Entrevista con Fernando del Paso: “Contra el prejuicio a la novela policial mexicana”

Miguel Ángel Muñoz

Bajo el sello de Plaza y Janés, apareció Linda 67, historia de un crimen (1995), que es la novela policial que Fernando del Paso decidió escribir allá por 1965. Del Paso empezó publicando José Trigo (1966), historia sobre un ferrocarrilero de Nonoalco- Tlatelolco; en 1976, publicó Palinuro de México y en 1987, Noticias del imperio, historia magistral sobre Maximiliano, Carlota y Juárez. Estos tres libros lo establecen, sin duda, como uno de los mejores narradores de nuestro país. 

Fernando del Paso. Fotografía del Semanario Zeta de Tijuana, México.

Fernando del Paso. Fotografía: Semanario Zeta de Tijuana, México.

Linda 67, es la historia de David Srorense, un mexicano cosmopolita que asesina a su esposa gringa, Linda Laggrange –nacida en 1967 para poder cobrar un rescate de 15 millones de dólares y desaparecer con su amante Olivia. Del Paso plática cómo acabó con el prejuicio contra la novela policial mexicana y cómo se desarrollan sus personajes.

Usted tuvo la inquietud de escribir una novela policial allá por 1965, y la publica apenas a fines de 1995, ¿cree que se haya demorado un poco en participar en el género criminal de la literatura?

Mi inquietud por escribir una novela policial nació hace más de 30 años, antes de que me fuera a Inglaterra, porque era un buen lector de la colección El séptimo círculo y de otras novelitas que no figuraban en esa serie. Seguí el consejo de llevarme de vacaciones novelas del género porque me transformaban en un lector inocente. Ya tenía la deformación profesional de novelista, que le impide a uno disfrutar de una novela como un lector común y corriente. La novela policiaca si me daba esa posibilidad. Y siempre pensé que sería un reto interesante para un novelista de los que se llaman serios, o para un novelista como todos, o para uno tan común y no tan corriente, el hacer una novela policial. En Londres seguí leyendo libros con este tema de vez en cuando. No soy del todo un lector contante del género, es algo que me atrae por temporadas.

El ambiente de Londres e Inglaterra es el que ha prevalecido en las novelas de este tipo. La mayor parte de los grandes autores de la novela política son ingleses o norteamericanos. Casi todos pertenecen a las letras anglosajonas con excepciones que ponen a prueba la regla como Simenon, o Eco con su maravillosa policial que es El nombre de la rosa. Creo que mi estancia en Londres influyó para que situara la novela en un ambiente anglosajón. Pero no pude escapar a la casi necesidad de que el protagonista de la novela, David Sorense, fuera mexicano y cosmopolita.

Antes de concluir el texto original, ¿cuántos cambios de historia y estructura tuvo la novela?

En realidad hace sólo diez años me llegó, como caída del cielo, la idea de la trama, la esencia de ésta. Pero necesitaba mucho desarrollo, y entretenido como estaba con Noticias del imperio, tuve que suspender el proyecto de la novela en forma definitiva. De hecho después de Noticias del imperio, pasó por un largo periodo de silencio hasta que volvió esa inquietud y me dije: “Bueno, ¿Soy capaz o no lo soy? Lo intento y no”. Si mi respuesta era afirmativa había que hacerlo ya de una vez y no posponerlo más. Entonces, empecé a desarrollar la trama pero básicamente en la cabeza. Hasta hace un año que me senté a escribirla y me enfrenté a una serie de dificultades con las que no contaba y que se fueron solucionando en el camino.

La novela se desarrolla en San Francisco, ¿qué tanto investigó el medio ambiente de esa ciudad para escribir este libro?

