Maíz. El sustento que da la vida.

Ricardo Ariza

El maíz es una aportación fundamental de los mexicanos para el mundo. El poeta Octavio Paz comparó esta creación con el invento del fuego por el hombre.

Ricardo Ariza, “Maíz. El sustento que da la vida. El huerto en casa, guía básica”. Editorial SelloImpreso. México. Septiembre 2014. 78. Págs.

Ricardo Ariza, “Maíz. El sustento que da la vida. El huerto en casa, guía básica”. Editorial SelloImpreso. México. Septiembre 2014. 78. Págs.

Alimento divino y símbolo de identidad, las civilizaciones mesoamericanas están ligadas indisolublemente a la creación del maíz; desde la cosmovisión precolombina los hombres no fueron hechos de barro, ni la mujer salió de una costilla, no, hombre y planta se formaron el uno al otro, son hermanos, es la madre o el padre, el dios generoso que comparte su cuerpo, también es mito fundacional, pero sobre todo, es diversidad, hay blancos, negros, morados, amarillos, rojos y pintos, clara muestra de la solidaridad de los pueblos y de su capacidad de preservar la memoria.

Con la invención de la agricultura surgieron la domesticación y el desarrollo de la planta en tierras del sur y del centro de México. Junto con el frijol, el chile y la calabaza, fue el cultivo característico de estos pueblos sobre una geografía conformada por cadenas montañosas, que permiten la presencia de hábitats propicios para el cultivo, sin embargo, hay maíces para todo tipo de suelo, clima y altura.

La herbácea americana de la familia de las gramíneas no puede desarrollarse por sí sola, sus granos se conglomeran fortísimamente en la mazorca, tiene espigas y frutos harinosos. De acuerdo a los más sólidos planteamientos científicos, la mayoría de las variedades que existen actualmente se derivan del teosintle, un pariente silvestre que representa toda la base genética del cultivo del maíz en el mundo.

Para conseguir las variedades evolucionadas que ahora conocemos, que no son capaces de crecer sin el trabajo del hombre, los habitantes de Mesoamérica seleccionaron los núcleos que produjeron las plantas más desarrolladas, y por métodos de cruza lograron conseguir mejores granos. El maíz cultivado que comemos no puede propagar solo sus semillas. Una buena mazorca, durante milenios, ha sido logro de habilidades y técnicas que no nada más tienen que ver con la siembra, la cosecha y el almacenamiento, sino que también se relaciona con la búsqueda de un germen mejorado, lo que representa un trabajo de profunda observación y conocimiento.

La palabra maíz la trajeron los españoles, quienes la escucharon en las islas del Caribe ya conquistadas, antes de la caída de México Tenochtitlan. Es un vocablo de la lengua taína de las Antillas, su significado es: Lo que sustenta la vida.

El grano no sólo ha alimentado a innumerables generaciones, también ha constituido su propia cosmovisión, la forma en la que el ser y el colectivo se han relacionado con el mundo y con el universo, a lo largo de más de siete mil años en América. Desde las antiguas civilizaciones olmecas, toltecas y teotihuacanos, quechuas, incas y mayas, durante la colonización de América, la Independencia, la Revolución de 1910 y hasta los tiempos actuales, comprender la importancia del maíz es un asunto simbólico y estratégico de soberanía alimentaria, es urgente revalorar el trabajo de los campesinos y reconocer la importancia del campo y de los frutos de la tierra. Negar al maíz, es negar al mexicano mismo. Más allá del estudio etnográfico, debe reconocerse y valorarse la actual situación de la reserva genética de granos nativos, porque México es el lugar de origen, domesticación y diversidad de este cereal.

Hoy en el mundo entero el maíz es utilizado como alimento y como materia prima en muchas industrias. El maíz blanco se utiliza para consumo humano y el amarillo para forraje y alimento de ganado, así como para producir almidón y etanol. Su menoscabo ha sido constante desde los tiempos de la conquista y la colonia, los españoles imponían una supuesta superioridad del trigo sobre los granos nativos, incluyendo al amaranto, la chía y el cacao. Hoy el maíz es considerado el más importante legado biocultural de nuestra tierra.

Dicen los tzeltales en la región montañosa de Chiapas “es en la semilla donde todo comienza y termina; es el principio y el fin”. Aproximadamente 59 razas y cientos de variedades existen en nuestro país, las semillas son tan importantes como el lenguaje, como los idiomas que han sido conquistados y desaparecidos, preservar lo que queda de ellos es tarea de todos, pues es la riqueza cultural de la nación para sí misma y ante el planeta.

Hoy el debate académico ¿incluye garantizar la demanda alimentaria en México y en el mundo?, pues el consumo del cereal ha aumentado, ya que se utiliza en distintas ramas de la industria y en la ganadería, lo que ha elevado su valor social. Se puede observar una recaída general en la siembra, la cosecha, la producción y el valor total del producto, que es considerado como la base de la alimentación mexicana. La gran diversidad de maíz criollo se encuentra principalmente en el estado de Oaxaca, pero actualmente no hay estado de la república en donde no se produzca a mayor o menor escala. “Hay frecuentemente muchos más tipos de maíz en una sola localidad de México que en todos los Estados Unidos” dijo Edgar Anderson, investigador norteamericano.

Resulta vital diseñar estrategias de conservación in situ de la diversidad genética del maíz, aprovechando que el intercambio de semillas se da principalmente entre las comunidades rurales, es ahí donde deben crearse cada vez más centros de resguardo y almacenamiento de la semilla, como forma de estrategia de seguridad alimentaria en los productores de menor escala. El maíz no es sólo un producto alimentario, sino principalmente un patrimonio cultural de nuestra sociedad pluriétnica. Las semillas criollas protegidas y conservadas a través del tiempo son únicas en cuanto a las características de resistencia a las sequías, lo que garantiza el desarrollo y mejoramiento del germoplasma de los maíces.


Ricardo Ariza, mexicano, es escritor, periodista y editor. Ha publicado el libro de poemas «El título es consecuencia del azar» (Colección El Ala del Tigre, UNAM, 1996). Y también el libro «Física de cuerpos ausentes» (Colección La Hogaza /5. Instituto de Cultura de Morelos, 2009). Así como la antología personal «En donde la memoria arda». (INBA, CONACULTA, SEP, Editorial Eternos Malabares, 2013). Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (1997-1998) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2003-2004). Dirigió los periódicos «Postal» (2003-2007), «El papel cultural» (2008-2010). Ha publicado en varias antologías de poesía y cuento a nivel nacional y en Latinoamérica. Ha impartido talleres, conferencias y clases de poesía, narrativa, creación literaria, y periodismo. Ha publicado en la revista «Milenio» y en la «Jornada Semanal». Fue jefe de redacción por dos años del periódico «La Opinión de Morelos» 2011-2012. Actualmente es colaborador de la revista francesa «El Café Latino» con distribución en Canadá, Europa y Sudamérica.

Un pensamiento en “Maíz. El sustento que da la vida.

  1. Buenas noches, quisiéramos saber si ustedes tienen información de donde se podría contactar al Sr. Ricardo Araiza. Soy la Dra. Georgina Vega presidenta del Capítulo Bélgica, y quisiera platicar con el Sr. Araiza para un proyecto que estamos desarrollando. Muchas gracias.

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