los que fueron espirituales y los que no, cuerpos diluidos en las acuarelas de la vida por el paso del tiempo, ya que “Nada termina sin romperse, porque todo es sin fin”, cita –de “Voces”– a manera también de epígrafe, Eduardo Hurtado a Antonio Porchia.

16 imágenes de Kenia en acuarela, tinta, pastel, grafito y collage sobre papel de algodón, conversan con los poemas de Eduardo acerca de la anatomía del misterio, donde el verso se hace carne y la carne se hace verso. En donde la sangre y los huesos, los músculos y los nervios, sueñan –cito al poeta– “en despertar contigo hasta el día del horno y la ceniza”. Cenizas que tendrán sentido, como escribió Quevedo, “polvo serán, mas polvo enamorado”.

Obra plástica de Kenia Cano.

Obra plástica de Kenia Cano.

Las figuras son irreconocibles. Son cuerpos en la mesa de disecciones. Los órganos y los miembros se han convertido en aves. En palabras que vuelan. Este diálogo de imágenes y versos de los dos artistas, sucede con mayor eficacia en la imaginación del lector, no en las lecturas rápidas, sino en las sosegadas. Después de todo, en algunas de las cosas en las que sí se parecen la poesía, el erotismo y lo divino, es que en las tres se requiere estar presente.

Octavio Paz y Juan Gelman, son otros dos poetas que Eduardo cita. Poetas que tienen al amor como centro y guía. En La llama doble, Paz escribe: “Los sentidos son y no son de este mundo. Por ellos, la poesía traza un puente entre el ver y el creer. Por ese puente la imaginación cobra cuerpo y los cuerpos se vuelven imágenes”.  Y en el siguiente párrafo: “La relación entre erotismo y poesía es tal, que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y la segunda es una erótica verbal”.

Siempre he admirado la desnuda sencillez de la escritura de Eduardo, sencillez lograda en un poco más de 40 años de dedicaciones amorosas al poema. De él he aprendido que es la experiencia la que da sentido a los versos, lo que los sostiene.

Aún recuerdo ese hermoso poema que le dedicó a su padre, llamado El comensal, en su libro Las diez mil cosas –un libro del cual también quedé prendado–. Y me asombra eso, la sencillez con que toca las fibras más profundas; sin duda es un maestro del lenguaje, un maestro de su idioma, quien se reconoce en una tradición mucho más vasta que la poesía mexicana, más allá de la tradición de la poesía escrita en lengua española, la tradición de la poesía escrita en Occidente, o la búsqueda universal de un decir capaz de expresar lo indecible. “En esta perspectiva, –refiere– formamos parte de un continuo movimiento de ruptura. El poeta, aunque parezca estar atado a una tradición, aun si decide inscribirse en tal o cual canon, es un hereje, o al menos un heterodoxo, porque su manera de emplear el lenguaje está en contra del uso de las palabras. Y en su naturaleza está oponerse a todos los automatismos de que está hecha nuestra realidad”.

Cine independiente en México: Jacaranda Correa


Por Ricardo Ariza


Jacaranda Correa. Fotografía: Cortesía la cineasta mexicana.

Jacaranda Correa. Fotografía: Cortesía de la cineasta mexicana.

Difícil establecer una breve biografía de la cineasta mexicana Jacaranda Correa, sin cometer alguna omisión respecto a la amplia e interesante trayectoria. Desde su desempeño en la televisión cultural en Canal 22 como reportera, productora y conductora, así como su trabajo periodístico –y en el papel de directora de cine documental–, sus temas la han destacado como creadora de contenidos humanísticos: Identidad, cuerpo y género: conflictos y violencia de géneros, masculinidades. Derechos humanos, libertad de expresión.

Actualmente dirige para la televisión cultural de México la barra de documentales Visión periférica en Canal 22. Es directora de la productora independiente Sirena Films, el sello que la distingue.

Como directora logró –con su opera prima– ganar el Festival Internacional de Cine en Guadalajara 2011. El largometraje documental Morir de Pie (2010) de 80 min, fue también nominado al Ariel en 2012 y recibió reconocimientos en diversos festivales internacionales.

