Adolfo Castañón
Pocos saben que el autor de la frase: “El poder corrompe; el poder absoluto corrompe absolutamente” es el historiador y pensador político Lord Acton (1834-1902). John Emerich Edgard Dalberg Acton fue una de las figuras más sobresalientes del paisaje intelectual y de la vida pública de la Inglaterra gobernada por la reina Victoria. Cambridge se rehusó admitirlo como estudiante a causa de su religión católica.

“Surgimiento y caída del Imperio Mexicano”, de Lord Acton. Presentación, traducción y notas de Adolfo Castañón. Colec. Traducciones y Clásicos. Mexican Cultural Centre (MCC), Reino Unido-México, 2015; 42 pp.
Acton se educó en Alemania bajo la tutela del gran historiador y teólogo Ignaz von Döllinger (1799-1890) de quien aprendió los cimientos del método histórico y en cuyas enseñanzas históricas, filosóficas y humanas abrevó el resuelto y austero liberalismo que llegó a ser su rasgo distintivo. Su amistad con el Primer Ministro, William Gladstone (1809-1898), lo llevó a ejercer un profundo ascendiente en la vida política de su país y aun de la época. Su poderosa y activa personalidad, su infatigable actividad editorial y periodística (en la revista católica The Rambler, en The Home and Foreign Review, en The Chronicle y en The North British Review), sus artículos, reseñas e intervenciones oportunas y puntuales lo llevaron a jugar un papel de primer orden en el movimiento católico liberal británico y aun europeo. Durante toda su vida trabajó por liberalizar el catolicismo y ponerlo en consonancia con el mundo moderno. En 1869, siguiendo a su maestro Döllinger, entabló una vigorosa oposición en contra de la promulgación del dogma de la infalibilidad papal. Luego de varios meses fue derrotado y estuvo a punto de ser excomulgado ―como von Döllinger sí lo fue― y de arruinar definitivamente su salud. Hijo de la tradición católica y romana, Acton en el orden de la política fue un liberal convencido: “…inicié mi vida ―decía― como sincero católico-liberal; en consecuencia, renuncié a lo que en el catolicismo no era compatible con la libertad, y en la política a lo que era incompatible con el catolicismo”. En el ámbito estrictamente universitario y académico, a través de su cátedra como Regius Professor de Historia Moderna en Cambridge de 1895 a 1902, Acton fue muy importante en la transformación de la idea y de la escritura de la historia y de la historiografía en Gran Bretaña. Gracias a su severa tenacidad, la historia evolucionó hasta transformarse en una disciplina rigurosa y científica, inspirada en el modelo de la investigación filológica alemana sin perder, al menos en su caso, su calidad filosófica, literaria y aun poética. Contribuyó con su acción y sus investigaciones a la fundación de la English Historical Review, en cuyo primer número publicaría un amplio y pormenorizado artículo sobre los historiadores modernos alemanes.
