Discusión y reflexión de otras manifestaciones culturales

Blanca Margarita Parra Mosqueda*

Cada vez que estoy frente a un nuevo grupo de alumnos de nivel universitario me pregunto lo mismo que cuando comencé a trabajar con alumnos de primer año de secundaria, hace más de cuarenta años: ¿dónde están los puntos de contacto entre su realidad y la mía? ¿Sobre qué aspectos podemos iniciar una comunicación que se traduzca en la identificación de un lenguaje común que nos permita navegar por el curso entendiendo las mismas cosas? ¿Cuáles son las reglas de convivencia comunes que nos permitirán desarrollar lo mejor de cada uno?

Hace cuarenta años, ante grupos de chicos de entre 11 y 14 años, la respuesta a estas preguntas fue escucharlos, dirigir mi atención a los sitios que ellos acostumbraban y, a partir de esa experiencia, entender sus códigos y el origen de sus incomprensiones y errores. Ya entonces se veía que muchas de las limitantes para el aprendizaje provenían de la ausencia de un lenguaje completo, la ausencia de referentes visuales y de metáforas y analogías. Y sin eso uno no entiende. Hoy, en las universidades, la mayor parte de las veces hay que elaborar todos los acuerdos previa definición o construcción de los elementos indispensables.

El problema es que muchos de los referentes, de las metáforas y de las analogías, por no hablar del lenguaje, derivan de nuestras lecturas y de nuestra exposición al arte en todas sus formas. A nivel ya de bachillerato no esperamos que los alumnos sigan construyendo todos los conceptos por la manipulación directa de objetos. Y a nivel universitario prácticamente ningún concepto se construye de esa manera. En este sentido la cultura, entendida como “Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades” (Cultura, en Wikipedia) es esencial para discutir tópicos de arquitectura, de ingeniería civil, de matemáticas, o de cualquiera otra disciplina.

Muy recientemente, en uno de los grupos de Linkedin en los que participo, se hablaba de la belleza como la fuerza que nos lleva en busca de la verdad en las ciencias, en busca de las buenas teorías. El texto y los videos que comparte Lê Nguyên Hoang en Science 4 All son muy elocuentes; pero esta idea de belleza es anterior, es una construcción cultural que proviene de las artes, desde la más remota antigüedad.  Sin esta concepción cualquier esfuerzo por hacer llegar la necesidad de belleza en la ciencia a los futuros científicos e ingenieros es simplemente estéril.

Ilustración: JOSE SANTOS / Heavy issues

Ilustración: JOSE SANTOS / Heavy issues

En otro sentido, entendiendo cultura como “aquello que realmente necesitamos saber o creer en una determinada sociedad de manera que podamos proceder de una forma que sea aceptable para los miembros de esa sociedad… la forma que tienen las cosas en la mente de la población y los modelos de la misma para percibirlas, relacionarlas e interpretarlas”  (atribuida a Goudenough en Quince definiciones de cultura) estaríamos hablando de las diferentes culturas en las que nos movemos, de un grupo social a otro, y de la necesidad de construir la cultura propia desde el hogar, en la escuelas y en la comunidad; destacar su relación con la naturaleza, con el conocimiento y con la trascendencia.

Una cultura desarrollada de esta manera debería permitir la discusión y la reflexión de otras manifestaciones culturales, nacionales o internacionales, de manera de propiciar la tolerancia, la no discriminación y la valoración de lo que nos constituye como personas y como nación sin menosprecio de los otros.

Finalmente la OEI, en Cultura y Desarrollo, señala que “la cultura ha comenzado a redefinir paulatinamente su papel frente a la economía y al desarrollo. Poco se duda ya acerca de su importancia como inductora de desarrollo y cohesión social, de su relevante papel ante la cuestión de la diversidad cultural, la integración de comunidades minoritarias, los procesos de igualdad de género y la problemática de las comunidades urbanas y rurales marginadas.”

Como quiera que se proponga, el desarrollo y fortalecimiento de la cultura en México, desde dentro y con el apoyo exterior, se hace cada vez más necesario. Como miembros de una comunidad digital donde las fronteras se desdibujan es importante reconocer y valorar quiénes somos, a través del arte y de las ciencias, de nuestras manifestaciones culturales autóctonas y del reconocimiento de la diversidad cultural en nuestro mismo país, para poder plantear lo que queremos ser y estar en condiciones de trazar el camino. Creo que un ejemplo de identidad cultural muy fuerte es el de Japón, y que eso le permitió convertirse en la economía que actualmente es.

*Blanca Margarita Parra Mosqueda, mexicana, acreditada como  Instructor Certificado (Tec de Monterrey) y Author/Designer (U. de Maastricht y U. Jesuita de Wheeling) en Aprendizaje Basado en Problemas. Con amplia experiencia en diseño curricular, desarrollando planes y programas de estudio para diferentes instituciones reconocidas:  bachilleratos del Instituto Politécnico Nacional (1990); bachilleratos del Sistema Tec de Monterrey  (2000); bachilleratos del Sistema de Colegios Jesuitas (2008), así como la creación, diseño y coordinación de las Maestrías en Educación Matemática en las Normales Superiores de Saltillo y del Estado de México. 

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