Lo hice, aunque superficialmente. Pasé por algunos sitios que relato en el texto, hay unos por supuesto muy duros, a los que uno entra para hacer determinada actividad… Creo que era indispensable reflejar ese mundo, no se puede prescindir de este aspecto de San Francisco como la ciudad misma: los gays, travestís, prostitutas, etc. Creo que en la novela hay más imaginación que otra cosa. El lector se dará cuenta de por qué digo esto. El enigma, para resolverse, no necesita de mucha perspicacia, por parte del detective de la novela, ni tampoco el lector. Lo que sucede es que si hubo investigación, fue en torno a San Francisco como ciudad. En aquel entonces el cónsul mexicano era Javier Aguilar. Él me proporcionó una información muy amplia sobre detalles que eran necesarios para la obra. Por ejemplo: ¿cuál es la ley que en California rige para arrastrar a alguien durante determinado tiempo? Yo no sabía si se aplicaba la cámara de gas o la silla eléctrica. Detalles que eran indispensables para aplicarlos dentro de cualquier texto literario bien fundamentado. En California resulta que los condenados a muerte pueden escoger entre una inyección letal o la cámara de gas. También me interesaba conocer información sobre periódicos, estaciones de televisión y de radio de San Francisco. Hice dos viajes a la ciudad, primero uno de tres días y luego otro de tres semanas. Al inicio había trabajado sobre un plano, que como su nombre lo indica, es plano. Tuve la necesidad de ir allá a ver qué calles subían y qué calles bajaban. Así como digo que el coche del inspector daba vuelta a la derecha, tengo que decir también que subía por la calle, etc. Todos esos elementos en la novela son enriquecedores, ayudan a crear la atmósfera y el ambiente, lo que le proporcionan carne a ese esqueleto de la trama, que en la novela policiaca es inflexible, pues está predeterminado, y uno no se puede salir de él. Hay que darle al lector, en todo caso, la idea de que no existe tal fisura. En cambio en la novela en general todos los escritores sabemos que la obra se va por rumbos que no nos imaginamos nunca. He conocido escritores muy pocos escritores que hagan un plano de la novela y lo siguen al pie de la letra. Uno de ellos era Sergio Galindo, y me parece que esa fue una falla, no se salía de lo establecido.

¿Cuál fue el propósito al enterar al lector desde la primera página que David ha asesinado a su esposa Linda?

En este caso, mi primer antecedente es Un condamné Sâchappe, la película de Bresson, de los años cincuenta. El título mismo anuncia todo: el condenado a muerte se va a escapar. Pero no por eso se pierde el interés. El supuesto está tan logrado que estamos sobre las uñas todo el tiempo viendo esa cinta. En el thriller –a diferencia de la novela policiaca se sabe quién es el asesino desde el principio. El problema es crear un suspenso que atraiga al lector hasta la última letra del texto.

Retomando un poco la estructura del texto, ¿cómo diseño el plano a seguir para no dejar caer la historia?

Empecé por el principio, cosa muy rara en mí. Lo que hice fue el primer capítulo y posteriormente lo tuve que modificar varias veces a medida que se desarrollaba la novela, que se complicara la trama y que ponía pequeñas trampas para el lector o agregaba dosis de suspenso para que él creyera una cosa distinta a lo que al final de cuando le sucede al protagonista. Siempre lo tuve claro, aunque surgieron nuevos elementos que como ya lo dije modificaron la novela.

¿Por qué no desarrollo Linda 67 en nuestro país como sus anteriores novelas?

Requería una ciudad con un centro pequeño, como se ve casi al final del libro. Pero además, a mí no me funciona mucho mejor la novela policial en un ambiente anglosajón. Será porque la mayor parte de ellas se desarrollan en sitios de esa especie. Y por lo demás, tal vez fue un capricho personal. San Francisco es una ciudad que a mí me encanta, es maravillosa, y es por eso que su escenario me pareció adecuado para el texto. 

¿Siguió determinados cánones estéticos para desarrollar cada uno de los capítulos de la novela?