Aunque Acton siempre vivió preocupado por alcanzar una cabal y plena objetividad en la investigación de la verdad histórica, nunca dejó de hacerse cargo de la necesidad del juicio moral en la historia y de la imprescindible dimensión ética que suponen las preguntas en torno a su significado. El concepto de la libertad humana tenía que ser, por ende, medular en su geometría intelectual. A los ojos de Acton, la idea de libertad es la única posible en la historia del mundo y el único principio rector de una filosofía de la historia. Este concepto lo lleva a ser uno de los herederos más solventes de la tradición del liberalismo clásico, entronizándolo como un pensador de alto relieve en el paisaje intelectual de su época y de la nuestra. Su análisis de la Revolución francesa y su evolución resultó premonitorio; fue un crítico del nacionalismo y de la legitimación de las masacres por el Estado. Sus penetrantes análisis de las fuerzas que alimentan y amenazan la libertad política e individual de las sociedades e individuos, su desconfianza y resistencia ante el poder del Estado tienen mucho que decir al lector y al ciudadano de nuestra crispada edad. Lord Acton se interesó, desde luego, en la historia de Europa y en esa otra historia paralela que es la de Europa raptada en América. Viajó a los Estados Unidos en 1855, y en 1856 asistió a la coronación de Alejandro II de Rusia. En 1857 visita Italia en compañía de su amigo y maestro Döllinger. De hecho, escribió extensamente sobre la Guerra de Secesión o guerra civil que sacudió a los Estados Unidos de América a mediados del siglo antepasado (como muestran sus ensayos “The Civil War in America: Its Place in History” y “Reports on the Civil War in America”).[1] Sus opiniones pesaron tanto sobre el primer ministro Gladstone que en buena medida gracias a ellas, Inglaterra tomó partido a favor de los confederados del Sur. La escritura de estos ensayos revela al historiador como observador atento al menor detalle, al agente capaz de armar un paisaje inteligible con piezas sueltas y en movimiento. Estas mismas virtudes se transparentan en su breve y muy celebrado ensayo sobre “El surgimiento y caída del imperio mexicano” de Maximiliano. Pronunciado el 10 de marzo de 1868 ante los miembros de la institución literaria y científica de Bridgeworth, Inglaterra a once meses de verificados los hechos; el ensayo concentra, explaya y ordena en pocas páginas un cúmulo poco habitual de información, pero sobre todo ofrece una visión nítida y clara, a la vez veraz y humana de los hechos conocidos como Intervención Francesa y Segundo Imperio. La visión que Lord Acton da de Benito Juárez no sólo es exacta sino que será la imagen que la historia retendrá del gran estadista mexicano.
Por un momento, el que dura la lectura de esta pieza impecable, los actores y paisajes vuelven a cobrar vida y recobran un sentido por así decir trascendente gracias a la mirada penetrante y acuciosa del historiador. Leer a Lord Acton no sólo es un buen ejercicio intelectual, es, además y ante todo, un placer para la inteligencia y la memoria. Es fama que Acton fue uno de los hombres más cultos de su época. Leía y escribía con la misma facilidad en inglés, alemán, francés, español e italiano.
En México, la lectura de Lord Acton ha quedado reducida a círculos no por eminentes excesivamente limitados. En 1996, el benévolo y sagaz Natán Warman hizo circular una traducción suya del volumen I de las Conferencias sobre la Revolución Francesa. Esta traducción tomaba como punto de partida la edición que J. N. Figgis, C. R. Litty, R. V. Laurence, M. A., prepararon para MacMillan de Londres en 1910. En España sus Ensayos sobre la libertad y el poder fueron traducidos por Enrique Tierno Galván y presentados por Gertrude Himmelfarb para el Instituto de Estudios Políticos de Madrid en 1959. Cuatro décadas más tarde, en 1999, el mismo Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid, publicó una selección titulada Ensayos sobre la libertad, el poder y la religión, en traducción de Beatriz Álvarez Tardío y con un estudio preliminar, edición y notas de Manuel Álvarez Tardío. La presente traducción puede ser leída también como una invitación abierta para todos los interesados en las cuestiones que asocian el mundo de la ética y el conocimiento de la política y de la historia.
En vida Lord Acton no publicó ningún libro, pero la gran Cambridge Modern History en doce volúmenes fue una idea suya y existe como un monumento a su memoria, aunque sólo alcanzó a ver terminado el primero y la mitad del segundo. Dejó una biblioteca de 70 mil volúmenes que, junto con las notas de investigación que tomó a lo largo de toda una vida consagrada al estudio de la historia, pasaron a formar parte de la biblioteca de la Universidad de Cambridge. Como datos curiosos, habría que apuntar que, al igual que Maximiliano de Habsburgo, Lord Acton moriría un 19 de junio ―pero de 1902― y que su hijo nacido en 1870 se llamó Ricardo Maximiliano.
