Adolfo Castañón
Cuenta Octavio Paz en Vislumbres de la India que, luego de renunciar a la Embajada de México y al tomar el tren que los llevaría a él y a Marie Jo, en octubre de 68: “el viaje de Delhi a Bombay fue emocionante, no sólo porque me recordaba el que había hecho unos 20 años antes, sino porque en algunas estaciones grupos de jóvenes estudiantes abordaban nuestro vagón, para ofrecernos las tradicionales guirnaldas de flores”.

Eduardo Vázquez Martín (izquierda) secretario de Cultura del Distrito Federal, y Adolfo Castañón (derecha), miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua. Foto: Antonio Nava / Secretaria de Cultura GDF © 2014.
Esos ramos de flores frescas son hermanos de las velas encendidas por manos anónimas en memoria de los muertos en la Plaza de Tlatelolco el 2 de noviembre de 1968 y de las letras de estos tres nombres insignes Efraín Huerta, Octavio Paz y José Revueltas, hermanos de tinta y luz, que hoy se inscriben con letras de oro en la sede de la Asamblea de Representantes del DDF.
Me gusta pensar que esta inscripción no es una imposición en el sentido en que se marca a las reses con hierros ardientes al rojo blanco en la piel las insignias de las rancherías de que provienen, sino, más bien, y ante todo una emanación o efusión, como si las piedras que ahora ostentan estas letras hubiesen discernido con inteligencia entre sus vetas estos signos para exhibirlos, sacándolos a la superficie uno por uno como de una caja encantada.
En alguna página, Miguel de Unamuno recuerda que los antiguos alquimistas tenían en sus gabinetes ventanillas hechas con láminas de oro. La luz, al pasar por ellas, se ruborizaba y tornaba roja como la sangre. Sólo así podía tener éxito la operación alquímica. Esta alianza entre el oro y el plasma cobra un peculiar significado en este acto en que la caligrafía perdurable de una generación mexicana representada deslumbrantemente por tres escritores y poetas: Efraín Huerta, Octavio Paz y José Revueltas, se viene a labrar en uno de los lugares privilegiados de la memoria mexicana, para afirmar así una idea de la ciudad y de la historia de la que fueron agentes, protagonistas, testigos y hacedores, esos militantes del orden civil, esos hombres de palabra y acto de tanto y tan múltiple arraigo.
Nota del editor: Discurso preparado para la ceremonia de develación de los nombres en letras de oro de Efraín Huerta, José Revueltas, Octavio Paz, en la Asamblea de Representantes DDF, VI Legislatura, México,10 de abril de 2014. Diversas circunstancias impidieron su lectura pública. Con la autorización del autor, se publica en exclusiva en el Mexican Cultural Centre.
Adolfo Castañón, mexicano, es poeta, narrador, ensayista, traductor, editor y crítico literario. Estudioso de las obras de Michel de Montaigne, Alfonso Reyes, Juan José Arreola y Octavio Paz. Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua. Ha sido miembro del consejo de redacción de varias revistas en Latinoamérica, como Vuelta, Letras Libres, La Cultura en México, Plural, Gradita y Literal.