
María Concepción Márquez Sandoval es maestra en Historia del Arte por la UNAM, y doctora en Historia Latinoamericana por la Universidad de Arizona en los Estados Unidos. Crédito de la fotografía: Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, México.
Por Gustavo Cabrera Flores
El Museo Palacio de los Poderes de la ciudad de Guanajuato, México, fue el magno escenario en donde la doctora María Concepción Márquez Sandoval, sustentó el 24 de agosto del presente año, la interesante conferencia denominada: “El Oriente Eterno en la Tierra: Monumentos Funerarios Francmasónicos”, dentro de las actividades que se llevan a cabo en el marco de la exposición: “Un Simbólico Palacio Guanajuatense. Nobleza, Poder y Belleza”.
La introducción a la conferencia estuvo a cargo del Mtro. Edgar Díaz Navarro, quien puntualizó que el paso que realiza nuestra alma al dejar el cuerpo físico constituye uno de los misterios más profundos y dolorosos para nuestros seres queridos, por lo tanto grandes construcciones e importantes vestigios han quedado en honor a los que ya partieron al más allá.
Subrayó que observar los símbolos plasmados en los monumentos significa honrar la memoria de quienes han pasado a otro estado de conciencia, así como el abrir nuestra mente para descubrir cuáles fueron sus ideales y valores los que se condujeron en la vida y eso puede ser hoy analizados en columnas, obeliscos, triángulos, pirámides, alegorías y símbolos en los citados monumentos.
Agregó que dichos monumentos son testigos silenciosos y discretos para ser interpretados, leídos, entendidos por el individuo que pueda descifrar la enorme simbología contenida dentro de ellos pues son el fruto de un gran esfuerzo que en vida realizaron quienes ahí descansan, así pues abordar el tema de los monumentos fúnebres francmasónicos contribuirá a incrementar nuestro deseo por el conocimiento de lo enigmático.
María Concepción Márquez Sandoval es maestra en Historia del Arte por la UNAM, y doctora en Historia Latinoamericana por la Universidad de Arizona en los Estados Unidos; fue becaria del CONACyT en el extranjero. Además, ha participado en múltiples congresos nacionales e internacionales, así como en proyectos de investigación para la Universidad de Guanajuato, en donde también fue docente; en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM como becaria del maestro Fausto Ramírez Rojas, connotado especialista en el arte decimonónico, y en la Universidad de Arizona en donde ha impartido cursos de historia latinoamericana.
Durante su ponencia precisó que existe una gran belleza escultórica con significados iconológicos en diferentes tumbas localizadas dentro del Panteón de Santa Paula de Guanajuato Capital y del Panteón de San Fernando de la Ciudad de México. Ambos cementerios poseen notables ejemplos del arte funerario, con elementos de profunda significación masónica y con gran carga emocional en memoria de los que ahí reposan.
Enfatizó que la masonería no es una religión sino una organización que busca la superación espiritual del hombre, promueve valores éticos y sociales con la finalidad de que sus miembros se conduzcan bajo un estricto código de conducta para ser cada día mejores personas, basando esta filosofía en un dios supremo llamado por los masones: Gran Arquitecto del Universo.
Aseveró que las logias masónicas no ofrecen sacramentos, ni salvación después de la muerte física porque el camino hacia la divinidad es individual, ya que se sigue un esquema evolutivo basado en el morir y nacer espiritualmente aprovechando las experiencias tanto positivas como negativas que ofrece la vida.
Enseguida describió los rituales de muerte simbólica que se efectúan al interior de las logias y donde se llevan a cabo las exequias del hombre profano, para dar cabida al nacimiento del hombre nuevo y trascendido: el iniciado en la francmasonería. A éste se le encierra durante un tiempo determinado en un cuarto obscuro llamado «Cámara de Reflexiones», en donde hay una mesa con una vela, pan, agua y sal. La primera alumbra tenuemente y significa la luz del horizonte, los demás elementos poseen un profundo significado hermético de sobrevivencia y desapego al mundo material. Además, se ponen a la vista del iniciado un cráneo y huesos humanos para recordarle lo efímero de la vida humana y lo que sobrevivirá tras la muerte.