Una selección de sus escritos, conferencias, artículos y ensayos se pueden encontrar en los tres volúmenes publicados por Liberty Press bajo el cuidado editorial de J. Rufus Fears. Una selección de las obras de Lord Acton ha sido publicada por Liberty Fund de Indianápolis, en los Estados Unidos de Norteamérica (1985), bajo el cuidado editorial del mencionado estudioso J. Rufus Fears. El ensayo sobre el imperio de México se encuentra en el tomo II de esta edición que lleva por título Essays in the Study of Writing History.
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Referencia
[1] En: Lord Acton. Selected Writings. Vol. I. Essays in the History of Liberty. Indianapolis, Liberty Fund, 1985.
Biografía del traductor

Adolfo Castañón.
Fotografía de: Jorge Dávila, Icoavs, AML. http://www.academia.org.mx/Adolfo-Castanon
Adolfo Castañón, México, D.F., 1952. Su vocación literaria se ha declinado en la lírica (Tránsito de Octavio Paz y Recuerdos de Coyoacán incluidos en La campana y el tiempo, Las tres mitades del corazón), la narrativa (A veces prosa), el ensayo y la crítica literaria (Alfonso Reyes: caballero de la voz errante, Por el país de Montaigne, la serie de Paseos, Viaje a México o El sueño de las fronteras. Ensayos, apuntes, paseos), el aforismo (La belleza es lo esencial, Perfiles del camino), la traducción (de J.-J. Rousseau, Paul Ricoeur, George Steiner, Alain Rey, Roland Barthes, Louis Panabière); la gastronomía (Grano de sal y otros cristales). A ese oficio se añade un ejercicio práctico y reflexivo en el ámbito editorial: su trabajo en el Fondo de Cultura Económica durante casi tres décadas, donde tuvo la oportunidad de trabajar con José Luis Martínez, Jaime García Terrés y Alí Chumacero. Desde ese mirador privilegiado, trató a muchos autores, por ejemplo, a Octavio Paz: tuvo a su cargo la edición del poema Pasado en claro (1974), los tres tomos de México en la obra de Octavio Paz (1987) y, con un equipo, sus Obras completas. Trabajó con Carlos Fuentes en la edición del Espejo enterrado; su oficio como editor de libros y revistas ha desembocado de un lado en obras firmadas por él como Trópicos de Gutenberg, y, del otro, en series y colecciones como “Las semanas del jardín” publicada por Bonilla y Artigas o la serie de entrevistas “Los maestros detrás de las ideas” para TVUNAM. Ha practicado el arte de la antología crítica como en La geometría de las horas de Eugenio Montejo, publicada con el sello de la editorial de la Universidad Veracruzana. Ha trabajado en la edición del diario de Alfonso Reyes y en la edición y notas del epistolario en prensa Alfonso Reyes / Pedro Henríquez Ureña (1914-1944) del cuál José Luis Martínez hizo el primer tramo. Ha publicado con el sello de El Colegio de México: Primicias. Antología de José Luis Martínez en 2008; la selección, prólogo y notas de Alfonso Reyes: Cartas mexicanas 1905-1959 (2009); Algunas tardes con Alejandro Rossi. Conversaciones, ensayos y apuntes (2010), Otras Españas. Antología sobre literatura del exilio de Ramón Xirau (2011), José Medina Echavarría. Correspondencia, selección, prólogo y notas en colaboración con Álvaro Morcillo (2010), entre otros títulos. Recibió el premio Xavier Villaurrutia en 2008 por el libro Viaje a México. El gobierno francés lo distinguió con la orden de “Caballero de las Artes y de las Letras” en 2003. Es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde 2005 y la respuesta a su discurso la dictó José Luis Martínez. Se desempeña en esa corporación como Bibliotecario Archivero. Ha colaborado en diversas revistas y suplementos como La cultura en México, Sábado, Plural, Vuelta, Letras Libres, La Revista de la Universidad. Pertenece al Programa de Investigadores Asociados de El Colegio de México. Colabora actualmente en Siglo XXI Editores. Tiene en prensa varias obras como Visión de México, antología de escritos mexicanos de Alfonso Reyes, Tránsito de Octavio Paz (poemas, apuntes, ensayos) y Por el país de Montaigne.