Centenario y documentos históricos de Efraín Huerta

La poesía enemiga

Efraín Huerta

Manuscrito de "Nubes y nubes", primera versión del poema: "La poesía enemiga", 1935.  Proviene de los cuadernos negros (tipo moleskine) que  utilizaba Efraín Huerta .  Cortesía de Raquel Huerta-Nava.

Manuscrito de «Nubes y nubes», primera versión del poema: «La poesía enemiga», 1935. Proviene de los cuadernos negros (tipo moleskine) que utilizaba Efraín Huerta. Cortesía de Raquel Huerta-Nava.

Nubes y Nubes no sabe qué demonios terrestres aman

o detestan

con su comportamiento de árboles desgajados,

ni cuándo pensarán ausentarse de nuestros ojos

y de los flancos de las montañas.

Árboles y amores vivirán abrazados por los bosques y

los corazones,

aunque señales turbias

crecidas en gargantas amargas de madrugadas

comiencen su labor descalza de perezosa rebelión.

Fantasmas y fantasmas por las nubes

sin grietas de pudor

o por lo menos alguna lágrima en los ojos helados.

 

Voces que nadie oye

y que las buenas lenguas convierten en angustia,

sabiendo que no son sino espectros de estertores

lanzados allá en el dorso de otros tiempos

por espinas ahogadas en los ríos,

por espejos y rosas transformadas en prisa.

 

Pero tú en los balcones del mundo,

endureciendo los instantes,

viendo caer silencios,

silencios amarillos de virtud o de vicio,

creando sobre la sombra la hierba agonizante.

 

Ahora sé cómo llegaste,

magnífica serena,

del sitio de los cisnes y las gladiolas,

con el tacto de las cucharas en la nieve,

soberana de las alamedas en que nos causa gusto

escuchar el eco de una virginidad perdida

en el tiempo preciso.

Agua lenta como un tumulto de caricias, de guiaba:

sonaban crudos lloros de manzanas acuchilladas,

La invitación fue clara:

acércate a la niebla en que florecen los duraznos de bronce,

la que ignora las auroras lechosas,

los días en que se palpa en tedio

y el deseo es como vaho de agonizante.

Puedes cantar, aunque tu voz es lo de menos

en esta selva donde viven ancianas cuerdas de guitarras

junto a sonatas vírgenes.

 

Aquí desconocemos las flautas y las máscaras,

y se encuentra perdida entre limones muertos

la burbuja plateada y sin sentido

de lo que allá entre prostitutas y andróginos

se llama adolescencia

Veras tierno esqueletos de poetas

conservados por milagros continuos

o por eso de hielo que a veces se desprende de la niebla.

 

Desnúdate si quieres

de todo lo que arrastras de ciudad y jardín,

porque aquí no hacen falta los pájaros

ni las avenidas del brillo

y de los senos sostenidos.

Habían crecido en torno de tu ausencia

las fiebres y los cabellos que salen de las raíces descubiertas

y eternamente soportando nieves y sudores.

Tú sabías el peso de una carrera entre plumas de canarios

ni por qué las frentes húmedas

huelen lo mismo que las estatuas despertadas

por piquetes de mariposas,

que amor es lo silba en los relojes

y esa red de silencios ahogando dedos

y pétalos de violetas,

que amor es la distancia entre los labios y los párpados

y no saber cuáles hombros

son tan perfectos

como determinados senos temblorosos.

Es inútil que suenen en los huecos del tacto

mustios intentos de crueldad pura y absoluta,

puesto que ignoras lunas y ruidos tímidos de estrellas

sobre la grupa tierna y suntuosa de la madrugada,

hacer florear escrúpulos

o martillear furiosamente sobre azucenas tibias,

tan ingenuamente canallas

como purísimas hasta el suicidio.

Ya sabes a pesar de todo

que una penumbra es el vestido invernal de los deseos,

que buscar en el alboroto de los destinos el que te pertenece

sería deshacer nudos de corbatas plateadas

o compara un mediodía

con la punta de un puñal virgen de asesinatos.

 

Entre piedra y azahares moriste

de vivir atravesando jardines

con tus piernas tan pálidas y duras,

compactos ramos de alhelíes con tus senos temblorosos,

lunas despiadadamente estúpidas

con tus miradas entre tibias y secas

como un golpe de remo en el vacío.

 

Hoy,

cuando mi cargamento de cinismo

y lo que a mis amigos distraigo de aburrimiento

divinizan la ausencia

y la sitúan con acierto en el misterio de la duda,

en el claro artificio del olvido fatal

o en el cauce tan seco de la ternura en el frio,

te recuerdo brillante y solitaria

bebiendo agua de mar con los fantasmas marineros

vegetando en las escolleras,

auténtica nieve rezumando violencia,

mi muerta sin sentido y sin burla.