De esta obra ganadora nos dice: “A través de distintos formatos: entrevista, material de archivo y el cine observacional, Morir de Pie construye el crudo retrato de un luchador social que se aferra a la vida creando su propio personaje, un Che Guevara a la mexicana, decidido a pelear por su dignidad al reconocer desde muy niño que una enfermedad degenerativa lo dejará postrado de por vida en una silla de ruedas. Años más tarde, al filo de la muerte y convencido de su deseo por el cambio, decide emprender una revolución personal para dar paso a la mujer que siempre llevó dentro. Es el juego de una metáfora a través de la cual podemos comprender que si bien, la vida es una derrota porque todos vamos camino a la muerte desde que nacemos, es también una historia que reivindica la lucha por el sentido de la vida y por la identidad, por el amor incondicional y la dedicación absoluta. La historia de un hombre de convicciones ideológico-revolucionarias que, una vez enfermo, inicia su propia lucha, junto a su compañera, para convertirse en mujer”.

En 2011 cuando un jurado internacional le dio el Mayahuel como mejor documental mexicano en el festival de cine de Guadalajara, en el acta de premiación quedó asentado: “Por ser una historia de coherencia, lucha y compromiso con la vida, el amor y la identidad más íntima del ser humano en el contexto de las contradicciones de nuestro tiempo”.

Poster del largometraje documental "Morir de Pie" (2010) de 80 min.

Poster del largometraje documental «Morir de Pie» (2010) de 80 min.

Jacaranda Correa estudió periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, es Maestra en Sociología Política por la Universidad de la Sorbona de París. Ha tomado diversos cursos y talleres de dirección cinematográfica. Como periodista por más de 20 años trabajó en Televisa, Canal Once, Telemundo y Canal 22, Milenio diario y Milenio revista semanal. Ha sido Conductora y Directora editorial de tres programas de investigación periodística en Canal 22: Ventana de medianoche, Espacio Alterno y El Rotativo.

Emprendedora desde siempre, el cine documental la escogió a ella: buscó primero su camino en la actuación y como pianista. La experiencia directa con los actores de diversos hechos sociales la llevó a tomar la cámara para contar las historias de personajes que viven en los distintos territorios de Ciudad de México: “Rompen todos los conceptos que puedas tener sobre la identidad”, dice.

Jacaranda Correa obtuvo el premio de derechos humanos Rostros de la discriminación por la serie de cuatro grandes reportajes Secuestro de migrantes centroamericanos en 2007. También obtuvo el premio Pantalla de Cristal, por mejor edición de Anxie, retrato de un travesti heterosexual en 2004; fue merecedora a la Medalla Humberto G Tamayo, otorgada por la Asociación Nacional de Locutores, por su contribución social y cultural en la TV pública por el programa El Rotativo. Ha dirigido cuatro documentales y ha producido tres para la televisión.

Los próximos proyectos fílmicos de Jacaranda Correa son Muerte en casa, una perspectiva del feminicidio en México –desde el punto de vista del victimario–. Y El viaje, un documental que explora la vejez y la proximidad con la muerte de la escritora mexicana Elena Poniatovska.

Actualmente dirige uno de los proyectos más ambiciosos de su vida. Produce y dirige un laboratorio de experimentación digital LAB22. Es una suerte de minicanal, una plataforma de contenidos interactivos cuyo invitado central es el nuevo documental, pero trabajándolo desde territorios al límite: “Vamos a contar historias a partir de las nuevas narrativas digitales y con los nuevos formatos web”.

“En el mundo suceden cosas terribles. Por eso hoy comunicar exige un esfuerzo constante de sensatez, distancia, de criterio para abrir un terreno de diálogo, plural y realmente humano, que nos preserve del hecho trivial”.


Ricardo Ariza. Fotografía: Isabela Simone.

Ricardo Ariza. Fotografía: Isabela Simone.

Ricardo Ariza, mexicano, es escritor y editor. Ha publicado el libro de poemas El título es consecuencia del azar (Colección El Ala del Tigre, UNAM, 1996). Y Física de cuerpos ausentes (Colección La Hogaza /5. Instituto de Cultura de Morelos, 2009). Así como la antología personal En donde la memoria arda (INBA, CONACULTA, Editorial Eternos Malabares, 2013). Es compilador de la Antología de cuentos latinoamericanos  editada por SelloImpreso 2014; autor del manual Maíz. El sustento que da la vida. Es colaborador de la revista francesa El Café Latino

Óscar Menéndez: un cineasta mexicano

Por Ricardo Ariza

Óscar Menéndez Zavala (Cuernavaca, Mor. México. 1934) es uno de los cineastas independientes mexicanos que hace poco han pasado a formar parte del acervo de la Cineteca Nacional. En 2014 realizó una retrospectiva con 23 de sus documentales más representativos: fue la propia Cineteca la que se encargó de la digitalización.


