Adiós, José Emilio de todos nosotros

Irma Gallo

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera

Sino esta llave ilesa de agonía,

Estas pocas palabras con que el día

Dejó cenizas de su sombra fiera?

Presencia

José Emilio Pacheco.  Foto de Óscar Alarcón.

José Emilio Pacheco. Foto de Óscar Alarcón.

Quizá porque su novela Las batallas en el desierto narraba una historia que nos conmueve hasta los huesos: la de un amor imposible entre un niño y una mujer adulta, o por lo mucho que amó a la Ciudad de México y la describió con pasión, o por sus poemas profundos, intensos, que herían sin necesidad de recovecos eruditos de esos que nadie entiende, o tal vez porque en sus apariciones en público le gustaba hacer gala de su exquisito sentido del humor, señal de su puntual inteligencia, lo cierto es que los jóvenes adoraban a José Emilio Pacheco. Se congregaban en donde quiera que se anunciara su presencia, ya cansado, ya casi siempre en silla de ruedas, pero que se emocionaba profundamente con ellos, sus lectores, y respondía con paciencia, con gusto, más allá, con alegría, todas sus preguntas.

El autor de Los días que no se nombran nació el 30 de junio de 1939 en la Ciudad de México, por lo que vivió su infancia en los mismos años (y probablemente en los mismos lugares) que su entrañable personaje de Las batallas en el desierto, Carlos. Murió un domingo frío, el 26 de enero de 2014, en esta misma ciudad sobre la que tanto escribió. 

Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia. Todo pasó como pasan los discos en la sinfonola. Nunca sabré si aún vive Mariana. Si hoy viviera tendría ya ochenta años.

Las batallas en el desierto

Había ingresado al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán la tarde del sábado. Las primeras informaciones eran contradictorias: que se había golpeado la cabeza, que no, que simplemente se había dormido y no había despertado, que estaba en terapia intensiva, que no… De tanto en tanto, su hija, la también escritora Laura Emilia Pacheco salía a decirle a los periodistas que se reunieron afuera del nosocomio que el estado de salud de su padre era estable. «Si pudiera, les pediría perdón por haber arruinado su domingo», remataba con una algo parecido a una sonrisa.

Pero las horas pasaban y no había más noticias. Todavía a las 4:30 de la tarde del domingo, El Universal reportaba que el estado de salud del periodista y poeta seguía estable. Sin embargo, apenas un par de horas después, Laura Emilia anunció lo que nadie querría haber escuchado: que su padre había muerto a las 6:20 de la tarde.

Nunca jamás encontraré la respuesta.

No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo.

Se acabó el que me dieron.

Prehistoria

El Colegio Nacional, al que el autor de Morirás lejos ingresó como miembro el 10 de julio de 1986, fue la sede que su familia (su esposa Cristina y sus hijas) eligió para rendirle homenaje.Cerca de las 11:30 de la mañana llegó la carroza fúnebre por la puerta de Luis González Obregón. El sobrio ataúd de madera fue recibido por Laura Emilia y su pareja, el crítico literario Fernando García Ramírez.

Los restos de José Emilio Pacheco descansaron cerca de veinte minutos en un patio rodeado por naranjos de frutos maduros, mientras amigos como Elena Poniatowska, Silvia Molina, Marcelo Uribe, su editor en Era y la directora del INBA, María Cristina García Zepeda, acompañaban a los familiares. Poco después llegó su viuda, la periodista Cristina Pacheco.Una vez que el féretro fue transportado al Aula Mayor, la autora de la columna semanal Mar de historias accedió a conversar unos minutos con la prensa. A pesar del primer enojo que le provocaron los apretujones, las cámaras y las grabadoras prácticamente encima de su rostro, respondió a las preguntas de los reporteros. Dijo que habían elegido El Colegio Nacional como sede para el homenaje porque era un lugar muy especial para José Emilio; le gustaba venir y dar conferencias «y todo tipo de gente venía a escucharlo, hasta señoras con bolsas del mandado que se disculpaban por haber llegado tarde, gente de la calle y jóvenes, muchos jóvenes».

Luego, con la voz quebrada y los ojos húmedos, habló de los últimos momentos de su compañero: «Consultamos a dos neurocirujanos y los dos coincidieron en algo terrible pero para mí muy claro: la hemorragia era tal, que la operación no iba a resultar bien. Hay 95% de posibilidades de que quede en estado vegetativo… Jamás le hubiera hecho yo a José Emilio semejante cosa. Ni siquiera a cambio de tenerlo en mi casa y poder tocarle la mano. Nunca hubiera querido ver convertido en un vegetal a una persona que no podría hacer lo que más amaba en la vida, que era leer, escribir y caminar».

Durante su larga trayectoria, José Emilio Pacheco escribió cerca de 30 libros, en los géneros de novela, relato, poema y ensayo. También fue traductor de autores como Oscar Wilde, T. S. Elliot, Samuel Beckett y Tennessee Williams, entre otros.Se le considera parte de la Generación de los cincuenta o del Medio Siglo, junto con Enrique Lizalde, Sergio Pitol, Salvador Elizondo y Juan García Ponce, entre otros.

Con la presencia de amigos, funcionarios públicos, colegas, lectores y por supuesto, sus hijas y su viuda, el ganador del Premio Cervantes y del Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el 2009, recibió un breve pero emotivo homenaje en el que el único orador fue el historiador Enrique Krauze, quien con voz un tanto temblorosa lo describió como «uno de los más altos humanistas de nuestra época».

Salí de las tinieblas,

Voy a ellas.

Todo es nunca por siempre en nuestra vida.

Los días que no se nombran

Nota del editor: Este texto se publicó en el suplemento la Cultura en México, de la revista Siempre!. Se reproduce con la autorización de la autora.

Irma Gallo,mexicana, es licenciada en Comunicación Social por la UAM Xochimilco, México. Desde el 2001 es reportera para Canal 22, en el noticiero cultural Noticias 22. Fue ponente en el 1er. Encuentro de Periodismo Cultural de la UNAM en 2010; participó en el taller de Periodismo Narrativo que Héctor Feliciano impartió en Oaxaca en 2011, por parte de la Fundación García Márquez para el Nuevo Periodismo, y fue ponente en el Encuentro de Periodismo Cultural de México y Estados Unidos en la Feria Nacional del Libro de León (FENAL) en 2013. Desde 2011 colabora con reportajes especiales en Sin Embargo.mx, y desde 2012 en la Revista Variopinto.

2 pensamientos en “Adiós, José Emilio de todos nosotros

  1. Extraordinario reportaje de Irma Gallo sobre este gran escritor que se ha ido y nos ha dejado todo un legado de cultura.

  2. Muy bella reseña sobre la últimos momentos y homenaje de este gran señor de la literatura.
    Te felicito Irma, tienes el don de la comunicación.

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