Ricardo Venegas*
El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, ha dicho que uno de los puntos clave de la reforma fiscal en México, que aún se encuentra a discusión en el Congreso, plantea la descentralización de los recursos para la cultura en los estados de la República, lo cual resultaría viable, pero es tan utópico, que no se ha logrado desde que tenemos noción del centralismo.
Restar poder al Conaculta o empequeñecerlo no mejorará la forma en que se ejercen los recursos. Tampoco desaparecerán los subejercicios de quienes con su falta de conocimiento y de praxis devuelven los recursos que tan forzadamente se destinan al rubro. Por otra parte, otorgar recursos a los estados tampoco es garantía de que sean autónomos y se apliquen inmejorablemente. Los subejercicios han sido los síntomas fehacientes de que los estados necesitan promotores culturales preparados, funcionarios de la cultura que promocionen al país y su cultura en el interior y el exterior, que transmitan la imagen de un país que ostenta una comunidad importante de creadores de muchas disciplinas. Cada vez hay más fundaciones y ONG dispuestas, desde la iniciativa privada, a realizar una promoción cultural desde alguna disciplina artística y trabajan sin necesidad de que intervenga el Estado.
Disminuir el presupuesto a la cultura, como lo han propuesto recientemente no solucionará nada, más bien acentuará la ausencia de promoción y el nulo impacto de las artes y la cultura en la sociedad mexicana.
Lo curioso es que la reducción del 23.84% del presupuesto a la cultura, todavía a discusión, deja entrever el verdadero escenario, asumen un discurso en el cual la cultura representa el antídoto para frenar a la delincuencia que gobierna al país, pero no concretan nada en lo que llamamos “la realidad”. Con este antecedente, hoy podríamos ver como prócer de la cultura al Presidente del Camposanto, Felipe Calderón: “En 2012, la Cámara de Diputados aprobó un presupuesto de 16 mil 663.20 millones de pesos para cultura; en diciembre pasado se autorizaron 16 mil 533.63 millones, y Peña Nieto envió una propuesta de 12 mil 592.39 millones de pesos (La Jornada. Lunes 30 de septiembre de 2013, p. 6).
Es inconcebible, también, que por cuestiones políticas (el caso Florence Cassez) se suspendan actividades culturales de nuestro país en el exterior (recuérdese la suspensión del Año de México en Francia en 2011). O bien, la cancelación de ferias del libro como la del zócalo capitalino (2013). Hay un temor profundo a la cultura fundado en la conciencia que despierta, en el ejercicio de la crítica. En un país convencido de que la cultura se transmite a través de la televisión y se anestesia a los ciudadanos con fuertes dosis de promocionales y telenovelas, urge realizar verdaderas reformas que vayan al fondo de la incultura. Cada 6 años padecemos el capricho de un punto de vista que quiere alfabetizarnos según su credo. Nadie quiere ser gobernado desde el televisor.
Ricardo Venegas, mexicano, estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y la Maestría en Literatura Mexicana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, BUAP, egresado con Mención Honorífica. Ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores, bajo la tutoría de Carlos Montemayor y Alí Chumacero (2003-2004) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2005-2006). Es director de la revista literaria Mala Vida, Mester de Junglaría. (Beca Nacional “Edmundo Valadés” para la Edición de Revistas Independientes 1996-1997, 1997-1998 y 2003-2004). Dirige la editorial Ediciones Eternos Malabares (beneficiaria de la convocatoria Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, 2010). Publica la columna Bitácora bifronte en La Jornada Semanal (suplemento del diario nacional mexicano La Jornada).