 

***

Agustín Lara, María Félix, Efraín Huerta, 1945. Cortesía de Raquel Huerta-Nava.

Agustín Lara, María Félix y Efraín Huerta, 1945. Cortesía de Raquel Huerta-Nava.

«Efraín Huerta es uno de los poetas más importantes del siglo veinte en América Latina. Su exquisito manejo del arte poética aunado a su vitalidad expresiva lo convierten en uno de los epígonos de su generación. Es un poeta de ruptura; inmerso en su transcurrir histórico no duda en utilizar las técnicas neo-vanguardistas en forma magistral, creando espacios que no habían sido descubiertos en la expresión poética. Inmerso en una «estética de la impureza», contrapuesta a la «poesía pura». Efraín Huerta se consideraba «el orgullosamente marginado, el proscrito», comprometido, como todo artista auténtico, con su propia conciencia. El poeta de la rebeldía, cuya obra recupera cada vez más la fuerza expresiva al paso del tiempo, es también el poeta del amor.

Su poesía tiene muchas vertientes y nos ofrece innumerables lecturas, bebamos aquí de la vertiente luminosa de su amor, de la patria de su corazón y de su juventud que lo llevó a trascender su generación cronológica como uno más de los poetas nacidos décadas después. Es el suyo un caso extraño por su constante ruptura con los moldes y por eso falta la distancia para comprenderlo en su justa medida y trascendencia dentro de la historia literaria del siglo veinte».

Raquel Huerta-Nava

***

Efraín Huerta, 1981. Fotografía de Maritza López.

Efraín Huerta, 1981. Fotografía de Maritza López.

EFRAÍN HUERTA. Nació en Guanajuato el 18 de junio de 1914; murió en 1982. Hizo sus primeros estudios en León y Querétaro. En la ciudad de México cursó la preparatoria y los primeros años de la carrera de leyes. Fue periodista profesional desde 1936 y trabajó en los principales periódicos y revistas de la capital y en algunos de provincia. Fue también crítico cinematográfico. Perteneció a la generación de Taller (1938-1941), revista literaria que agrupó entre otros, a Octavio Paz, Rafael Solana y Neftalí Beltrán. Viajó por los Estados Unidos y Europa. El gobierno de Francia le otorgó en 1945 las Palmas Académicas. En 1952 visitó Polonia y la Unión Soviética.

Dentro del grupo que integró la generación de Taller, Efraín Huerta se distinguió por su sana conciencia lírica, por su apasionado interés por la redención del hombre y el destino de las naciones que buscan en su organización nuevas normas de vida y de justicia. Sus primeros libros: Absoluto amor y Línea del alba están incluidos en Los hombres del alba, además de su obra publicada en revistas hasta 1944. El amor y la soledad, la vida y la muerte, la rebeldía contra la injusticia, su lucha contra la discriminación racial, la música de los negros, la política y la ciudad de México, son los temas más frecuentes de su poesía. Recibió el Premio Nacional de Poesía en 1976.

Obra citada:

Biografía de Efraín Huerta: http://www.los-poetas.com/c/biohuerta.htm Fecha de consulta: 2 de abril de 2014.

Raquel Huerta-Nava: http://www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php/component/content/article/580 Fecha de consulta: 2 de abril de 2014.

Nota del editor: Agradecemos la autorización de Raquel Huerta-Nava, para publicar en exclusiva el material poético y fotográfico de su padre Efraín Huerta, en el Mexican Cultural Centre.   

***

RAQUEL HUERTA-NAVA. Nació en la ciudad de México el 29 de junio de 1963. Escritora, editora e investigadora en humanidades. Egresada de la licenciatura en historia en la UNAM. Cursó el diplomado de historia oral en el Instituto José María Mora y el de historia de México en la Academia Mexicana de la Historia. Ha tomado talleres de poesía impartidos por Federico Patán, Enriqueta Ochoa y Francisco Hernández. Fue subdirectora de Publicaciones y Documentación del CNIPL del INBA en 1999. Ha realizado trabajos de investigación en el AGN, la Dirección de Estudios Históricos del INAH, la Dirección del Centro de Estudios Históricos del COLMEX, editorial Clío, el Colegio de Michoacán, el Archivo Histórico del Cabildo de la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de México, y la UP. Impartió el taller de creación histórica “El oficio de historiar” a través del CNIPL del INBA y la Biblioteca Sebastián Lerdo de Tejada. Colaboradora de las principales publicaciones culturales de la República Mexicana. Premio Nacional Vidas para Leerlas 1997 otorgado por el CONACULTA para la creación de biografías por El guerrero del alba. Biografía del caudillo de la independencia Vicente Guerrero. Becaria del INBA en 1994. Becaria del FONCA para revistas literarias 1995-1996 y 1996-1997 por El Cocodrilo Poeta.

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