Periodismo Cultural

Ricardo Muñoz Munguía

Primeramente quiero agradecer a la directora de la FeNaL: Lic. Ángeles Suárez Tacotalpan, por su brillante labor al frente de esta feria; al promotor y difusor de la cultura que actualmente radica en el Reino Unido: Eduardo Estala Rojas; y agradecer también el honor que tengo de estar hoy aquí, en esta mesa de Periodismo Cultural, con Gerardo Cárdenas: profesor, investigador y periodista cultural en Estados Unidos; a la periodista cultural Irma Gallo, a Kennia Velázquez, historiadora y reportera cultural, a la también periodista cultural Adriana Cortés Koloffon, una maravillosa amiga que ha llevado a cabo, a través de la entrevista, un amplio panorama que nos permite conocer a fondo tanto a autores como a sus obras; a Guillermo Samperio, un gran amigo y estupendo escritor que ha sabido profundizar ya no sólo en el periodismo cultural sino en su política y hasta en su economía y, sobre todo, a todos los presentes.

Ricardo Muñoz Munguía. Foto cortesía.

Ricardo Muñoz Munguía. Foto cortesía.

Sin duda, esta feria, que es de fiesta, es una magnífica oportunidad para darle la espalda al caos que México hoy vive, un México violento que da la espalda a la cultura. Por ello, aprovechemos y valoremos el significado de este tipo de eventos.

También quiero hablar de lo que se me ha pedido, que es la responsabilidad de estar en un medio de periodismo cultural, como el que ocupo actualmente en La Cultura en México, de la revista Siempre! —por cierto, en el que estoy para celebrar mi vals, pues cumplí ya quince años en este medio—, me hace prender las antenas y aprender de las buenas plumas. Una labor que en muchas ocasiones se vuelve espinosa por los casos de cuando se debe rechazar un texto, ya sea porque es insustancial o muy mal escrito o porque perdió vigencia. Sin duda, por su inmadurez o avaricia, un quehacer de conseguir enemigos, pero principalmente está la firme idea de mostrar el real periodismo cultural y afortunadamente tenemos el respaldo de autores valiosos. Por ello mismo, como lo he dicho a la menor provocación, el suplemento La Cultura en México está abierto al trabajo de exigencia, que contiene ideas y conocimiento, venga de quien venga; así pues, les doy nuestra dirección electrónica porque sé que habrá varios interesados: laculturaenmexico@yahoo.com.mx. Después del anuncio, es de mencionar que las ramas del periodismo cultural —donde cabe la música, el cine, el teatro, el reportaje, la entrevista que hurga en el fondo de la obra y del autor, las reseñas a libros de diverso género: ensayo, creación literaria, de investigación— procuramos atender a las propuestas más serias.

Por otro lado, lo que ya es muy dicho, de que la cultura y el periodismo cultural son castigados. Y de tal castigo pues cada vez se cierran más los espacios y/o en algunos medios la paga se vuelve más simbólica y en varios casos ni eso. El Periodismo Cultural es amor al arte, literalmente, un amor que debe ser correspondido porque de eso no sólo se vive, sino también se le invierte. Ello me hace recordar la anécdota de Armando Ponce con Julio Scherer cuando éste le propuso a Ponce fuera a cubrir la nota de que Octavio Paz muy posiblemente recibiría el Premio Nobel, o que no lo recibiría, lo que también sería una nota importante. Armando prefirió proponer a Carlos Puig y éste fue a la Universidad de Utah, donde estuvo con Paz y su esposa; el poeta no recibió en esa ocasión el premio, y la nota se tituló “El día que no le dieron el Nobel a Paz”. Finalmente se habla de invertir, aunque no se dé lo esperado, como precisamente fue el caso de Irma Gallo cuando consiguió la entrevista a José Emilio Pacheco, entrevista que no fue, pero Irma la supo iluminar con una estupenda crónica que aparece en la revista Variopinto de este mes.

Y para entrar en la esencia de lo que nos ocupa en esta mesa, abundaré en algunos puntos del enorme mundo que es el periodismo cultural. En el nacimiento de la inteligencia estaba firme la inquietud por el conocimiento, ante el conocimiento estaba el alumbramiento de la cultura y ante la cultura estaba la germinación del periodismo.