No. Solamente recordaba una de las 28 reglas de Van Dyne que me parecen indispensables para escribir una novela de este tipo, pero siempre quise tener libertad para escribir el libro. De todos modos, aun así, el personaje de alguna manera impuso la forma de renovelar su tragedia, porque yo quería hacer una novela policial y me salió un thriller. Creo que una novela policiaca al estilo clásico es ingenua. Y regreso con Eco en su novela El nombre de la rosa, donde demostró que siempre es posible hacer un soneto sobre la rosa y que los temas son inagotables.

¿Considera usted que Linda 67 se pueda ver en el cine?

A mí me parece muy difícil que eso ocurra porque juego con muchos planos y muchos tiempos; además, no cuento con una mentalidad cinematográfica. No es mi oficio hacer guiones, nunca los he hecho y no quiero meterme en camisa de once varas. Sin embargo, la opinión de otros es diferente: varias personas que leyeron el texto antes de ser publicado, incluyendo a mi editor, creen que esta historia bien podría llevarse al cine.


Nota del editor: Esta entrevista pertenece al libro Crónicas de la memoria de Miguel Ángel Muñoz, de próxima aparición.

Miguel Ángel Muñozmexicano, es poeta, historiador y crítico de arte. Su dedicación a la creación artística actual es absoluta; compagina su labor en El Financiero, La Jornada Semanal y en la revista Casa del Tiempo, con la de comisario de exposiciones. Ha trabajado personalmente con muchos artistas; entre ellos, Eduardo Chillida, Rafael Canogar, José Luis Cuevas, Josep Guinovart, Roberto Matta, Antoni Tàpies, Richard Serra, María Girona, Vicente Gandía, Ricardo Martínez, Chema Madoz, Luis Feito, Xavier Grau, Charo Pradas, Ignacio Iturria, Albert Ràfols-Casamada, Robert Rauschenberg y Luoise Bourgeois. Es autor de los libros de ensayo: Yunque de sueños. Doce artistas contemporáneos (Editorial Praxis, 1999), Ricardo Martínez: una poética de la figura (CONACULTA, 2001), La imaginación del instante: signos de José Luis Cuevas (Editorial Praxis, 2001), El espacio invisible. Una vuelta al arte contemporáneo (Ediciones Batarro, Málaga, España, 2004), Convergencia y contratiempo (Plan C Editores- CONACULTA, 2008), Espacio, superficie y sustancia. La obra de Ricardo Martínez (Siglo XXI Editores, 2009) El espacio vacío, (CONACULTA, 2009), Gutiierre Tibón. Lo extraño y lo maravilloso (CONACULTA, 2009). Asimismo ha editado y comentado los libros El asombro de la mirada. Convergencia de textos. (Editorial Síntesis, Madrid, España, 2010) Espejismo y realidad. Divergencias estéticas de Rafael Canogar (Editorial Síntesis, Madrid, España, 2011) y Elogio del espacio. Apreciaciones sobre arte de Rubén Bonifaz Nuño (UNAM, El Colegio Nacional y UAM, México 2012). Además, es autor de los libros de poesía El origen de la niebla (CONACULTA, 2005), Espacio y luz (Centro de Producción Gráfica, México, 2003) con serigrafías originales de Albert Ràfols-Casamada, Convergencia (Centro de Producción Gráfica, México, 2003) y Travesías (Centro de Producción Gráfica, México,2004) con serigrafías originales de José Luis Cuevas, Cinco espacios para Rafael Canogar (Ediciones El Taller, Madrid, España, 2004), con grabados originales de Rafael Canogar y Fuego de círculos (Editorial Praxis, México 2012). Sus textos se publican en diversas publicaciones de México, España y América Latina. Es director de la revista literaria Tinta Seca. Es colaborador, asimismo, de las revistas Metérika (Costa Rica), Banda Hispánica y Agulha (Brasil). Actualmente se está capacitando como doctor en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es Miembro Asociado del Seminario de Cultura Mexicana. En 2009, fue reconocido por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana y la Facultad de Artes por su “contribución al estudio del Arte Contemporáneo”.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.