Eduardo Estala Rojas*
Al cruzar el cementerio general de Nottingham veo a un hombre delgado con cierto parecido físico con Abraham Lincoln, me recuerda también al compositor mexicano Agustín Lara. Lo curioso es que se ha detenido a saludarme, algo no muy común en esta isla donde vivo hace varios años.

«La llave de los elementos» de
Eduardo Estala Rojas.
Edición de autor, Reino Unido, 2013. Páginas: 62.
Portada: Vicente Rojo. Diseño gráfico: Olivia Liendo. Precio e-book: 8 libras esterlinas. Número de registro: 284674316.
«Buenas tardes, caballero», expresa con acento británico y observa su reloj color dorado; el aparato es antiguo ya que los números sobresalen con la luz del sol y no se puede distinguir el tiempo, solamente en la sombra puede verse la hora, los minutos, los segundos.
«Buenas tardes, señor», respondo y percibo una chispa de escalofrío en todo mi cuerpo. En este primer contacto y en el segundo llega a mi mente una llamada telefónica que recibí el 21 de junio a las doce de la tarde, cuando vivía en la ciudad de Chicago, hace nueve años o quizá diez. No olvidaré los cirios y el sonido de los rezos alrededor de mi cuerpo para dar palos de ciego a mis creencias esotéricas.
Su voz y la mía son similares a la persona que llamó para notificarme que perdería mi trabajo con los hermanitos el día de mi cumpleaños. Parecían las voces de un médium o de un vidente, seres especiales tan socorridos y generosos que habitan en ciertas partes del mundo. No es extraño que en la ciudad de Nottngham sigan ofreciendo servicios espiritistas los hermanitos en la First Spiritualist National Church desde hace 148 años.
Las voces y las imágenes pasaron tan rápido entre el sonido de los cuervos que están cantando y mirándonos desde lo alto de los árboles. Escucho la voz nuevamente con otra pregunta: «¿Seguro es la tarde, caballero?», duda un poco y mira alrededor el asombrado Abraham. Como no sé quién es él, trato de llamarlo con un nombre al azar, pues las lápidas verticales tienen cientos de nombres para escoger. No quiero incomodarlo al preguntar si se llama Robert o Arthur, como el rey que tiene como consejero al Mago Merlín, que le sugiere qué hacer cada vez que se enfrenta a una batalla interna o externa. Tampoco descarto que se pueda llamar como mi padre o mi abuelo. La conciencia es posible cuando no tienes expectativas de nada, como en este encuentro que nace todo en un segundo.
Las caras de Agustín, Abraham, Robert, Arthur y Eduardo (éste último nombre como uno de los reyes de Inglaterra) nos recuerdan una imagen que vimos en el Nottingham Castle o tal vez en el Nottingham Contemporary, lugares centrales para el pasado y el futuro. De vez en cuando el presente se asoma y llegan artistas ‘emergentes’ de Latinoamérica para exhibir sus obras contemporáneas entre antiguas pinturas británicas que revelan nuevamente sus rostros.
Yo Eduardo, tú Arthur, él Robert, nosotros Abraham, ustedes Agustín. Ellos son testigos de que la cara coincide más con el escritor universal Juan Rulfo. Sí, el autor latinoamericano que en dos libros de narrativa atrapó al siglo XX de la literatura mexicana. La situación, el momento, la forma de contarlo, la manera de ver más allá el mundo tienen mucho en común con este hombre británico que nos habla en seis voces.
Uno, dos segundos después, añade tranquilamente: «De donde soy ahora es siempre de día y no existe el tiempo». La chispa de miedo se ha desvanecido de mi cuerpo. Estoy convencido de que es de día, sobre todo porque el cementerio general de Nottingham es como un parque público donde caminamos los universitarios de la Nottingham Trent University y del New College Nottingham.
Todos los días cruzamos las voces sin miedo a encontrarnos con algún vivo que aparezca por la noche o en la madrugada. Por esta razón no tenemos ninguna turbación como estudiantes, ya que no buscamos ver algo sobrenatural durante el día que se detenga y nos salude en varias lenguas como hoy 21 de junio, el día más largo del año, llamado «Solsticio», «Sol quieto» o «Sol detenido» en latín.
*Eduardo Estala Rojas, mexicano, es director y fundador del Mexican Cultural Centre en Nottingham, Inglaterra.