Gabriel Zaid ha enmarcado esta idea en una oración de exacto tino: “La cultura, que dio origen al periodismo, vuelve al periodismo por la puerta de atrás”. Y, en efecto, es de mencionar que pareciera ser que se trata de un ciclo, que su periodo de iniciar el retroceso ya tiene importantes avances. Apuntalemos esta postura: la diversidad de ideas, o algo parecido a ideas, pululan en el gigantesco mundo de la difusión, tanto impreso como digital. Ya no se trata de los escasos medios impresos que tenían una circulación entre lectores, que merecían cada una de las letras porque había exigencia en el periodismo cultural, ahora se trata navegar entre una enorme lista de medios y “periodistas culturales”, entre comillas, que, debemos aceptarlo, son la mayoría y no es que devalúen el valioso periodismo cultural, sino que abren una nueva propuesta, por llamarla de algún modo, alterna que, por su dimensión y flaqueza, le entran varios aunque de sustancia no se llevan nada.

Es así que nos encontramos con el periodismo de José Emilio Pacheco, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Vicente Leñero…, por mencionar a algunos. Sin duda, se vivía el clímax de la inteligencia y el conocimiento. Pero no nos debemos sentir en la orfandad, pues las valiosas plumas, simplemente, no pueden tener extinción, aunque se vean como luciérnagas en la noche apabullante de un periodismo reducido al amarillismo, a los eventos sociales, al embarazo de equis mujer o de la arruga que presentaba el traje de fulano de tal. De esa carga funesta creo vale, por mucho, el periódico mural que —ilústrenme si así sigue o no— en la primaria o en la secundaria se daba información de una noticia que era tratada en la escuela o, por alguna fecha histórica, se abundaba sobre el tema y, por qué no, hasta del próximo evento que tenían en puerta, ya sea el bailable del día de las madres o la celebración del día del niño.

Los exigentes lectores jóvenes, que tienen la perfecta claridad de su rumbo, se vuelven para sí mismos exigentes cuando se trata de tomar la pluma. Y en ese panorama, decía para no quedarnos en la orfandad literaria o cultural, han aparecido varios nombres que, por mencionar unos cuantos, podemos ver a David Huerta, Christopher Domínguez, Ignacio Solares, Marco Antonio Campos, Guillermo Samperio… Una tarea que si insistimos en ver el hilo de los hacedores del periodismo cultural nos acercamos a Alberto Chimal, César Arístides, Adriana Cortés Koloffon, Julio Trujillo, Jorge Volpi, Julián Herbert, Pedro Ángel Palou y, ya con mayor enfoque enlistaríamos así, de botepronto, a Hernán Bravo Varela, Javier Munguía o, precisamente, a Eduardo Estala, quien desde el Reino Unido, es un importante promotor y difusor de la cultura tanto para México como para Estados Unidos o para su lugar de residencia.

Por último, no soslayemos que tenemos un país violento, al que se le teme, donde ya tuvimos por mucho tiempo a la ciudad más peligrosa del mundo: Ciudad Juárez, y que ahora Acapulco ocupa el segundo sitio. Un México que sus gobernantes han tomado la cultura, y lo siguen haciendo, como si se  tratara de unas cuantas gotas de cloro en la alberca pero, si lo meditan un poco, sabrán que sin esa sustancia clorada, el agua de la alberca se pudre, como se pudre cada día este México nuestro. Muchas gracias.


Nota del editor: Texto leído en la XXIV Feria Nacional del Libro de León, México, 2013, a propósito de la mesa que abordó el tema: “Periodismo Cultural en México y Estados Unidos”. Se publica en el Mexican Cultural Centre con la autorización del autor.  


Ricardo Muñoz Munguía, mexicano, poeta, narrador y crítico literario. Es autor de los poemarios Aire corredor, aparecido en la colección El ala del tigre de la UNAM en el año 2000; Amanterio, publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, en 2005; Polvo de pabilos, de aparición en K Editores en 2010; de Melodías del suplicio, publicado por la BUAP en 2011 y de Luz silente, de próxima aparición en la UNAM. Su quehacer poético se incluye en antologías como Vuelta a la casa en 75 poemas (Editorial Planeta, 2001), Bestiario inmediato (Ediciones Coyoacán, 2000), 99 poemas de amor (Editorial Random House Mondadori, 2007), Anuario de poesía 2007 (Fondo de Cultura Económica) y en la Antología de poesía latina (Facultad de Filosofía y Letras, de la BUAP) entre otras. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Rubén Bonifaz Nuño en 1997. Su labor creativa y de crítica se ha publicado en distintos diarios y revistas, entre ellos La gaceta (FCE), Arena (Excélsior), la sección cultural de El Financiero, Tragaluz (Guadalajara), Solar (Instituto Cultural de Chihuahua), el suplemento La Cultura en México, de la revista Siempre!, del que actualmente es columnista y coordinador de redacción, y en la Revista de la Universidad de México (UNAM) en la que colabora en la corrección de la misma y donde es encargado del departamento de publicidad. Ha obtenido la beca a Creadores por parte del Conaculta en el Estado de Puebla.

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