Óscar Méndez. Fotografía: Guillermo Reza.

Óscar Méndez. Fotografía: Guillermo Reza.

Menéndez estudió pintura en la Academia de San Carlos y cine en la Universidad de Carolina, en Praga, en la actual Czech Republic. Para el Instituto Nacional de Antropología e Historia en México, hizo varios documentales etnográficos. Ha realizado más de 60, la mayor parte de contenido político y cultural. Su labor se ha dado a contracorriente. 

La primera película data de 1966: Todos somos hermanos. En 1968 era profesor de la Escuela Nacional Preparatoria Núm. 6, al estallar el movimiento estudiantil hizo su primer documental: Únete Pueblo, que cubre desde el 26 de julio hasta el 27 de agosto. Después realizó el documental 2 de octubre. Aquí México, que comprende desde los primeros acontecimientos hasta esa fecha. El proyecto se completa con el material filmado por los presos políticos en Lecumberri. Óscar Menéndez fotografió al escritor José Revueltas y fue este quien supervisó el guión de su película.

En 1970 se trasladó a Francia, en donde –con los documentales antes citados– hizo una nueva edición para la radio y la televisión francesa con el nombre de Historia de un documento, con eso narra el clima político de los sesenta, el movimiento estudiantil y la estancia de los líderes en la cárcel.

Todos somos hermanos es un reflejo de lo que pasaba en el país. El narrador de esa película fue el músico Óscar Chávez, quien era locutor de Radio UNAM, ahí se hacía el sonido de las cintas de Menéndez. Otra de las producciones importantes es México bárbaro, basada en la obra homónima del escritor estadunidense John Kenneth Turner. Realizada en el año de 1966. El guión es de Héctor Castro Ballier, Federica Martin, Óscar Menéndez, Antonio Pérez Elías. La música de Armando Zayas, Rodolfo Sánchez Alvarado. La fotografía de Óscar Menéndez. Productora Cine Nuevo. Género Documental /Revolución Mexicana. 

Este documental de 78 min plasma las impresiones de Turner acerca de la explotación laboral, muy próxima a la esclavitud, de los indígenas yaquis y mayas en Valle Nacional, Oaxaca y en Yucatán; la dramatización de un texto de Turner sobre el derrocamiento del régimen de Francisco I. Madero, e integra el testimonio de la viuda del periodista, Ethel Duffy.

Durante su estancia en Chile, Óscar Menéndez filmó Los mineros del salitre (1971), para el gobierno de Salvador Allende, regresó a México en 1973. En 1974 realizó un viaje a China y filmó la serie El camino de China. Fundó, junto con Gonzalo Martínez, el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista, del que fue nombrado director en 1982.

Siempre ha sido un promotor del cine independiente. Hoy, es presidente de la Asociación de Documentalistas de México. Recibió el “Premio Nacional de Periodismo” de México en la categoría de cine (1993). Obtuvo el primer lugar en la Bienal de Video organizada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Recibió el galardón “Quinto Centenario”. Ha sido premiado en festivales de cine en video como el de Badajoz, España, y Tashkent, antigua ciudad soviética ahora en Uzbekistán. En la actualidad se realiza un largometraje independiente sobre su labor cinematográfica que abarca ya más de 50 años.

Algunas películas de Óscar Méndez: Todos somos hermanos (1965); México bárbaro (1966); Dos de octubre, aquí México (1968) guión supervisado por José Revueltas. Únete pueblo (1968); Historia de un documento (1970) con material fílmico del movimiento estudiantil de 1968 realizado clandestinamente en 1970 en el penal de Lecumberri; Las manos del hombre (1974); La música y los mixes (1978); Primer cuadro (1979); Hablan los tarahumaras (1979); Espacios de Juan Rulfo (1993), basado en el libro “El sonido en Rulfo”, del compositor Julio Estrada. Marcos, Marcos (1994-2001), relativo al Movimiento Zapatista de Liberación Nacional y a la marcha del EZLN hacia la ciudad de México en 2001; Rubén Jaramillo (1995); La batalla del Casino de la Selva (2001-2004) y Libertad de expresión (2009).

Fotografías: Óscar Menéndez Zavala.  