Enfatizó que en grados avanzados de algunos ritos, al iniciado se le acuesta sobre el suelo boca arriba para ser enterrado simbólicamente y le apuntan con unas espadas a sus lados, sostenidas por sus compañeros de logia. El propósito de ésta ceremonia, en la que se experimenta cercanamente la muerte física, es que el masón comprenda que para vivir y perfeccionarse como ser humano, primero debe morir al mundo material y físico, para estar dispuesto a evolucionar.
La Dra. María Concepción Márquez Sandoval también explicó cómo se realizan los funerales de los masones, quienes han fallecido físicamente y van al «Oriente Eterno», a lo que se denomina una «Tenida Fúnebre» en donde los presentes visten mandiles negros y llevan además velas blancas y hojas de acacia, símbolo de la transmutación de las cosas. Alrededor de la sepultura, cada uno de los asistentes colocan ofrendas funerarias y paladas de tierra encima del féretro, finalmente los hermanos masones hacen una cadena de unión y se retiran.
Respecto al Panteón de Santa Paula de Guanajuato, describió los elementos del Arte Funerario y de carácter masónico existentes sobre el sepulcro elaborado con cantera verde del Gral. José María Bibriesca Cabrera, que data de finales del siglo XIX. En éste destacan un obelisco, símbolo que es común en las tumbas masónicas, y placas de cantera verde en las cuatro direcciones sobre las que están pegados elementos de cobre conocidos como caduceos, copas circulares que contienen el elixir de la vida interior, y cuyos círculos representan al ciclo de la muerte y la resurrección. Dos serpientes enroscadas en un bastón beben de la copa, simbolizando la energía del kundalini y la evolución energética del hombre. Otros elementos son las avellanas y enredaderas en las placas, formando cadenas de unión masónicas para recordar que el difunto fue un eslabón de esa cadena y desearle paz, tranquilidad y perpetuar su memoria.
La tumba del Gral. Martín Carrera, notable militar de la Guerra de Reforma, que se encuentra en el Panteón de San Fernando de la Ciudad de México, fue otro de los ejemplos para describir la simbología francmasónica; su tumba construida en 1873, es un pequeño mausoleo o capilla donde están presentes caduceos esculpidos en cantera, acacias -símbolo de la inmortalidad- y numerosas antorchas invertidas, las cuales representan al fuego purificador del alma y que ahuyentan las tinieblas del inframundo, así como la representación de la vida o luz que se agota del difunto. Otros símbolos funerarios y francmasónicos de ésta tumba son un triángulo o delta con un ojo rodeado de rayos, símbolo de dios todopoderoso o Gran Arquitecto del Universo, un reloj de arena vacío con alas de lechuza llamado «clépsidra», que indica que el tiempo de vida se acabó. Además, flores y bulbos de adormidera, que representan el sueño profundo que transporta el alma humana a otra dimensión; finalmente, puertas con cadenas y estrellas que permiten que la persona fallecida pueda entrar y salir de su tumba en donde reposa.
Cabe señalar que destacadas personalidades masónicas asistieron y apoyaron a este evento: el Dr. Luís Alberto Lightbourn Rojas, Muy Poderoso Soberano Gran Comendador y Gran Maestre de la Orden, así como integrantes del Supremo Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales del 33° y Último Grado del Rito Escocés, Antiguo y Aceptado para la Jurisdicción Masónica de los Estados Unidos Mexicanos: el Dr. José Humberto Zenteno Manzano, Ilustrísimo Primer Gran Teniente, el Mtro. Francisco Javier Jiménez Franco, Ilustrísimo Gran Inspector, el Mtro. Eduardo Estala Rojas, Ilustrísimo Gran Canciller y el Mtro. Antonio Galván García. Asimismo, estuvieron presentes miembros de la Muy Respetable Gran Logia del Bajío.
- Gustavo Cabrera Flores es Ing. Geólogo, Periodista, Ingeniero Químico y Contador Público.