Puede ser interesante saber que a pleno levantamiento del Muro que dividió a Alemania, en 1961, ya había artistas que estaban produciendo sus obras a razón de una nueva era que se estaba estrenando junto con el modelo capitalista.
Muchas características notorias configuraban el arte llamado “Land Art”, pues el formato de los museos ya no era el adecuado para las obras que estaba produciendo Robert Smithson o Michael Haizer. Cuando por el lado occidental, desde Berlín hasta los E. U., se creía que la vida propiciada por la estructura política del liberalismo era la gran solución para acabar con el tono gris que intentaba imponer el comunismo del bloque oriental, los artistas ya estaban comenzando a trabajar por las consecuencias de ese nuevo paradigma social.
Las políticas liberales abrían sucursales en todos los ámbitos del mundo incluyendo el de las artes, por lo que no sólo aparecieron replanteamientos teóricos en la estética, sino que fue imposible empaquetar un arte que se desborda por naturaleza como la naturaleza. Los elementos que ocupaba el artista no podrían ya ser expuestos en museo a manera de “artículo –como bien profetizaba Baudelaire– en aparador de tienda”, pues resultaba inútil intentar meter una sola pieza; por ejemplo, Broken Circle del artista R. Smithson o Spiral Jetty que pesa unas 5 000 toneladas de piedras formadas en un camino caracol al interior de un lago salado en el desierto de Utah.
Sin duda, el Arte ya había sido sacado de las galerías si pensamos en las propuestas dadaístas de George Gosz, Jhon HeartField o Man Ray, así como también ya había sido deliberadamente crítico con el concepto mismo del arte desde la Primera Mundial. Incluso cien años antes Hegel declaraba la muerte del arte dejando en claro su condición efímera, pero en las propuestas estéticas de los artistas en los comienzos de la Guerra Fría no sólo había tomado en cuenta eso, estaban utilizando los materiales mismos de la naturaleza, agua viento fuego y tierra en lo que llamaban Land Art.
Herbert Marcuse había escrito antes de los sesenta que EU padecería los riesgos del capitalismo desde el interior mismo del sistema a causa de una democracia que generaba nuevos problemas de libertad, cuando la gente se enfrentaba a grandes empresarios con los que de entrada era imposible competir. Menciona en sus textos que el nuevo sistema es represor debido a la presión que ejerce el consumismo, pero en ese tiempo el arte aun tiene tendencias únicamente sociales. Es hasta después de los sesenta que los artistas retoman a la naturaleza como medio de expresión.
No podemos negar, tampoco, que se haya utilizado a la naturaleza con formas estéticas si recordamos que grandes civilizaciones ancestrales lo han hecho también desde su propio contexto. Un ejemplo pueden ser las figuras formadas por la cultura Nazca del antiguo Perú; quetzales, pelícanos, cóndores, un simio, una araña, una ballena, árboles y más dibujos trazados con piedras que no se pueden ver sino desde una altura considerable, como la de una montaña o en vuelo aéreo. También hay otras culturas que tomaron los elementos de la naturaleza, tal como lo hicieron los nahuas, para construir viviendas con piedras preciosas que decoraban el ambiente, pero los artistas del Land Art llevaron esto a otros sentidos. Con ellos vemos la conciencia de una producción que expresa el sentido efímero de las cosas.
Más hay propuestas nuevas que confirman la caducidad de las obras artísticas del Land Art como es el caso de la Biorremadiación que propone Mel Chin. La propuesta estética de Chin expone la restauración del medio ambiente mediante el arte. La relación entre Land Art y Biorremediación está en el uso de los elementos naturales como forma de expresión pero la diferencia parece estar en que la segunda enfrenta el decreto señalado por la muerte. Las obras de Mel Chin llevan implícitas cualidades para resistir cambios que bien pudieran ser destructivos, tomando como ejemplo el cerco de plantas que ha cultivado a prueba de contaminantes tóxicos ambientales producto de la contaminación industrial de nuestra época.
En los proyectos estéticos de Chin vemos contemplado que hay una dinámica entre economía, arte y medio ambiente –factores de nuestra situación actual– porque el capitalismo resulta inevitable en el contexto que nos toca vivir. En una de sus propuestas pide a miles de niños dibujar un billete de cien dólares cada uno para cambiarlos por efectivo real a fin de apoyar los daños ocurridos por un desastre natural en EU. Tenemos aquí la obra de un artista contemporáneo que implica la cuestión económica, artística y a la biorestauración de la naturaleza, pero que también abre un juego de posibilidades entre las galerías instituidas y el medio ambiente.
Mel Chin no rechaza el poder capitalista en sus obras de arte y, sin alejarse de la corriente estética anterior, antes bien lo utiliza con gran astucia como un factor indispensable que posibilita el funcionamiento de sus piezas. Así como si el neoliberalismo apareció para consumir todo y volverlo consumible, la propuesta estética de la biorremediación que hace Mel Chin absorbe al poder económico para emplearlo como parte de una producción artística llevando a cabo el desarrollo de la obra completa.