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Ricardo Ariza. Fotografía: Isabela Simone.

Ricardo Ariza. Fotografía: Isabela Simone.

Ricardo Ariza, mexicano, es escritor y editor. Ha publicado el libro de poemas El título es consecuencia del azar (Colección El Ala del Tigre, UNAM, 1996). Y Física de cuerpos ausentes (Colección La Hogaza /5. Instituto de Cultura de Morelos, 2009). Así como la antología personal En donde la memoria arda (INBA, CONACULTA, Editorial Eternos Malabares, 2013). Es compilador de la Antología de cuentos latinoamericanos  editada por SelloImpreso 2014; autor del manual Maíz. El sustento que da la vida. Es colaborador de la revista francesa El Café Latino


Obra plástica y visual de la mexicana Adriana Puente

Por Ricardo Ariza

En la obra plástica y visual de Adriana Puente la superficie en blanco es el silencio primigenio; allí la impronta del pincel, la tinta, la mano y la mujer que las dirige, abrirán una vía regia al inconsciente, al río de lenguajes de lo que no se puede conocer a través de la razón, aquello que es memoria orgánica.


Adriana Puente. Fotografía: Maricela Figueroa Zamilpa.

Adriana Puente. Fotografía: Maricela Figueroa.

Cada pincelada es irrenunciable en el camino del propio descubrimiento: ataque de frente o arrastre, frotado o de ritmo sincopado, manchas con o sin contorno, concentrado o diluido, firme o tembloroso, el ejercicio plástico del accidente controlado develará el vacío como redondo espacio de posibilidades.

El zen es una escuela del budismo mahāyāna y tanto como el «confucianismo» de la China imperial de hace dos mil años y el «taoísmo», son filosofías que buscan la armonía del ser con el universo, por lo cual observan profundas meditaciones con la finalidad de «vaciar» la mente, para que una vez logrado, pueda llenarse con el conocimiento verdadero. Así a grandes rasgos, porque no hay forma de definir esa experiencia en palabras.

La pintura es una de las grandezas de estas culturas. Sin embargo, no podría definir una escuela artística como arte zen. El zen es una filosofía que floreció en el pasado de Japón; la pintura de agua y tinta es un medio en el camino del guerrero como lo fue la espada del samurái. Por otro lado, «Tao» significa «camino», y en la obra plástica de Adriana Puente–que es otra cosa y semejante a la vez en este presente caótico– perteneciente a esta colección, es palpable el recorrido y la búsqueda de su propio ser, incluso aquellas contradicciones inherentes. Pintura orgánica y matérica, texturas y rasgos caligráficos son casi ideogramas de la experiencia vital y son también mapas de sus sentimientos, o el trazo de su propio electrocardiograma.

La búsqueda espiritual es un hecho ineludible en la experiencia de los seres humanos; los artistas a través de su propia visión del mundo indagan los recovecos de lo que en occidente llamamos «alma», así, el camino del conocimiento toma muchas formas: algunos meditan en posición de flor de loto, otros escriben poesía, otros más son músicos o pintores, o todo eso junto, y en cada caso, la ejecución de ese no-hacer convierte al artista en el objeto y el símbolo –y el símbolo y el objeto se convierten en el artista–: paradoja.

Adriana Puente devino poco a poco en el personaje principal de su propia experiencia, al encontrarse con un camino de agua y de tintas, de composición y de saltos al vacío: misterio plástico en el que la autora de estas piezas ha indagado con grandes aciertos y registros en una obra que cumple aquella premisa tan antigua de los pintores chinos: expresar la vida y el movimiento, y conseguir con el color negro que vibren ante los ojos de los espectadores todos los demás colores.

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Ricardo Ariza. Fotografía: Isabela Simone.

Ricardo Ariza. Fotografía: Isabela Simone.

Ricardo Ariza, mexicano, es escritor y editor. Ha publicado el libro de poemas El título es consecuencia del azar (Colección El Ala del Tigre, UNAM, 1996). Y Física de cuerpos ausentes (Colección La Hogaza /5. Instituto de Cultura de Morelos, 2009). Así como la antología personal En donde la memoria arda (INBA, CONACULTA, Editorial Eternos Malabares, 2013). Es compilador de la Antología de cuentos latinoamericanos editada por SelloImpreso 2014; autor del manual Maíz. El sustento que da la vida. Es colaborador de la revista francesa El Café Latino